Capítulo
31
Rick y Minerva olvidaron el mal rato por un momento y salieron al Navy Pier de nuevo, lo que Scarlett se había propuesto no se llevó a cabo, Minerva hizo a un lado su orgullo y le dio una oportunidad a Rick, eso enfureció a su ex que había estado vigilando la salida del Springfield y al verlos salir juntos en la camioneta los siguió a distancia. Minerva quería despedirse del lago Michigan tomando una serie de fotografías y aunque Rick se mostraba melancólico intentó regalarle unas imágenes sonriendo, ella era sólo una aficionada, la experta en imágenes era Aurora pero al menos no se estresaba e intentaba tomar los mejores ángulos. Rick no dejaba de pensar en la partida de Minerva y para colmo su música se lo recordaba, cerca de ellos sonaba un clásico de Chicago “If you leave me now” y no pudo evitar sentirse triste, sabía que como decía la canción se llevaría una gran parte de él y eso no le causaba gracia, su estado de ánimo se agudizaba y más cuando “Goodbye” de Air Supply reemplazó a Chicago, exhaló negando con la cabeza y disimuladamente se llevó a Minerva a otro ángulo del Navy Pier. Él también le tomó algunas a Minerva teniendo como fondo el majestuoso paisaje, la chica intentó sonreírle para que se quedara con recuerdos agradables aunque para ella fuera difícil también, odiaba reconocer que estaba comenzando a depender de un nuevo cariño pero esa era la verdad, no deseaba separarse de él, no entendía a ciencia cierta la relación que estaban llevando pero no le importaba el curso que tuviera siempre y cuando estuvieran juntos. Intentaron divertirse de lo lindo como si se tratara de dos niños y aunque Minerva le tuviera pánico a las alturas estando con Rick olvidaba sus miedos, se subieron a la gigantesca rueda de la fortuna y estando solos y en las alturas, aprovecharon para devorarse a besos y aprovechar el momento que la vida y las circunstancias les ofrecían.
Al momento de almorzar Rick llevó a Minerva a degustar los deliciosos mariscos en el Bubba Gump Shrimp Co. En donde comieron con gusto disfrutando de los suculentos platillos del mar, sabiendo Rick que los potentes afrodisiacos que se comía, tendrían consecuencias que disfrutaría aún más con Minerva una vez llegando al apartamento. Después de comer y beber la chica se dirigió al baño, momento que Scarlett —que había seguido de cerca sus movimientos— aprovechó para acercarse a Rick que bebía el último sorbo de su trago.
—¿Así que de verdad ya me olvidaste? —Inquirió furiosa golpeando la mesa con sus puños.
Rick se asustó al verla, era lo último que necesitaba.
—¿Qué demonios haces aquí? —La miró seriamente.
—Siguiéndote…
—¿Como perra en celo?
Scarlett abrió los ojos y la boca sin poder creer lo que había escuchado, intentó darle una bofetada a Rick pero él fue más ágil y le detuvo la mano.
—No intentes tocarme. —Sentenció Rick poniéndose de pie y amenazando con quebrarle la muñeca debido al coraje que sentía—. ¿No puedes entender con el minúsculo cerebro que tienes que me das asco y que ya no quiero nada contigo?
—¡Rick, me lastimas!
Soltó la mano intentando respirar con tranquilidad y contener las ganas de sujetarla del cuello y ahorcarla.
—Rick yo aún te amo —intentó abrazarlo.
—Tú no sabes lo que es el amor. —Se apartó de ella—. Y para tu desgracia yo ya no siento nada por ti, por el contrario, te desprecio, te odio, me repugnas. ¿No lo entiendes? Me destrozaste Scarlett, tú misma mandaste todo al diablo y ¿sabes qué? Te lo agradezco, agradezco a Dios la prueba de fuego que me puso al mostrarme la verdadera calaña que eres y con la cual mi vida hubiera sido un infierno.
Salió de la mesa y Scarlett lo detuvo.
