Capítulo
29
La fiesta duró hasta ya bien entrada la madrugada, pero Rick y Minerva salieron del hotel poco después de la media noche, el paseo de la tarde los tenía agotados y Minerva sentía lo pies molidos, sabía cuál era el precio a pagar por estrenar zapatos nuevos. No había bebido mucho pero por alguna razón se sentía alegre, de reojo miraba a Rick al conducir y al hacerlo intentaba mantener las piernas juntas, reconocía que ese hombre la excitaba, pero prefirió divagarse mirando las luces de la ciudad mientras llegaban al apartamento. Rick por su parte intentaba concentrarse al manejar, sólo bebió unos cuantos tragos pero sentía sueño, de reojo también observaba a Minerva y ese atuendo que había escogido lo excitaba mucho, se deleitaba mirando sus piernas en esa minifalda que ansiaba subir, se deleitaba pensando e imaginando el tipo de ropa interior que llevaba debajo y al volver a sus pensamientos su amigo volvió a saludar, se acomodó en su asiento y se soltó el corbatín, sentía que todo lo que andaba encima le estorbaba. Observaba el cuello de la chica y esas ondas que caían por él, deseaba besarlo, olerlo, lamerlo, deseaba quitar ese vestido y descubrir la Minerva que estaba adentro, quería ver y conocer su cuerpo, quería verla completamente desnuda y en su cama.
Al llegar al edificio como siempre Rick se estacionó y subieron por el ascensor hacia el apartamento, Minerva se tocaba los hombros y movía la cabeza, se sentía cansada, al notarla Rick la sujetó de los mismos y ante el brinco de ella comenzó a masajearla, Minerva tragó en seco, las manos de Rick estaban haciendo maravillas.
—¿Está muy tensa señorita Warren? —susurró en su oído, Minerva evitaba los nervios.
—¿Eso cree?
—Claro, relájese.
“Pide lo imposible” —pensó la chica mordiéndose el labio.
Al momento llegaron al apartamento y al ver la oscuridad del mismo Minerva se sintió insegura. Estaban solos, acababan de llegar de una fiesta, ella sentía los tragos encima y el perfume de Rick la atontaba más, sentía miedo, su cuerpo clamaba por alivio, lo deseaba, deseaba que él la tocara, que la besara, deseaba que le hiciera el amor, después de los calentones que le había dado días atrás Minerva sentía su cuerpo vulnerable y a ella misma, más que dispuesta. Rick se acercó a las lámparas para encenderlas con luz tenue mientras ella, se encaminó a la cocina por agua, tenía sed.
—¿Se siente bien? —le preguntó Rick notándola un poco ansiosa a la vez que encendía el aparato de sonido.
—Si claro estoy bien —contestó después de beber.
Rick sonrió, “Unchained Melody” de Righteous Brothers sonaba suavemente en el salón pero a Minerva no le hizo gracia y reaccionó seriamente.
—Señor Brighton, ¿Puede quitar esa canción por favor?
Rick no entendía.
—¿Por qué?
—Porque sí.
—Esa no es respuesta.
—No es hora para escuchar música, ¿Qué no descansa usted y sus clásicos?
—¿Y usted descansa de los suyos? —Atacó acercándose a ella.
—¡Dije que la quite! —Ordenó, Rick se sorprendió por su agresividad.
—¿Órdenes a mí?
—Por favor —suplicó, se sentó en la barra y enterró la cabeza entre sus brazos—. Por favor ponga cualquier otra menos esa.
Rick no entendió su actitud, pero al notar que su estado de ánimo estaba cambiando prefirió obedecer, la prefería tímida o callada a que estuviera triste y a punto de llorar.
—Está bien. —Con el control remoto la cambió.
Sonando “How Deep Is Your Love” de los Bee Gees el asunto cambió, Minerva sintió volver a respirar.
—¿Pasa algo? —Rick se acercó a ella y levantó su cara, notó su tristeza.
—No, nada, me voy a la cama. —La chica se puso de pie, pero Rick la sujetó, no quería que la noche terminara.
