Capítulo

24

C:\Users\Denis Melara\Desktop\hermosa-pluma-de-pavo-real-en-un-vector-de-fondo-blanco.jpg

 

A media tarde mientras Anne descansaba en su habitación, Minerva se levantó a la cocina, tenía hambre, llevó consigo su portátil y su libreta de anotaciones y la colocó en la mesa del comedor, iba a intentar hacer algunos cambios que estimaba convenientes. En la cocina miró que en el horno de la estufa habían tres bandejas, una con arroz blanco con vegetales y camarones, otra con tallarines en salsa de soya y la otra con pollo y vegetales, el famoso “pollo Kung Pao” y su exquisito aroma le abrieron más el apetito, así que después de saborearse buscó un plato y procedió a servirse un poco de todo, lo metió al microondas y lo calentó un poco. En el refrigerador buscó algo que tomar y al ver las latas de sodas la hicieron recordar a sus hermanas, le entró un poco de melancolía pero no las quería llamar, no se sentía bien de ánimos para hablar y menos por lo ocurrido en la editorial. Sacó una lata de fresca naranjita y al buscar un tenedor, el sonido del micro le decía que ya estaba lista su orden, sacó todo y se sentó en la mesa del comedor para intentar comer observando el paisaje de la ciudad que tenía, sin pensar en nada más.

Cerca de las seis de la tarde Rick llegó, Minerva aún estaba en la mesa del comedor trabajando en lo suyo, había hecho una copia de su obra y trabajando en ella había logrado avanzar en algo. Anne miraba la televisión a la vez que tomaba su té antigripal y la concentración de ambas evitó que se percataran de su presencia, hasta que su potente voz se dejó escuchar.

—Buenas tardes.

Anne saltó del sillón para recibir a su hermano y Minerva dio un brinco en su propia silla al escucharlo, se enterneció al a ver los hermanos abrazados y bajó la cabeza al ver que Rick la miró fijamente, deseaba esconderse detrás del monitor y pasar desapercibida.

—¿Estás cansado hermanito? —Anne le quitó el portafolio y a Rick lo llevó al sillón.

—Si un poco —contestó sin dejar de observar a Minerva.

—¿Quieres comer algo?

—Después, voy a darme una ducha para estar más relajado.

Minerva intentaba no distraerse de su trabajo.

—Me alegra encontrarla aquí señorita Warren. —Rick se puso de pie a la vez que sonreía—. Regresaré en un momento para que hablemos.

—Como quiera —dijo Minerva desviando su mirada del monitor para contestarle.

Rick se dirigió a su habitación muy complacido, al menos estaba en casa y le habló, sentía que podía con ella si se lo proponía.

Después del baño y de la cena, Rick se sentó junto a Minerva en el comedor, Anne seguía en la sala mirando la televisión.

—¿Cómo se ha sentido toda la tarde? —le preguntó tomando su distancia.

—Bien, dentro de lo que cabe —contestó—. Creo que he avanzado con algunos cambios que estimé convenientes, se los dejé subrayados para que los note y compare con el borrador que usted tiene.

—Bien, lo veré después. ¿Quiere saber de qué se trató la junta?

Minerva se encogió de hombros.

—Están revisando un nuevo manuscrito que llegó y al parecer tiene mucho peso, lo están considerando, si usted no se decide es posible que se le dé prioridad a este que llegó.

Minerva levantó una ceja y arrugó la cara.

—Supongo que tiene los temas que quieren —dijo resignada.

—Desgraciadamente es lo que quiere el mercado.

—O las mentes mediocres.

—Señorita Warren, creo que usted puede hacerlo muy bien, no entiendo su negativa, a las mujeres les fascina eso.

—Pues a mí no.

Rick soltó el aire y sujetó su cabeza.

—El proceso de revisión con esta obra que llegó será breve, al parecer está gustando.

—¿Y?

—Que puede sustituir a la suya.

—¿Qué dijo Louisa de mi obra?

—Ella sólo se limitó a decir que la autora de “Nuestro amor” ya había llegado pero que habían unos puntos que no se habían concretado, nos hizo saber a todos que aún no había un contrato firmado y que por lo tanto se podía proceder a darle prioridad a cualquier otra obra.

Minerva exhaló, sintió que su plática con ella había sido en vano, creyó que por ser mujer la iba a entender, estaba decepcionada.

—¿Significa que podrían no publicarme?

—Significa que su obra pasaría a un segundo, tercer, cuarto o quinto término y eso significa que se retrasará su publicación, ya no en el tiempo acordado, podrían pasar meses o hasta un año.

—¿Y eso porqué?

—Ya se lo había dicho, porque al publicar un título la editorial en este caso el sello, se juega muchas cosas, al explotar la obra en su totalidad se enfoca en la publicidad en todas sus manifestaciones y eso conlleva muchos gastos, recuperar la inversión lleva su tiempo, el sello tiene como regla publicar máximo de tres a cinco título cada tres meses y ya hay un presupuesto para eso, no se puede exceder, el tiraje mínimo para cada título son de dos mil ejemplares, entre más lo piense más se atrasa. Ya hay un plan trazado que seguir y que acatar, la editorial no va a esperar su respuesta para siempre, escuchó a Louisa, tiene tres semanas para firmar, ni un día más, la conozco, fue muy amable de su parte concederle esa prórroga, no lo había hecho con nadie más.

Minerva no sabía qué pensar, al parecer la dichosa prórroga era la manera de Louisa de apoyarla, al menos le estaba dando tiempo y eso ya era algo de ganancia, al menos halló gracia y supuso que fue por su historia.

—Minerva por favor. —Rick tomó su mano y ella reaccionó a su calor—. No lo piense tanto, me alegra al menos verla aquí y estar así, hablando como dos adultos, eso ya es algo, verla concentrada en su portátil también es un progreso, será un placer revisar lo que ha hecho.

Minerva lo miró fijamente y sus miradas se clavaron, no entendía que clase de hombre era Rick pero tenía la esperanza de que la pudiera entender si algún día, decidía contarle su vida.

—Meditaré profundamente en el asunto señor Brighton, lo prometo —dijo soltándose y apagando su máquina—. Y no tiene nada que agradecer, me voy a dormir, mañana dedicaré el día a terminar algunas cosas.

—Gracias a Dios es viernes —dijo sonriendo—. Tiene mi correo podemos comunicarnos por allí, descanse, no se levante temprano, puede enviarme lo que ha hecho al email y así estar conectados, pediré permiso para el sábado, quiero mostrarle la ciudad, quiero que disfrute un buen fin de semana.

Minerva intentó sonreír y asintió con la cabeza, guardó su máquina en su estuche y después de despedirse con las buenas noches se dirigió a la habitación para descansar. Guardaba en su corazón la despedida de Chicago, la despedida que el lunes iba a darle a Rick y a Anne y que a ella ya comenzaba a entristecerla. Se metió en la cama con melancolía.