22

Porter

Día 1 – 13:38

El instituto Whatney Vale consistía en un edificio achaparrado de tres plantas, de acero y cristal, situado justo al norte de la Universidad de Illinois, en Chicago. Whatney era uno de los institutos más solicitados de la ciudad, por lo general entre los cinco mejores del Estado de Illinois. Uno de los vigilantes de seguridad condujo a Porter y a Nash por los pasillos hasta las oficinas centrales y les pidió que esperasen allí mientras él localizaba al director. Menos de un minuto después entró un hombre bajo y calvo. Iba toqueteando un iPad.

—Buenos días, caballeros. Soy el director Kolby. ¿Qué puedo hacer por ustedes?

Porter estrechó la mano del hombre y le mostró la placa.

—Tenemos que hablar con uno de sus alumnos, Tyler Mathers. ¿Ha venido hoy a clase?

Kolby miró nervioso a las dos mujeres que se encontraban detrás del mostrador principal y observaban con atención a aquellos hombres. Había un grupo de sillas a lo largo de la pared ocupado por tres alumnos que no les quitaban ojo.

—¿Por qué no pasamos a mi despacho? —Sonrió y les hizo un gesto hacia una pequeña habitación a la izquierda.

Después de entrar y tomar asiento detrás de su mesa, Kolby les preguntó:

—¿Tyler? ¿Se ha metido en algún problema?

Porter y Nash se acomodaron en las dos sillas frente al director. Eran pequeñas y bajas, pegadas al suelo, incómodas. Porter se sintió al instante como si hubiera hecho algo malo, transportado a su propia adolescencia. Tenía las palmas de las manos sudorosas. Pese a que era más bajo que él, por lo menos diez centímetros, el director Kolby le miraba desde arriba, desde su sillón grande de cuero. Había un aire autoritario en su mirada que hizo que Porter se sintiese como si estuviera a punto de ser castigado. Se sacudió aquella sensación y se inclinó hacia delante.

—En absoluto. Solo tenemos que hablar con él sobre su novia.

Kolby frunció el ceño.

—¿Novia? No sabía que la tuviera.

Nash cargó una foto en su móvil y lo deslizó sobre la mesa.

—Se llama Emory Connors. ¿Es alumna del centro?

Kolby cogió el móvil y estudió la foto un momento antes de teclear el nombre en su ordenador y revisar los resultados.

—No, no lo es. —Le devolvió el móvil a Nash y presionó un botón en su mesa—. ¿Señora Caldwell? ¿Podría localizar a Tyler Mathers y pedirle que se presente en mi despacho?

—Sí, señor —respondió una voz incorpórea.

Porter miró a Nash. Jamás estaba tan callado. Tenía las manos perfectamente cruzadas sobre el regazo, y no miraba al director a los ojos. Porter no quería ni imaginarse qué tipo de problemas habría creado su compañero en su época estudiantil; debía de formar parte del mobiliario del despacho del director. Kolby también lo detectó, pero, en lugar de decir nada, sonrió con aire petulante y se puso a trastear en el iPad.

—Parece que está en clase de cálculo, en la tercera planta. Tardará unos minutos. ¿Puedo ofrecerles algo de beber, caballeros?

Porter hizo un gesto negativo con la cabeza.

—No, señor —respondió Nash—. No, gracias.

Cinco minutos después llamaron a la puerta, y un chico de unos dieciséis años pasó al interior. Miró a los dos detectives e hizo un gesto de asentimiento hacia Kolby.

—¿Ha preguntado por mí, señor?

Kolby se levantó.

—Pasa, Tyler, y cierra la puerta. Estos dos caballeros son de la Metropolitana de Chicago. Les gustaría hablar contigo un momento.

A Tyler se le pusieron los ojos como platos. Sin duda, su cerebro repasaba a toda velocidad todo cuanto había hecho recientemente, tratando de averiguar cuál de sus actos había traído a la policía de visita.

Porter puso su sonrisa más tranquilizadora.

—Relájate, hijo…, no has hecho nada. Solo tenemos que hablar contigo sobre Emory.

Parecía desconcertado.

—¿Em? ¿Está bien?

Porter se volvió hacia Kolby.

—¿Tendría usted la amabilidad de dejarnos unos minutos para que hablemos con él, señor Mathers?

Kolby le dijo que no con la cabeza.

—Lo siento, pero es menor. Me temo que, sin uno de sus progenitores presente, tendré que permanecer en la habitación.

—Está bien —respondió Porter. Se levantó, salió de aquella silla minúscula y se apoyó en el borde de la mesa, impidiendo que Kolby viese al alumno. Nash hizo lo mismo. Detrás de ellos, Kolby carraspeó, pero no dijo nada.

—¿Cuándo fue la última vez que viste a Emory?

Tyler movió inquieto los pies.

—El sábado, creo. Fuimos al cine y cenamos en el centro. ¿Está bien? Me están poniendo nervioso.

Porter miró a Nash.

—Creemos que ha sido secuestrada.

El chico se quedó lívido.