Ambos se miraron fijamente y sin saber cómo Rick la llevó a la sala al ritmo de la música y comenzaron a bailar.
—Señor Brighton no soporto los zapatos —dijo arrugando la cara.
—Quíteselos. —Le dio la solución, no quería soltarla.
Minerva lo miró torciendo la boca y exhalando obedeció.
—Voy a solidarizarme con usted y haré lo mismo. —Se quitó los suyos también—. Así está mejor, sabe no entiendo ¿cómo dice que no puede bailar? veo que lo hace muy bien. —Rick inquirió curioso.
—No lo sé, creo que no es difícil llevar el ritmo, la experta en danza es Diana no yo.
—Pero no compare, esto no es ballet.
Minerva sonrió ante eso.
Prefirieron callar y dejaron que la música los envolviera, Rick respiraba extasiado su perfume y Minerva hacía lo mismo, ella sentía la respiración de él en su sien y él sentía la de ella en su pecho, el calor de sus cuerpos comenzaba a sentirse. Al momento la canción terminó y comenzó una que sabía a donde los llevaría y cómo terminaría el asunto que comenzaba a encenderse, “Take My Breath Away” de Berlin hizo que sus cuerpos reaccionaran, el problema fue que Minerva recordó la película.
—¿Te gusta la canción? —susurró Rick.
—¿De verdad quiere que le conteste? —preguntó también. Rick la miró desconcertado—. Señor Brighton toda mujer que escucha esta canción en lo primero que piensa en el cuero de Tom Cruise, ¿Es esta su manera de seducir?
Rick levantó una ceja.
—¿De verdad piensas en la seducción?
Minerva tragó en seco y más al sentir que Rick la pegaba más a él, sus labios casi rozaban y sus ardientes alientos podían beberse.
Sin pensarlo de nuevo Rick la besó con fuerza y volvió a apoderase de su boca y de su trasero, lo apretó gustoso. Minerva gimió ante eso y su cuerpo hirvió de repente, Rick bajó su mano acarició la media de su pierna, sentir ese encaje lo excitó más. Minerva ya sentía a su amigo saludar a su pelvis, sin pedir permiso Rick metió la mano y llegó hasta el panty, sabía cómo era y eso lo hizo gemir también, con toda la palma de la mano acarició plenamente ese trasero y sin pensarlo rozó el clítoris de la chica, soltó su boca y ambos jadearon. Minerva no podía pensar sólo sentir y deseaba más. Rick metió uno de sus dedos al sentir la lubricación de la chica, Minerva gimió.
—Deliciosa… —susurró—. Tal cual imaginé…
Minerva comenzó a jadear sin encontrar el aliento y Rick comenzó a mover su dedo con destreza dentro de ella, metió otro y la cuenta regresiva para Minerva comenzó.
—¡Ah…! —gemía mordiéndose los labios sus piernas temblaban y no podía mantenerse en pie.
—Tócame, siénteme. —Rick llevó una mano de ella hasta su miembro, Minerva inconscientemente lo apretó y el gimió ante eso—. Libérate Minerva —susurró en su oído a la vez que quitaba las pinzas que sujetaban su cabello, el cual cayó por la espalda de la chica.
La mirada de Minerva se oscureció, al verla él volvió a besarla y ella lo llevó al sillón para que se sentara, se hincó entre sus piernas y volvió a acariciar su miembro, inconscientemente Rick movía sus caderas. Minerva lo miró de manera seductora se enfocó en la cremallera y bajó el zipper, Rick no podía creer lo que miraba y sentía, había desatado una fiera y estaba listo para que lo devorara.
—Así que quiere jugar señor Brighton —susurró la chica acercándose a él como felina.
—Me gustaría —contestó conteniendo la respiración, Minerva se acercó más y lamió el lóbulo de su oreja.
Rick la sujetó con ambas manos y con fuerza del trasero, comenzó a subir el vestido, deseaba tocarla libremente, Minerva jadeó ante eso.
—¿Desea primero una sesión de sexo oral? —susurró la chica sin dejar de tocar el miembro.