—No, mi amor, no me digas eso. —Intentaba abrazarlo ante el rechazo de él—. Rick reconozco que fallé, sé que soy la peor mujer para ti, pero te amo aunque lo dudes, te deseo, te deseo en mi cama, deseo que me toques, deseo que…
—¡Basta! —gritó empujándola ante las miradas de los curiosos—. ¡Vete y déjame en paz!
—No Rick, eres mío y no permitiré que esa igualada tome mi lugar.
—Ella jamás haría eso, lo último que haría sería compararse contigo, jamás se rebajaría a tu nivel, ella si es una verdadera mujer.
Scarlett lo miró furiosa pero al ver que Minerva salía del baño hizo lo suyo:
—¿Ah sí? —Se prendió de su cuello y tocó su miembro, Rick se desconcertó ante eso—. Dime, ¿te toca como yo lo hago? —Apretó su miembro y Rick se quedó quieto, temía hacer un movimiento donde su amigo pagara las consecuencias de una loca—. Dime, ¿Te lo hace tan bien como yo lo hacía?
La sonrisa que Minerva traía se borró de su cara y se detuvo a unos metros de ellos, Rick estaba de espaldas no pudo verla, pero Scarlett sí.
—Eres mío Rick y de nadie más. —Lo besó con fuerza devorándolo aunque él intentara separarse de ella, Scarlett sujetaba con fuerza su miembro y eso doblegaba sus fuerzas para separarse de ella.
Minerva los miró y al ver la mano de la mujer y del mismo Rick en su miembro y dando tremendo espectáculo en pleno restaurante entendió las cosas a su manera y sin decir nada buscó la salida, intentaba retener su lágrimas.
—¡He dicho que basta! —Rick se liberó de ella furioso con tal fuerza que cayó sentada en el suelo—. Me das asco, ¿No lo entiendes? Nunca vuelvas a cercarte a mí—. Se limpió la boca con el brazo.
—No he terminado Rick. —La chica se incorporó y sonrió con descaro al ver que ya había logrado su propósito—. No voy a desistir porque ibas a casarte conmigo y no será otra la que ocupe mi lugar, no lo voy a permitir, haré de tu vida un verdadero infierno si lo haces.
Y sin decir nada más salió del restaurante, sabía que había logrado quitar a su contrincante de en medio.
Minerva sintiendo que un nudo la estrangulaba salió de Navy Pier desesperada y se subió al primer taxi que encontró, sentía que Rick jugaba con ella y eso no lo iba a tolerar, se iba ya mismo para Los Ángeles.
—¿A dónde la llevo señorita? —preguntó con desconcierto el taxista al ver que estaba llorando.
—Al edificio Springfield en el área metropolitana —dijo firmemente colocándose sus lentes oscuros.
El taxi se perdió en el tráfico.
La decepción que Minerva sentía golpeaba su corazón y su cabeza, deseaba llorar y gritar, levantar cosas y lanzarlas, tenía demasiado coraje, se sentía burlada, un nudo en su garganta amenazaba con asfixiarla y no pudo evitar odiarse a sí misma por todos los sentimientos que la embargaban. Lo quería pero también lo odiaba, la había ilusionado y ese sueño que comenzaba a construir se había roto sin concretarse, se sentía la más estúpida de las mujeres, se sentía avergonzada, humillada y siendo el hazme reír, lloró y lloró de impotencia y de decepción y decidió dejarlo en silencio y no volver a tener nada que ver con él. No deseaba verlo ni escuchar su nombre y antes de que una fuerte depresión se apoderara de ella prefirió ir por sus maletas al apartamento, aún tenía su llave así que podría entrar sin problemas, cuando llegaron le pidió al taxista esperarla. Al entrar al apartamento agradeció no encontrarse con Anne y sin pensarlo dos veces, agarró su equipaje, miró la rosa de papel en la mesita y a Goofy sobre la cama y los dejó, no quería nada de él. Le dejó a Anne una nota de agradecimiento y de despedida, la cual deslizó por la puerta de su habitación para luego salir rápidamente de la misma manera. Al bajar a la entrada del edificio el guardia le ayudó con el equipaje metiéndolo al taxi, sabía que se iba al aeropuerto, a pesar de sus lentes oscuros el hombre notó sus lágrimas, ella le entregó la llave de Rick.