—Pero ¿quién…, por qué?

—Creemos que se la llevaron ayer del parque de A. Montgomery Ward, mientras corría. Está como a un kilómetro y medio…

Tyler asintió.

—Sé dónde está. Siempre va a correr allí. Dios, ya le dije que no fuera sola, pero nunca me escucha. —Se le llenaron los ojos de lágrimas, y se las secó con la manga—. Es guapísima, y se pone esa ropa tan ajustada para correr. Siempre le digo que eso no es seguro. Esta ciudad está llena de pirados, ¿saben? Oh, Dios mío. He estado mandándole mensajes sin parar, y no me los ha respondido. Eso no es normal en ella. Suelo recibir uno suyo un minuto después, o dos como mucho. Pero no ha dado señales desde ayer. Pensaba ir a su casa nada más salir de clase.

—¿A qué instituto va ella?

—A ninguno. A ver, tiene clases, pero en su casa. Profesores particulares, sobre todo —dijo Tyler.

—La mujer que vive con ella ¿es su profesora particular?

Tyler asintió.

—La señora Burrow.

—¿Cuál es su nombre de pila?

—No lo sé, lo siento. Es muy reservada cuando voy por allí. No es que hable mucho con ella.

—¿Se te ocurre algún lugar donde podríamos encontrarla?

Tyler volvió a decirles que no con la cabeza.

—¿Creen que está bien? No me puedo creer que alguien haya hecho esto.

Detrás de ellos, Kolby se movió inquieto. Porter casi se había olvidado de que estaba en la habitación.

—¿Hay algo que yo pueda hacer para ayudar? —preguntó Tyler.

Porter sacó una tarjeta del bolsillo de atrás y se la entregó.

—Si te enteras de algo, llámame.

—¿Ya han intentado ustedes localizar su móvil? Porque pueden hacer eso, ¿verdad?

—Su móvil está fuera de cobertura desde ayer —le dijo Nash—. Lo más probable es que lo hayan inutilizado.

—¿Los dos?

El Cuarto Mono
cubierta.xhtml
sinopsis.xhtml
titulo.xhtml
info.xhtml
dedicatoria.xhtml
cita.xhtml
Capitulo01.xhtml
Capitulo02.xhtml
Capitulo03.xhtml
Capitulo04.xhtml
Capitulo05.xhtml
Capitulo06.xhtml
Capitulo07.xhtml
Capitulo08.xhtml
Capitulo09.xhtml
Capitulo10.xhtml
Capitulo11.xhtml
Capitulo12.xhtml
Capitulo13.xhtml
Capitulo14.xhtml
Capitulo15.xhtml
Capitulo16.xhtml
Capitulo17.xhtml
Capitulo18.xhtml
Capitulo19.xhtml
Capitulo20.xhtml
Capitulo21.xhtml
Capitulo22.xhtml
Capitulo23.xhtml
Capitulo24.xhtml
Capitulo25.xhtml
Capitulo26.xhtml
Capitulo27.xhtml
Capitulo28.xhtml
Capitulo29.xhtml
Capitulo30.xhtml
Capitulo31.xhtml
Capitulo32.xhtml
Capitulo33.xhtml
Capitulo34.xhtml
Capitulo35.xhtml
Capitulo36.xhtml
Capitulo37.xhtml
Capitulo38.xhtml
Capitulo39.xhtml
Capitulo40.xhtml
Capitulo41.xhtml
Capitulo42.xhtml
Capitulo43.xhtml
Capitulo44.xhtml
Capitulo45.xhtml
Capitulo46.xhtml
Capitulo47.xhtml
Capitulo48.xhtml
Capitulo49.xhtml
Capitulo50.xhtml
Capitulo51.xhtml
Capitulo52.xhtml
Capitulo53.xhtml
Capitulo54.xhtml
Capitulo55.xhtml
Capitulo56.xhtml
Capitulo57.xhtml
Capitulo58.xhtml
Capitulo59.xhtml
Capitulo60.xhtml
Capitulo61.xhtml
Capitulo62.xhtml
Capitulo63.xhtml
Capitulo64.xhtml
Capitulo65.xhtml
Capitulo66.xhtml
Capitulo67.xhtml
Capitulo68.xhtml
Capitulo69.xhtml
Capitulo70.xhtml
Capitulo71.xhtml
Capitulo72.xhtml
Capitulo73.xhtml
Capitulo74.xhtml
Capitulo75.xhtml
Capitulo76.xhtml
Capitulo77.xhtml
Capitulo78.xhtml
Capitulo79.xhtml
Capitulo80.xhtml
Capitulo81.xhtml
Capitulo82.xhtml
Capitulo83.xhtml
Capitulo84.xhtml
Capitulo85.xhtml
Capitulo86.xhtml
Capitulo87.xhtml
Capitulo88.xhtml
Capitulo89.xhtml
Capitulo90.xhtml
Capitulo91.xhtml
Capitulo92.xhtml
Epilogo.xhtml
Agradecimientos.xhtml
autor.xhtml
notas.xhtml