Rick abrió los ojos y la boca, sonrió gustoso, no podía creer lo que había escuchado.
—Me encantaría —contestó saboreándose.
Minerva le quitó el saco y comenzó a desabotonar su camisa, él le ayudó con la tarea, una vez teniendo libre la cremallera Minerva volvió a meter la mano para sentir la erección, era grande, dura y gruesa, ella se saboreó también. Acarició con una mano el pecho de Rick y con la otra masajeaba por encima del bóxer su miembro, se acercó más para darle cortos besos en su pecho, en su estómago y seguir hacia el rumbo deseado. Rick jadeaba a la vez que alzaba su cabeza hacia atrás y cerraba los ojos para disfrutar la sensación. Minerva se deleitó, se detuvo un momento, se puso de pie mirándolo fijamente y sonrió.
—¿Vas a desnudarte cariño? —le preguntó Rick con los ojos cerrados a la vez que pasaba la lengua por sus labios.
Minerva sonrió descaradamente y levantó una ceja.
—Ésta era yo seduciéndolo señor Brighton, tenga dulces sueños. —Se vengó con sus mismas palabras y cogiendo sus zapatos, chal y cartera salió corriendo hacia la habitación.
Para cuando Rick reaccionó ya era tarde.
Por primera vez en mucho tiempo Minerva se carcajeaba al llegar a la habitación, se le había salido un poco lo diabla y se sentía satisfecha al haber hecho con Rick lo mismo que él le había hecho. Tanto se rió que su mente se bloqueó, lanzó las cosas al suelo y se le olvidó cerrar la puerta con llave, los tragos la tenían alegre, se acercó para encender las lámparas.
Rick se incorporó molesto y sin pensarlo, con paso firme se dirigió a su habitación, estaba dispuesto a botar la puerta si era necesario, pero no se quedaría con las ganas de tenerla, él estaba extremadamente excitado y ella también. Sin saber cómo, abrió la puerta de par en par y se quedó afuera parado erguidamente y mostrando orgullosamente su pecho como si se preparara para un combate mortal, miró a Minerva con la mirada más oscura y lujuriosa que podía mostrar. La chica se giró asustada al escuchar la puerta y al verlo se pegó a la pared, ahora sí sabía que no iba a escapar y para colmo The Doors y su “Light my fire” comenzaron a sonar en la sala.
—¿Estoy esperando que termine el juego señorita Warren? —Ahora era él el que se acercaba como un felino dispuesto a devorar—. No va a dejarme así.
—Señor Brighton salga de la habitación —ordenó ante el atrevimiento de entrar sin llamar.
—Come on baby, light my fire, try to set the night on fire. —Repetía la canción para provocarla—. Vamos cariño, enciende mi fuego, intenta incendiar la noche. ¿Se le olvida que es mi habitación señorita Warren?
Minerva exhaló y tomó uno de sus juguetes, se había sentido ridícula al hacerlo.
—Majadero, usted me la cedió, respete mi privacidad o me iré ahora mismo a un hotel. —Se sintió indignada—. Usted y su música ya me tienen harta.
—¿Y piensa partirme en dos con el sable de luz? —preguntó sonriendo—. Mmmmm su lado oscuro comienza a seducirme señorita Warren.
Minerva lo miró seriamente, soltó el juguete, se sintió estúpida y se acercó a su maleta.
—Me voy —sentenció.
—Ni siquiera lo pienses. —La sujetó del brazo con una mano y de la nuca con la otra, la besó con fuerza de nuevo sin dejarla respirar.
Minerva intentaba forcejear con él pero la posesión de Rick en su boca y el juego de su lengua la dominaron, volvió a sujetarla del trasero y en retroceso la llevó a la cama.
Al caer ya había perdido los sentidos, ya no podía retroceder, ese era el punto sin retorno, Rick la devoraba con avidez y aunque no lo quería reconocer le gustaba, el vestido se había levantado a la altura de su cintura y Rick, aprovechó para tocarla libremente a la vez que colocaba ambas piernas de ella alrededor de su cintura, la quería abierta, la quería dispuesta, quería penetrarla y jugar en su vagina una y otra vez sin cansarse.
