Capítulo
16
Cuando cruzaron juntos por el vestíbulo para ir hacia el restaurante, la recepcionista los notó, Minerva hablaba de manera espontánea y Rick sonreía ante lo que decía, obviamente estaban más amigables que al principio y eso la hizo torcer la boca y pensar: “Hombres… cinco minutos en la cama y listo, ya salen a pasear con todo y correa” sin quererlo, quebró el lápiz grafito que tenía en las manos, según ella a su fantasía andante lo gozaba otra.
Durante el desayuno trataron de hablar un poco de todo, Rick no intentó indagar sobre ella y sus “secretos” más bien preguntó por sus hermanas y Minerva con gusto se abrió un poco al respecto, lo que causó en él una pequeña fascinación y recordó que debía hacer algo con respecto a la mascota. Al terminar el desayuno Minerva regresó a la habitación para intentar dormir mientras que Rick salió a la ciudad a hacer unas diligencias. Cuando ella se halló sola en la habitación, se desvistió y se metió a la ducha, un rápido y relajante baño le hizo sentir bien, al momento salió envuelta en el albornoz y perfumando su piel se acostó un momento, se sentía tranquila y por alguna razón el peso de su situación comenzaba a restarle y por ende, se sentía mejor. Colocando su cabeza en la almohada suspiró y pronto logró quedarse dormida.
Rick había entrado a una tienda de mascotas y aunque poco le hacía gracia el olor del lugar no pudo evitar mirar unos preciosos cachorros labradores, uno de sus deseos era llegar a tener un precioso perro, en una amplia casa con jardín y estar al lado de una mujer que lo amara y valorara, en un tiempo ese fue uno de sus más ardientes anhelos pero no había podido ser. Acariciando al cachorro perdió su mente y suspiró, en lo más profundo de su corazón guardaba una esperanza de formar una familia.
—¿Puedo servirle en algo señor? —dijo un chico poco mayor de veinte que lo hizo volver a la realidad.
—Sí, sí —contestó carraspeando y volviendo a su seriedad—. Me urge comprar un pez payaso.
—Sólo tenemos dos en existencia y la verdad son muy apegados ya que han estado bastante tiempo juntos, los clientes que han venido sólo quieren uno y la verdad queremos que los dos se vayan juntos.
—¿Serán hermanos?
—La verdad no lo sabemos, pero hemos notado ese apego, es por eso que se han vendido los otros y sólo ellos han quedado, incluso los vendemos con descuento para que se vayan los dos.
—¿Son pareja? —preguntó Rick arrugando la frente.
—Lo suponemos, tienen la facultad de ser machos y hembras cuando la ocasión lo amerite, aparte de que son un tipo de pez monógamo, ellos fueron de los más pequeños que llegaron y prácticamente han crecido juntos.
—¿Puedo verlos?
—Sí claro, sígame por favor.
El joven lo llevó al otro extremo de la tienda, hermosas peceras de cristal adornaban la sección del acuario e infinidad de diferentes tipos de peces nadaban a su antojo, era fascinante el juego de colores que se disfrutaban en las peceras debido a los accesorios que las adornaban.
—Ellos son, los hemos bautizado “Romeo y Julieta”
Rick levantó una ceja ante los nombres y se acercó para verlos, en efecto todavía estaban pequeños, tenían un color rojo-negro-blanco muy brillantes, no eran color naranja como el pobre difunto y dudó que a Diana le fueran a gustar. No se trataba de suplantar al otro sino de compensar a la chica por lo que él había hecho.
—¿Y cuál es el precio?
—Veinte dólares cada uno.
Rick alzó las cejas y abrió los ojos al máximo.
—Están en descuento —insistió el chico.
Rick exhaló, sabía que este tipo de pez no era barato, pero nunca se imaginó tener que comprar y menos una pareja.
—En realidad sólo necesito uno —dijo sin mostrar interés—. Y ni siquiera es para mí, es para un regalo, si me llevo los dos ¿Habría la posibilidad de bajar el precio?
—Voy a consultarlo —contestó el chico dejándolo solo por un momento.
“A lo que he llegado, jamás me imaginé regatear una mascota, ¿Me estaré volviendo un viejo tacaño?” —pensó resignado mientras veía las demás peceras.
Luego de un momento el chico volvió.
—Dieciocho dólares cada uno es lo mínimo, individualmente cuestan veinticinco.
—¿Tienen servicio de entrega?
—Sí.
—El problema es que deberán llevarlos a Ontario.
El chico se sorprendió.
—Como dije es un regalo y deben llevarlos ahora mismo.
—Pero señor…
—Averigüe si pueden hacerlo, me urge.
Después de llegar a un acuerdo con la tienda de mascotas “Romeo y Julieta” estaban listos para viajar a su nuevo hogar.
—Deberé hacer una llamada para decirles a donde llevarlos —dijo Rick después de cancelar todo, se alejó a una ventana y llamó al trabajo de Minerva.
—Bueno —dijo Sarah al otro lado.
—Buenos días, ¿Hablo con el departamento de Redacción?
—Sí.
—Necesito la dirección de la señorita Minerva Warren.
—¿Quién la busca? —preguntó la chica con reservas.
—Soy un amigo.
—¿Qué amigo?
—Uno que le urge la dirección de su casa.
—¿Y para qué?
Rick comenzaba a perder la paciencia.
—Señorita, hablo desde una tienda de mascotas en Los Ángeles así que no me haga perder mi tiempo, en camino va un encargó para Diana, su hermana, se trata de unos peces muy delicados y es necesario que alguien los reciba.
