Capítulo X

Que el calor de la tórrida se templa con la muchedumbre de lluvias y con la brevedad de los días

Ser así verdad, como éstos dijeron, después que se halló el nuevo mundo quedó averiguado y sin duda. Mas es muy natural, cuando por experiencia se averigua alguna cosa que era fuera de nuestra opinión, querer luego inquirir y saber la causa de tal secreto. Así, deseamos entender por qué la región que tiene al sol más cercano y sobre sí, no sólo es más templada, pero en muchas partes es fría. Mirándolo ahora en común, dos causas son generales para hacer templada aquesta región.

La una es la que está arriba declarada, de ser región más húmeda y sujeta a lluvias, y no hay duda, sino que la lluvia refresca. Porque el elemento del agua es de su naturaleza frío, y aunque el agua por la fuerza del fuego se calienta, pero no deja de templar el ardor, que se causará de los rayos del sol puro. Pruébase bien esto por lo que refieren de la Arabia interior, que está abrasadísima del sol porque no tiene lluvias que templen la furia del sol. Las nubes hacen estorbo a los rayos del sol, para que no hieran tanto, y las lluvias que de ellas proceden también refrescan el aire y la tierra, y la humedecen; por más caliente que parezca el agua que llueve, en fin, se bebe y apaga la sed y el ardor, como lo han probado los nuestros, habiendo penuria de agua para beber. De suerte que, así la razón como la experiencia, nos muestran que la lluvia de suyo mitiga el calor; y pues hemos ya asentado que la tórrida es muy lluviosa, queda probado que en ella misma hay causa para templarse su calor.

A esto añadiré otra causa, que el entenderla bien importa no sólo para la cuestión presente, sino para otras muchas; y por decirlo en pocas palabras, la equinoccial, con tener soles más encendidos, tiénelos, empero, más cortos, y, así, siendo el espacio del calor del día más breve y menor, no enciende ni abrasa tanto; mas conviene que esto se declare y entienda más. Enseñan los maestros de esfera, y con mucha verdad, que cuanto es más oblicua y atravesada la subida del zodíaco en nuestro hemisferio, tanto los días y noches son más desiguales; y al contrario, donde es la esfera recta y los signos suben derechos, allí los tiempos de noche y día son iguales entre sí. Es también cosa llana que toda región que está entre los dos trópicos tiene menos desigualdad de días y noches, que fuera de ellos, y cuanto más se acerca a la línea, tanto es menor la dicha desigualdad.

Esto por vista de ojos lo hemos probado en estas partes. Los de Quito, porque caen debajo de la línea, en todo el año no tienen día mayor ni menor, ni noche tampoco, todo es parejo. Los de Lima, porque distan de la línea cuasi doce grados, echan de ver alguna diferencia de noches y días, pero muy poca, porque en diciembre y enero crecerá el día como una hora aun no entera. Los de Potosí mucho más tienen de diferencia en invierno y verano, porque están cuasi debajo del trópico. Los que están ya del todo fuera de los trópicos notan más la brevedad de los días de invierno y prolijidad de los de verano, y tanto más cuanto más se desvían de la línea y se llegan al polo; y así, Germania y Angla tienen en verano más largos días que Italia y España. Siendo esto así, como la esfera lo enseña y la experiencia clara lo muestra, hase de juntar otra proposición también verdadera que, para todos los efectos naturales, es de gran consideración: la perseverancia en obrar de su causa eficiente.

Esto supuesto, sí me preguntan por qué la equinoccial no tiene tan recios calores como otras regiones por estío, exempli gratia, Andalucía, por julio y agosto, finalmente responderé que la razón es porque los días de verano son más largos en Andalucía, y las noches más cortas; y el día, como es caliente, enciende; la noche es húmeda y fría, y refresca. Y por eso el Perú no siente tanto calor, porque los días de verano no son tan largos, ni las noches tan cortas y el calor del día se templa mucho con el frescor de la noche. Donde los días son de quince o dieciséis horas, con razón hará más calor que donde son de doce o trece horas y quedan otras tantas de la noche para refrigerar. Y así, aunque la tórrida excede en la vecindad del sol, excédenla esotras regiones en la prolijidad del sol. Y es, según razón, que caliente más un fuego, aunque sea algo menor, si persevera mucho, que no otro mayor, si dura menos; mayormente interpolándose con frescor. Puestas, pues, en una balanza estas dos propiedades de la tórrida, de ser más lluviosa al tiempo del mayor calor, y de tener los días más cortos, quizá parecerá que igualan a otras dos contrarias, que son tener el sol más cercano y más derecho, a lo menos que no les reconocerán mucha ventaja.

Historia natural y moral de las Indias
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