Capítulo XXX

De la fiesta de los mercaderes que usaron los Cholutecas

Aunque se ha dicho harto del culto que los mejicanos daban a sus dioses; pero porque el que se llamaba Quetzaalcoatl, y era dios de gente rica, tenía particular veneración y solemnidad, se dirá aquí lo que de sus fiestas refieren.

Solemnizábase la fiesta de este ídolo en esta forma: Cuarenta días antes compraban los mercaderes un esclavo bien hecho, sin mácula ni señal alguna, así de enfermedad como de herida o golpe; a éste le vestían con los atavíos del mismo ídolo, para que le representase estos cuarenta días; y antes que le vistiesen, le purificaban, lavándole dos veces en un lago, que llamaban de los dioses; y después de purificado le vestían en la forma que el ídolo estaba vestido. Estaba muy reverenciado en estos cuarenta días, por lo que representaba; enjaulábanle de noche, como queda dicho, porque no se fuese, y luego de mañana lo sacaban de la jaula y le ponían en lugar preeminente, y allí le servían, dándole a comer preciosas viandas.

Después de haber comido, poníanle sartales de flores al cuello y muchos ramilletes en las manos; traía su guardia muy cumplida, con otra mucha gente que lo acompañaba, y salían con él por la ciudad, el cual iba cantando y bailando por toda ella, para ser conocido por semejanza de su Dios; y en comenzando a cantar, salían de sus casas las mujeres y niños a saludarle y ofrecerle ofrenda como a Dios. Nueve días antes de la fiesta venían ante él dos viejos muy venerables de las dignidades del templo; y humillándose ante él, le decían con una voz muy humilde y baja: Señor, sabrás que de aquí a nueve días se te acaba el trabajo de bailar y cantar, porque entonces has de morir; y él había de responder que fuese mucho de norabuena.

Llamaban a esta ceremonia Neyólo Maxilt Iléztli, que quiere decir el apercibimiento; y cuando le apercibían mirábanle con mucha atención, si se entristecía o si bailaba con el contento que solía; y si no lo hacía con el alegría que ellos deseaban, hacían una superstición asquerosa, y era que iban luego y tomaban las navajas del sacrificio, y lavábanles la sangre humana que estaba en ellas pegada de los sacrificios pasados, y con aquellas lavazas hacíanle una bebida mezclada con otra de caco, y dábansela a beber, porque decían que hacía tal operación en él, que quedaba sin alguna memoria de lo que le habían dicho, y cuasi insensible, volviendo luego al ordinario canto; y aun dicen que con este medio él mismo con mucha alegría se ofrecía a morir, siendo enhechizado con aquel brebaje. La causa porque procuraban quitar a éste la tristeza era porque lo tenían por muy mal agüero y pronóstico de algún gran mal.

Llegado el día de la fiesta, a media noche, después de haberle hecho mucha honra de música e incienso, tomábanle los sacrificadores, y sacrificaban al modo arriba dicho, haciendo ofrenda de su corazón a la luna; y después arrojándolo al ídolo, dejando caer el cuerpo por las gradas del templo abajo, de donde lo alzaban los que le habían ofrecido, que eran los mercaderes, cuya fiesta era ésta; y llevándolo a la casa del más principal, lo hacían aderezar en diferentes manjares, para celebrar en amaneciendo el banquete y comida de la fiesta, dando primero los buenos días al ídolo, con un pequeño baile que hacían mientras amanecía, y se guisaba el sacrificio. Juntábanse después todos los mercaderes a este banquete, especialmente los que tenían trato de vender y comprar esclavos, a cuyo cargo era ofrecer cada año un esclavo para la semejanza de su Dios.

Era este ídolo de los más principales de aquella tierra, como queda referido; y así el templo en que estaba era de mucha autoridad, el cual tenía sesenta gradas para subir a él, y en la cumbre de ellas se formaba un patio de mediana anchura, muy curiosamente encalado; en medio de él había una pieza grande y redonda a manera de horno, y la entrada, estrecha y baja, que para entrar era menester inclinarse mucho. Tenía este templo los aposentos que los demás, donde había recogimiento de sacerdotes, mozos y mozas, y de muchachos, como queda dicho, a los cuales asistía sólo un sacerdote, que continuamente residía allí, el cual era como semanero, porque puesto caso que había de ordinario tres o cuatro curas o dignidades en cualquiera templo, servía cada uno una semana sin salir de allí.

El oficio del semanero de este templo, después de la doctrina de los mozos, era que todos los días, a la hora que se pone el sol, tañía un grande atambor, haciendo señal con él, como nosotros usamos tañer a la oración. Era tan grande este atambor, que su sonido ronco se oía por toda la ciudad; y en oyéndolo, se ponían todos en tanto silencio, que parecía no haber hombre, desbaratándose los mercados, y recogiéndose la gente, con que quedaba todo en grande quietud y sosiego. Al alba, cuando ya amanecía, le tornaba a tocar, con que se daba señal de que ya amanecía; y así los caminantes y forasteros se aprestaban con aquella señal, para hacer sus viajes, estando hasta entonces impedidos para poder salir de la ciudad.

Este templo tenía un patio mediano, donde el día de su fiesta se hacían grandes bailes y regocijos, y muy graciosos entremeses, para lo cual había en medio de este patio un pequeño teatro de a treinta pies en cuadro, curiosamente encalado, el cual enramaban y aderezaban para aquel día, con toda la policía posible, cercándolo todo de arcos hechos de diversidad de flores y plumería, colgando a trechos muchos pájaros, conejos y otras cosas apacibles, donde, después de haber comido, se juntaban toda la gente. Salían los representantes, y hacían entremeses, haciéndose sordos, arromadizados, cojos, ciegos y mancos, viniendo a pedir sanidad al ídolo; los sordos respondiendo adefesios; y los arromadizados tosiendo; los cojos, cojeando, decían sus miserias y quejas, con que hacían reír grandemente al pueblo.