—Pues mire siendo así dudo mucho que haya alguien en la casa, la señorita Diana estudia todo el día y las demás chicas están en sus labores, además mi amiga está de viaje.
—¿Entonces sería tan amable de proveerme una dirección específica que pueda recibir el encargo? —preguntó intentando no fingir el sarcasmo.
—Puedo darle la dirección de la agencia de Aurora, la hermana de Minerva.
—Muy bien. —Rick se apresuró a anotar.
—Pueden llevarlos a “Warren & Smith” Agencia de eventos, la dirección es…
Una vez que Rick anotó todo y le agradeció a la chica, le dio a la tienda la dirección, por fin los peces llegarían a un hogar y sólo esperaba que los recibieran con mucha aceptación. La tarjeta sólo estaba firmada por “un amigo” y esperaba que con eso quedara saldada su deuda. Saliendo de la tienda se dirigió a la agencia del aeropuerto para hablar personalmente sobre el vuelo a Chicago.
Minerva dormía profundamente, por primera vez no tenía pesadillas al descansar una siesta. Se sentía relajada y muy liviana, sin duda Rick era el causante de ese bienestar aunque su orgullo lo negara. Estando sumida en su sueño podía sentirlo, podía oler su perfume, podía casi sentir su respiración en su cuello, Minerva tensó su cuerpo al sentir las cosquillas que sus dedos le producían cuando sentía que subían por su pierna, comenzó a delirar sin poder despertar, gemía inconscientemente a la vez que también abría sus piernas, sentía la respiración de Rick en su pecho que subía y bajaba y pudo sentir sus labios recorriendo el principio de los mismos, sus pezones comenzaron a endurecerse y podía sentir el ardiente aliento de Rick deseando lamerlos. Su cuerpo se arqueó más, al sentir claramente la punta de su lengua jugando en uno de ellos, gimió de nuevo. Minerva se sentía completamente excitada al sentir la mano de Rick subir por su pierna y detenerse en su sexo, sentía claramente su pulgar haciendo círculos en su monte Venus a través del panty de encajes, sentía su cuerpo explotar, los labios de Rick le daban besos cortos en el cuello a la vez que sus dedos la penetraron, gemía ante eso, estaba empapada y sólo deseaba más, por fin sintió los labios de él en los de ella asaltándola con suavidad, sus lenguas se encontraban y jugaban a la vez que los dedos de Rick como diestro vibrador estaban a punto de hacerla explotar. Deseaba sentirlo plenamente, deseaba que la penetrara con su miembro, deseaba sentir esos embistes que la llevaran al borde del abismo, deseaba gemir su nombre en el más delicioso orgasmo, pero al momento el sonido de su móvil la despertó de un solo golpe y de la misma manera se sentó en la cama, sudorosa y con su sexo palpitante, estaba mojada y desorientada, había tenido una fantasía con Rick y eso comenzó a no agradarle, sentía que había traicionado la memoria de Leonardo. Sujetó el móvil que estaba en la mesa de noche y miró que era él, el hombre que la había llevado a un orgasmo.
—Diga —contestó seriamente intentando contener la respiración agitada.
—Hola bella durmiente, ¿Te desperté?
“No, para nada…” —pensó con sarcasmo a la vez que apretaba las piernas.
—La verdad sí, pero no importa ya había dormido lo suficiente.
—Pues te aviso que estoy subiendo a la torre, pero no te preocupes, preferí llamarte que despertarte con un beso, soy un príncipe moderno, ¿no crees?
Minerva intentó sonreír.
—Si usted lo dice...
—Son casi las doce del mediodía, ¿Quieres almorzar aquí o en el aeropuerto?
—Pues… no sé, donde le parezca mejor.
—Bueno podemos discutirlo personalmente, abre la puerta.
Al momento Minerva escuchó que la tocaron y saltó de la cama, al hacerlo sintió el efecto de su sueño y arrugó la cara, se arregló el albornoz ya que solo tenía su panty y húmedo para colmo, estaba nerviosa ya no tenía tiempo para cambiarse, se apresuró a abrir.
—Preferí dejarte la llave para que veas que soy un caballero y…
Rick entró de un solo a la habitación sin percatarse del look de Minerva y al verla, sintió que su amigo se alertó. La chica sólo se rascó la cabeza intentando disimular, estaba hasta descalza.
—Perdón… —comenzó a decir un poco apenado—. No me imaginaba que…
—No se preocupe —cerró la puerta, se cubrió más el escote y se apresuró a buscar su ropa para meterse al baño—. Si gusta puede ver un poco la televisión, estaré lista en un momento.
Y sin dejar que dijera algo, se encerró en el baño, estaba apenada, el único hombre que la había visto así y más desnuda era Leonardo, sentía que ya no tenía la cara para ver a Rick a los ojos, deseaba que la tierra se la tragara. Rick por su parte estaba perplejo, la visión de Minerva sólo con el albornoz no la esperaba, su primer instinto al reaccionar era sujetarla por la cintura, pegarla a la pared, desatar el nudo de la bata y descubrir su desnudez, besarla hasta perder el aliento, tocar cada centímetro de su cuerpo y hacerla suya sin pensar en nada más. Deleitándose en su fantasía y con la mirada en la puerta del baño se sentó en la cama, deseaba tener super poderes y ver a través de esa puerta, negó con la cabeza y exhaló intentando controlar a su amigo que comenzaba a estorbar en sus pantalones. Cogió el control remoto y acomodándose las almohadas en el respaldar de la cama, prefirió distraer sus pensamientos y ver un rato la televisión.