Agradecimientos
En primer lugar, me gustaría dejar claro que crecí en un hogar feliz en el sur de Florida; ni siquiera teníamos un sótano. Ninguna de las lamentables decisiones que los progenitores del pequeño CM tomaron como padres están basadas en la vida real, no en la mía, por lo menos. Esta historia nació de un «y si» y de una imaginación que perdió el norte hace ya algún tiempo, nada más.
Mi agradecimiento al maravilloso equipo de Houghton Mifflin Harcourt: a Tim Mudie por haber visto algo en esta historia y ayudarme a sacarlo a la luz, a Michaela Sullivan por una sobrecubierta tan maravillosa, a Katrina Kruse del departamento comercial, a Stephanie Kim de publicidad… Sois tantos que os pido por favor que me perdonéis si me he dejado algún nombre, pero sabéis que contáis con mi gratitud ¡y que me muero de ganas de volver a trabajar con vosotros!
Le doy las gracias en especial a mi agente, Kristin Nelson, por haberle encontrado a este libro un buen hogar y ayudarme a surcar las procelosas aguas de los mares editoriales de hoy en día.
Me gustaría también darles las gracias a mis primeros lectores: Summer Schrader, Jenny Milchman, Erin Kwiatkowski, Darlene Begovich y Mary Hegemann. Sin vuestras sugerencias y opiniones, esta habría sido una historia muy distinta, y la que hemos contado me gusta mucho. Como siempre, gracias a Jennifer Henkes por señalar todos los detalles que se le pueden torcer a uno cuando se queda dormido en clase de lengua.
Por último, a mi persona preferida, mi esposa Dayna. Es posible que nunca llegue a entender por qué me aguantas, pero te agradezco mucho que lo hagas. No me puedo imaginar embarcarme en este viaje con nadie que no fueras tú.