Capítulo X
Cómo enviaban los indios sus mensajeros
Por acabar lo que toca a esto de escribir, podrá con razón dudar alguno cómo tenían noticia de todos sus reinos, que eran tan grandes, los reyes de Méjico y del Perú; o qué modo de despacho daban a negocios que ocurrían a su corte, pues no tenían letras, ni escribían cartas; a esta duda se satisface con saber que de palabra y por pintura o memoriales se les daba muy a menudo razón de todo cuanto se ofrecía.
Para este efecto había hombres de grandísima ligereza, que servían de correos, que iban y venían, y desde muchachos los criaban en ejercicio de correr y procuraban fuesen muy alentados, de suerte que pudiesen subir una cuesta muy grande corriendo sin cansarse; y así, daban premio en Méjico a los tres o cuatro primeros que subían aquella larga escalera del templo, como se ha dicho en el libro precedente; y en el Cuzco los muchachos orejones, en la solemne fiesta del Capacrayme, subían a porfía el cerro de Yanacauri; y generalmente ha sido y es entre indios muy usado ejercitarse en correr.
Cuando era caso de importancia llevaban a los señores de Méjico pintado el negocio de que les querían informar, como lo hicieron cuando aparecieron los primeros navíos de españoles y cuando fueron a tomar a Toponchan. En el Perú hubo una curiosidad en los correos extraña, porque tenía el Inga en todo su reino puestas postas o correos, que llaman allá chasquis, de los cuales se dirá en su lugar.