—Esta llave es del señor Brighton, por favor entréguesela —le dijo cuando se la daba.
—Con gusto señorita, ¿Alguna otra cosa? ¿Algún mensaje? —el hombre estaba desconcertado pues los había visto salir juntos y contentos y ahora sin la presencia de Rick, no entendía lo que había pasado.
—No, nada más, gracias.
—Le deseo un feliz viaje —le dijo a la vez que le abría la puerta del taxi.
—Gracias. —Minerva entró y el taxi avanzó.
A medida que se alejaba del edificio su corazón se encogía de nuevo y sus lágrimas comenzaron a caer, no volvería a permitir que jugaran con ella, Leonardo nunca lo hizo y al recordarlo se odió más por haber faltado a su memoria, en una noche de locura se había entregado a Rick habiéndolo olvidado y se odiaba por tener las huellas de él en su piel y haber borrado las de Leonardo.
Al llegar al aeropuerto internacional Midway, Minerva hizo todos los trámites para adquirir un vuelo, había optado por el segundo aeropuerto más importante de Chicago para despistar a Rick y deseaba lograrlo. Para su fortuna habían vuelos directos para Ontario pero también para su desgracia el único vuelo del Southwest Airlines con destino directo a Ontario ya había partido así que resignada compró un boleto para Atlanta, afortunadamente había un vuelo disponible por lo que sólo esperó un poco antes de abordar. Se sentó un poco lejos del bullicio y su estado de ánimo se agudizó aún más al pensar en todo, perdió su mente a través del cristal y sus lágrimas comenzaron a rodar, nunca creyó sentirse así, maldecía la hora en la que había conocido a Rick Brighton y de lo único que estaba segura era de no quererlo cerca de ella, iba a sacarlo de su vida así dejara la misma en el intento. Peleando con ella misma estaba cuando su móvil sonó era él y al verlo sus manos comenzaron a temblar, no iba a contestarle, no quería escucharlo, no quería que le inventara alguna mentira y ella como estúpida se la creyera, ignoró la llamada. A los minutos volvió a sonar y era él mismo, Minerva no deseaba saber nada de él, ver su nombre en la pantalla lo hacía odiarlo más, lo detestaba con todas sus fuerzas. En ese momento escuchó el anuncio para los pasajeros con destino a Atlanta, así que apagó su móvil y se encaminó para abordar, sabía que una vez despegando todo lo que era Chicago, quedaría atrás.
Rick por su parte sentía que se lo llevaba la fregada. Al ver que Minerva no aparecía no le importó meterse al baño de mujeres para buscarla, hasta que un mismo cliente le dijo que la señorita que lo acompañaba lo había visto con la otra y había salido sin que se diera cuenta. Palideció ante eso y salió disparado a buscarla, Navy Pier era enorme y su mente se bloqueó, pero sabía que si Minerva los había visto, era posible que estuviera en el apartamento y se dirigió allá.
En menos de una hora Minerva ya estaba en el aeropuerto internacional Hartsfield-Jackson en Atlanta pero para su desgracia, no pudo encontrar un vuelo directo a su destino, tendría que dormir en Atlanta por lo que resignada buscó un hotel y rogó porque Rick no la encontrara.