—Minerva… —susurró con suavidad—. Haz realidad mi fantasía de tenerte.
Ágilmente, la liberó del vestido por encima de su cabeza y al fin la miró en ropa interior, ese conjunto lo excitaba aún más, la seda y el encaje en la piel de Minerva era una ardiente visión, el tamaño de sus pechos, su vientre plano, el diminuto panty que apenas y cubría su bien depilado sexo y dejaba a la imaginación a través del encaje notar los labios íntimos, las ligas en sus piernas y esas medias negras lo tenían a punto de ebullición y su erección comenzaba a dolerle mucho, necesitaba explotar. Se incorporó al borde de la cama sin dejar de verla y quitándose el pantalón con voz roca le dijo:
—Eres hermosa, no tienes idea de cuánto he soñado con este momento desde que te conocí.
Al ver que se desnudaba Minerva buscó cubrirse con las sábanas y sentarse en la cama para saltar de la misma, no sabía lo que quería y se sentía confundida, no estaba preparada para ver a Rick desnudo. Al ver la acción, él la sujetó y la acostó de nuevo colocándose encima de ella, sólo había dejado su bóxer para que ella lo quitara.
—Señor Brighton por favor. —Respiraba con dificultad haciendo subir y bajar sus pechos, Rick se deleitaba mirándolos—. Esto no puede ser, esto no puede pasar, por favor, déjeme sola.
—Olvida todo Minerva… —besó y lamió su cuello, ella cerró los ojos, la candente situación estaba a punto de llevarla a un orgasmo sin proponérselo—. Por favor, te dije que me gustas, te deseo, tu perfume, tu sabor, tu piel, toda tú eres un imán que me atrae. —Abrió sus piernas de nuevo y se colocó en medio—. Siénteme, siente tu efecto sobre mí—. Apretó su erección contra su sexo, Minerva se mordió, odiaba reconocerlo pero lo deseaba, lo quería adentro de ella, quería sentirlo, lo quería todo.
Dejó de pelear con ella misma y al sentir los labios de Rick en su boca se dejó llevar, al diablo con todo, era un momento de locura que quería disfrutar, lo necesitaba.
Comenzaron a devorarse y él bajó de nuevo a sus pechos y los liberó, quitó el sostén, se deleitó en chuparlos, en morderlos, en tocarlos, en lamerlos, Minerva arqueaba su cuerpo, esa boca de Rick hacía maravillas, la tenía empapada. Bajó más besando su estómago y lamió su ombligo, Minerva jadeaba y ese sonido a él le gustaba, ella respondía a él.
—Olvida quien eres… —siguió bajando hasta su vientre, el cálido aliento había hecho que la chica perdiera la razón—. Haz a un lado tus prejuicios, demuestra tu pasión… —llegó a su sexo y mordió su monte Venus—. Obedece a tus instintos—. Con su mentón le hizo círculos en su clítoris.
Minerva sentía que esa divina sensación la haría estallar, al notarla Rick no esperó más y quitó su panty de un solo tirón a la vez que metía su cara entre sus piernas como lo había deseado, bebió la excitación de Minerva la cual se retorcía en la cama ante esa sensación. La diestra lengua de Rick era maravillosa en su interior y en sus labios íntimos, él sentía cómo lo recibía y las contracciones que la chica sentía. Lamió, succionó, recorrió su interior, sus labios íntimos y su clítoris. Minerva ya no podía aguantar, las descargas eléctricas que sentía en todo su sexo la estaban sacudiendo.
—Rick basta —dijo entre jadeos con un hilo de voz mientras apretaba las sábanas—. Voy a estallar.
Rick obedeció pero ágilmente la besó en la boca para que sintiera el sabor de su excitación también, metió un dedo y comenzó a moverlo ágilmente, con el pulgar continuaba acariciando su clítoris, Minerva no paraba de gemir, metió otro y la cuenta regresiva comenzó.