Otros salían en nombre de las sabandijas: unos vestidos como escarabajos, y otros como sapos, y otros como lagartijas, etc.; y encontrándose allí, referían sus oficios; y volviendo cada uno por sí, tocaban algunas flautillas, de que gustaban sumamente los oyentes, porque eran muy ingeniosas; fingían asimismo muchas mariposas y pájaros de muy diversos colores, sacando vestidos a los muchachos del templo en aquestas formas, los cuales, subiéndose en una arboleda, que allí plantaban, los sacerdotes del templo les tiraban con cebratanas, donde había en defensa de los unos y ofensa de los otros, graciosos dichos, con que entretenían los circunstantes; lo cual concluido, hacían un mitote o baile con todos estos personajes, y se concluía la fiesta; y esto acostumbraban hacer en las más principales fiestas.

Historia natural y moral de las Indias
cubierta.xhtml
sinopsis.xhtml
titulo.xhtml
info.xhtml
dedicadoa.xhtml
proemio.xhtml
libroprimero.xhtml
k001.xhtml
k002.xhtml
k003.xhtml
k004.xhtml
k005.xhtml
k006.xhtml
k007.xhtml
k008.xhtml
k009.xhtml
k010.xhtml
k011.xhtml
k012.xhtml
k013.xhtml
k014.xhtml
k015.xhtml
k016.xhtml
k017.xhtml
k018.xhtml
k019.xhtml
k020.xhtml
k021.xhtml
k022.xhtml
k023.xhtml
k024.xhtml
k025.xhtml
librosegundo.xhtml
k026.xhtml
k027.xhtml
k028.xhtml
k029.xhtml
k030.xhtml
k031.xhtml
k032.xhtml
k033.xhtml
k034.xhtml
k035.xhtml
k036.xhtml
k037.xhtml
k038.xhtml
k039.xhtml
advertencia.xhtml
librotercero.xhtml
k040.xhtml
k041.xhtml
k042.xhtml
k043.xhtml
k044.xhtml
k045.xhtml
k046.xhtml
k047.xhtml
k048.xhtml
k049.xhtml
k050.xhtml
k051.xhtml
k052.xhtml
k053.xhtml
k054.xhtml
k055.xhtml
k056.xhtml
k057.xhtml
k058.xhtml
k059.xhtml
k060.xhtml
k061.xhtml
k062.xhtml
k063.xhtml
k064.xhtml
k065.xhtml
k066.xhtml
librocuarto.xhtml
k067.xhtml
k068.xhtml
k069.xhtml
k070.xhtml
k071.xhtml
k072.xhtml
k073.xhtml
k074.xhtml
k075.xhtml
k076.xhtml
k077.xhtml
k078.xhtml
k079.xhtml
k080.xhtml
k081.xhtml
k082.xhtml
k083.xhtml
k084.xhtml
k085.xhtml
k086.xhtml
k087.xhtml
k088.xhtml
k089.xhtml
k090.xhtml
k091.xhtml
k092.xhtml
k093.xhtml
k094.xhtml
k095.xhtml
k096.xhtml
k097.xhtml
k098.xhtml
k099.xhtml
k100.xhtml
k101.xhtml
k102.xhtml
k103.xhtml
k104.xhtml
k105.xhtml
k106.xhtml
k107.xhtml
k108.xhtml
libroquinto.xhtml
k109.xhtml
k110.xhtml
k111.xhtml
k112.xhtml
k113.xhtml
k114.xhtml
k115.xhtml
k116.xhtml
k117.xhtml
k118.xhtml
k119.xhtml
k120.xhtml
k121.xhtml
k122.xhtml
k123.xhtml
k124.xhtml
k125.xhtml
k126.xhtml
k127.xhtml
k128.xhtml
k129.xhtml
k130.xhtml
k131.xhtml
k132.xhtml
k133.xhtml
k134.xhtml
k135.xhtml
k136.xhtml
k137.xhtml
k138.xhtml
k139.xhtml
k140.xhtml
librosexto.xhtml
k141.xhtml
k142.xhtml
k143.xhtml
k144.xhtml
k145.xhtml
k146.xhtml
k147.xhtml
k148.xhtml
k149.xhtml
k150.xhtml
k151.xhtml
k152.xhtml
k153.xhtml
k154.xhtml
k155.xhtml
k156.xhtml
k157.xhtml
k158.xhtml
k159.xhtml
k160.xhtml
k161.xhtml
k162.xhtml
k163.xhtml
k164.xhtml
k165.xhtml
k166.xhtml
k167.xhtml
k168.xhtml
librosetimo.xhtml
k169.xhtml
k170.xhtml
k171.xhtml
k172.xhtml
k173.xhtml
k174.xhtml
k175.xhtml
k176.xhtml
k177.xhtml
k178.xhtml
k179.xhtml
k180.xhtml
k181.xhtml
k182.xhtml
k183.xhtml
k184.xhtml
k185.xhtml
k186.xhtml
k187.xhtml
k188.xhtml
k189.xhtml
k190.xhtml
k191.xhtml
k192.xhtml
k193.xhtml
k194.xhtml
k195.xhtml
k196.xhtml