Rick estaba loco y peor que un león enjaulado cuando llegó a su apartamento y más, cuando el guardia le dijo que Minerva había salido con sus maletas rumbo al aeropuerto y le había dejado la llave, su mundo se derrumbó. Su desesperación lo cegaba y el saber que Minerva había apagado su móvil lo enfurecía más, sin pensarlo se dirigió al O'Hare pero al averiguar lo que quería no obtuvo respuesta, Minerva había salido ya de Chicago y estaba fuera de su alcance. Se dirigió al Midway y pasó lo mismo, estaba confundido, no sabía donde más buscar, entendía su actitud si había visto la peor escena de él y Scarlett pero lo que no entendía era el porqué lo había dejado sin decir una palabra, hubiera preferido que le gritara, que le pegara una buena bofetada delante de todo el restaurante, hubiera preferido lidiar con ella y su enojo por todo Navy Pier y terminar nadando en el Michigan pero nunca que lo hubiera dejado sin decir nada. Necesitaba hablar con ella, saber qué había pasado y explicarle todo, la llamaba y el móvil estaba apagado, se sujetaba la cabeza, casi se arrancaba los pelos, gruñía su coraje, maldecía todo, lanzaba su móvil al asiento de su lado y al momento lo volvía a coger para volver a marcar y recibir la misma respuesta de la operadora “el número que usted marcó no está disponible o se encuentra fuera de servicio”
Su noche y sus planes se habían arruinado, no iba a poder dormir, no tenía sosiego, Minerva se había llevado su vida y volvería a pasar una o varias noches en completa desolación.
Anne había llegado unos minutos antes que él y al leer la nota de Minerva lo abrazó cuando llegó.
—Rick, ¿Por qué se fue Minerva hoy?
—¿Cómo lo sabes? —contestó preguntando desconcertado.
—Encontré esta nota, la deslizó por mi puerta.
Rick la tomó rápidamente y la leyó:
“Querida Anne:
Mil gracias por todo, no tengo palabras para agradecerte en este momento, disculpa que no pude esperarte y despedirme. Extrañaré tu amaretto, extrañaré las atenciones recibidas las cuales nunca voy a olvidar.
Mil gracias de nuevo.
Con todo mi afecto,
Minerva.”
Rick exhaló llevando sus manos a su cabeza, apretó los ojos cerrándolos y se sentó en el sillón, tragó en seco, no quería que su hermana lo viera llorar.
—Rick, ¿Qué pasó? —Se hincó entre sus piernas—. ¿Vienes del aeropuerto? ¿No se suponía que se iba mañana?
—Anne… —Rick acarició su mentón—. Scarlett volvió a arruinar mi vida.
—¿Qué? —la chica besó la mano de su hermano.
—Anne…
Rick abrazó a su hermana evitando llorar y se dispuso a decirle todo lo que había ocurrido para desahogarse.
Minerva en el hotel y sin ánimo para nada más después de una larga ducha se metió a la cama a recordar, a pensar y a seguir llorando.
Para Rick las horas pasaron sin tener respuesta del móvil de Minerva, notó que la rosa y el peluche se habían quedado y exhaló negando con la cabeza. Frustrado prefirió meterse al baño y seguir haciendo corajes, no deseaba sentir lo que sentía pero no podía ocultarlo ni negarlo, quería a Minerva y le importaba más de lo que se imaginaba, dejando que el agua lo envolviera sin darse cuenta sus lágrimas se mezclaron con la misma, se sentía un completo idiota y el problema era que no podía ir tras ella debido a su trabajo y eso lo hacía enfurecer más, sin saber cómo dio un puñetazo al mármol de la ducha, necesitaba descargar su enojo, deseaba tener a Minerva enfrente para sujetarla y obligarla a hablar, deseaba darle unas cuantas nalgadas y cobrarse de una vez todas las que le había hecho, pero sabía que ella lo dominaría y su primer impulso sería besarla, tocarla, devorarla y castigarla en la cama. Deseaba volver a tenerla, deseaba volver a recorrer su cuerpo, deseaba volver a amarla como lo había hecho, no era posible que él tuviera una especie de maldición y terminara mal con todas la mujeres, con ella no iba a permitirlo, sentía la diferencia en ella y trataría de luchar a su manera y conquistarla. Odiaba reconocerlo pero al mismo tiempo se alegraba al saber que su última experiencia por fin había quedado atrás. Minerva era su presente, estaba enamorado de ella y lucharía, para tenerla siempre con él.