—¡Dios! —la chica se liberó de su boca necesitaba respirar.
Rick la dejó sin aliento, cuando él sacó sus dedos empapados Minerva se sentía avergonzada.
—Mírame —le dijo casi en una orden. Minerva abrió los ojos. Rick se llevó el dedo índice a su boca para chupar sus fluidos, ella sin querer abrió la boca sorprendida ante eso por lo que él, aprovechó y metió su dedo medio. Minerva frunció el ceño pero entendió, cerró la boca y lo chupó también.
—Delicioso… —Rick se saboreó ante la sensación de tener su dedo en la boca de Minerva. Ella lo lamió y su lengua degustaba el dedo de Rick, eso lo excitó más.
Él se incorporó en medio de sus piernas, se deleitó mirándola abierta y se saboreó de nuevo al ver la entrada de su paraíso que lo invitaba a sentir la gloria, se quitó el bóxer mostrándole su maravilloso atributo que hizo abrir la boca de Minerva nuevamente y de una sola estocada aprovechando sus fluidos la penetró con fuerza. Minerva se arqueó ante la deliciosa embestida. Rick era perfecto, comenzó el lento y torturante movimiento adentro y afuera, lentamente para disfrutar el momento, Minerva era deliciosamente exquisita y quería disfrutar cada movimiento, cada roce, cada embiste. Besó sus pechos nuevamente a la vez que se impulsaba con más fuerza, Minerva no pensaba, solo sentía y sus instintos la habían llevado a abrir las piernas al máximo, Rick era delicioso, la llenaba toda, no se saciaba, quería más. Recordando sus palabras reaccionó y se incorporó, ante el desconcierto de él lo acostó en la cama y sin separar la posición ella quedó a horcajadas encima de él y comenzó a montarlo. Rick sonreía y se saboreaba gustoso, Minerva lo miraba fijamente y esa mirada azul de él también se clavó en ella, la chica comenzó a mover sus caderas a ritmo y ese movimiento enloqueció a Rick.
—Más cariño, dame más —le decía en gruñidos apretando los dientes mientras tocaba con fuerza sus muslos y la impulsaba.
—¿Así? —respondió ella moviéndose más rápidamente.
—Sí, así más… —Rick cerró los ojos para disfrutar a su jinete, reposó su cabeza en la almohada, las caderas de Minerva eran deliciosas.
—Rick, ya no puedo… —la chica alzó su cabeza hacia atrás también, su orgasmo se acercaba.
—Ven a mí, dámelo todo, eres mía. —Rick se sentó para recibirla y se apoderó de su boca, apretó su pecho contra el de ella, Minerva no dejaba de moverse, quería más, Rick succionó uno de sus pechos y una espiral de placer la elevó a las alturas.
—Sí, sí… —Minerva mordió sus labios.
—Mírame. —Rick le ordenó—. Abre los ojos y mírame a mí, soy yo el que está contigo no otro, haces el amor conmigo.
Minerva obedeció y al verlo sin dejar de moverse, llegó a su orgasmo amenazando con desprender el miembro de Rick por la fuerza de sus caderas.
—¡Ah… sí! —se dejó ir en gemidos.
—Di mi nombre, ¡di mi nombre! —ordenó.
—Rick, Rick… —intentaba encontrar el aliento derrumbada en su pecho.
—Bien preciosa, muy bien cariño… —la abrazó y besó su nuca apartando el cabello—. Soy yo el que está aquí, soy yo el que te tiene en sus brazos, acabas de tener un orgasmo conmigo y no con nadie más.
Levantó su cara y la besó apasionadamente, quería más de ella, aún no tenía suficiente.
—Es mi turno —susurró.
Se levantó y se paró al pie de la cama, aprovechó que Minerva seguía hincada y la tomó de las caderas arrastrándola a él, deseaba penetrarla en una de sus posiciones favoritas.
—Relájate, inclínate. —Rick acarició su espalda y Minerva se apoyó en sus codos, ese trasero expuesto a él lo excitaba al límite.
Sujetó su miembro y paseó la punta desde su vagina por toda la hendidura, pasando por el ano, regresando al mismo lugar y en ese mismo ritmo, empapaba la punta con el lubricante de la chica y esa sensación despertaba más placer en ella, mientras con una mano lo seguía haciendo a modo de masturbarse con ella con la otra acariciaba uno de los pechos de Minerva, inclinó su cabeza y le daba cortos besos en la espalda, todo lo que él hacía tenía a Minerva excitadísima lo que hizo que inconscientemente abriera más las piernas con las cuales estaba hincada a la orilla de la cama.
—Eres despampanantemente sexy —susurró con voz ronca mientras seguía con el movimiento de su miembro empapado por los fluidos de ella, lo soltó y metió un dedo de nuevo a modo de vibrador. Ella gimió—. ¿Te gusta?
—Oh sí… —mordía sus labios.
—¿Quieres más?
—Sí…
Metió otro dedo y aceleró sus movimientos, el sexo de Minerva estaba completamente hinchado, mojado, “suave y esponjoso” según Rick, por lo que no se aguantó y agachándose de nuevo llevó su boca al mismo, al sentirlo Minerva no paraba de gemir, nunca imaginó el placer que Rick sería capaz de darle en un momento, sentir su lengua en su interior era la sensación más placentera, no se imaginó el tamaño de la misma. ¡Por Dios! La llenaba toda, Rick lamía con placer toda su vagina, movía con destreza su lengua por todo su interior, Minerva había olvidado quien era y buscando más éxtasis abrió más las piernas a la vez que movía sus caderas, los labios de Rick acariciaban los suyos, su clítoris estaba exageradamente sensible. Rick sentía como su lengua era contraída por el interior de la chica y eso lo llevó a tocarse y a masturbarse, deseaba beberse toda la ambrosía de ella, lamió ese sexo hasta que la lengua se le durmió, el sabor de la chica lo había esclavizado, entre más lamía más se tocaba con fuerza hasta que no pudo controlarse, un gruñido se dejó escuchar, había llegado y eyaculó, su esperma cayó en la alfombra. Sacó su lengua del interior de la chica y lamió todo, pasó su lengua por el ano hasta llegar al principio de su espalda. Se incorporó de nuevo y saboreando sus labios, la penetró fuertemente de nuevo, Minerva creía que moriría de placer, jamás pensó una sesión de sexo de esa manera, nunca se imaginó que Rick hubiera hecho lo que hizo y mucho menos, jamás se imaginó estar dispuesta a ofrecer su cuerpo a un completo desconocido de la manera en lo que lo estaba haciendo. La sangre de ambos ardía.
—Haces alarde de tu nombre cariño. —Rick jadeaba con cada placentera embestida que le daba, apretando sus caderas con ambas manos, adentro y afuera, adentro y afuera, duro, fuerte y hasta el fondo—. Realmente eres una diosa, una delicia de mujer, una exquisita divinidad y eres mía, sólo mía.
Minerva ya no soportaba estar apoyada en sus codos, la posición le había dormido el cuerpo, pero un nuevo orgasmo le llegaba y deseaba más de Rick y de su exquisita hombría.
—Oh sí… —jadeaba en un hilo de voz.
—¿Más?
—Sí…
—¿Cuánto?
—Fuerte, más fuerte, más… —Minerva se ahogaba en sus palabras— ¡Dios! ¡Sí… ah!
Llegó a otro arrollador orgasmo, ya no pudo sostenerse, todo su cuerpo temblaba.
—Mía, mía por fin has sido completamente mía. —Rick gruñó y enterró sus dedos en los glúteos de Minerva, deseaba entrar en su piel.
Un último impulso con fuerza lo llevó a un nuevo orgasmo también, sentía que su diosa le había dado poder, su miembro estaba muy firme y erecto y sintió eyacular un poco más. La sujetó de la cintura y besó su espalda, Minerva se dejó caer y él la acompañó cubriendo su espalda con su cuerpo, ambos cayeron a la cama exhaustos y tratando de encontrar el aliento.