Capítulo

15

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Retomando el camino Minerva intentó disculparse pero el “perdón” que ella le dio no lo ablandó y él prefirió dejar las cosas así, ella necesitaba una lección y él iba a dársela. Ni siquiera intentar hablar por lo sucedido la noche anterior en el parqueo del Olive Garden valía la pena. El resto del viaje lo hicieron en un incómodo silencio.

Con la compañía de Abba, Los Bee-Gees, Elton John, Sting, Peter Certera y hasta Los Beatles, llegaron a Los Ángeles y Rick fue directamente al rent-a-car para entregar la camioneta y cancelar todo. Intentaba ignorar la compañía de Minerva pero no podía y comenzaba a fastidiarse hasta con él mismo, en todo el camino no entendió el porqué de las lágrimas de Minerva y mucho menos su actitud, no deseaba quebrarse la cabeza con una mujer tan extraña como ella, deseaba llevarla a la cama o tomarla donde le diera la gana pero no estaba dispuesto a soportar todo lo que el combo en ella implicaba. Sin quererlo, soltó el aire que lo ahogaba mientras esperaba unos papeles que firmar en la agencia y Minerva intento romper el hielo.

—¿Hay algún problema con la camioneta?

Rick reaccionó rápidamente a su voz.

—No, no, es sólo que faltan unos papeles para solventar todo, ya los van a traer.

—Me gustaría desayunar —pidió ella.

Ese tono tranquilo y manso en ella le gustaba, era sólo que no sabía cuando iba a explotar de la nada.

—Lo haremos en el avión —dijo seriamente.

—¿Y falta mucho? —Se sentó a su lado, Rick evitaba distraerse.

—Ya pronto nos llevaran al aeropuerto —contestó—. El vuelo a Chicago sale en hora y media.

—¿Entonces podríamos comer algo en el aeropuerto?

Rick la miró soltando el aire de nuevo, deseaba una reconciliación de pareja, besos, abrazos, caricias, sexo, pero sabía que estaba pidiendo mucho.

—Perdón por la demora señor Brighton —le dijo Antonio el encargado que lo atendió la primera vez—. Sólo firme aquí y todo estará listo, espero que haya tenido un excelente viaje y que haya disfrutado de la ciudad de Ontario.

—Más o menos —contestó mientras firmaba, Minerva hizo pucheros.

—Bueno al menos regresa en muy buena compañía —dijo mientras observaba a Minerva.

—¿Eso es todo? —Terminó de firmar e intentó ignorar lo que había escuchado, no estaba en sus planes sentir celos.

—Sí señor —dijo el hombre un tanto apenado ante la seriedad de Rick.

—Entonces le pido que me de unas copias selladas de todo lo que acabo de firmar, necesito reportar estos gastos a mi trabajo, ¿Me entiende?

—Sí señor, enseguida.

—Y rápido por favor, necesito tomar el vuelo a Chicago.

—Oh, lo siento señor, el vuelo ya está a punto de partir.

—¡¿Qué?! —Rick se transformó al oír eso.

—Los martes y jueves el vuelo directo a Chicago sale a las 07:00 a.m.

Rick intentó respirar y asimilar la noticia;

—¿Y el próximo vuelo? —preguntó intentando fingir tranquilidad.

—Ese es el único vuelo directo, creo que el próximo sale a hasta las 15:00 p.m. haciendo escala en Atlanta.

Rick estaba furioso, se levantó de su silla y caminó como león enjaulado, no era posible que pasara lo mismo, odiaba las escalas, necesitaba controlarse o no respondía.

—De todos modos lo voy a poner en contacto con la agencia dentro del aeropuerto —dijo Antonio muy nervioso al ver la actitud de Rick.

Le anotó un número detrás de una tarjeta.

—Llame a esta línea directa, le contestará Joseph o Jane cualquiera de los dos y dígales que llama de parte mía, ellos podrán ayudarle. —Y diciendo esto salió disparado a sacar las copias que Rick le había pedido.

Minerva tomó la tarjeta del escritorio y se puso de pie para encontrarse con Rick.

—¿Y ahora? —preguntó entregándole la tarjeta.

—¿Qué sugiere? —inquirió seriamente tomando con resignación la tarjeta.

—Comer y descansar —contestó.

—¿En el Holiday?

—Si no hay más remedio. —Se encogió de hombros.

—Se deberá pagar la noche completa.

—No importa, aún tengo sueño, me vendría bien dormir un rato.

Rick asintió torciendo la boca, sentía que todo su viaje había sido un caos, todo estaba en su contra y ni siquiera tenía el consuelo de pasar un rato en la cama con Minerva, vaya aventura la que había pasado.

Cuando se registraron en el hotel a la recepcionista que había atendido a Rick la primera vez no le hizo gracia verlo acompañado, su corazón dio un brinco al verlo entrar al vestíbulo y en un reflejo apretó las piernas pero su sueño se vino abajo cuando él se dirigió luego a Minerva que venía detrás de él, le había susurrado algo al oído y eso a la recepcionista no le gustó. Era obvio que había ido por su pareja a Ontario y ahora regresaba con ella, menuda decepción al verlo con una mujer.

—Buenos días señorita —saludó seriamente—. Una habitación por favor.

—Dos —contradijo Minerva.

Rick se giró a ella, no podía quedar bien de ninguna manera.

—Es un gasto innecesario, sólo serán unas horas —le dijo seriamente.

—No importa, lo que quiero es dormir sin que me molesten.

—No voy a molestarte, ni siquiera estaré en la habitación si eso te molesta.

Minerva hizo pucheros, a la recepcionista le agradaba saber que al menos estaban peleados. Rick la tomó del brazo evitando perder la paciencia y se alejó con ella un poco de la recepción para no ser escuchado.

—¿Te has propuesto fastidiarme la existencia? —preguntó en susurros.

—Suélteme que me lastima el brazo. —Atacó Minerva.

—Mira niña, tal vez para ti no soy nada pero tus aires de grandeza ya me tienen colmada la paciencia, dos habitaciones sólo por unas horas es un gasto innecesario que no vale la pena, ni el precio de una noche completa, duerme todo lo que quieras, sólo quiero un lugar para el equipaje, yo no voy a molestarte, tengo asuntos que atender por la mañana y no me da la gana perder mi tiempo contigo. Es más, si gustas pide el desayuno y come sola en la habitación yo lo haré en el restaurante del hotel, es posible que encuentre a una mejor compañía que tú.

Minerva intentó soltarse y darle una bofetada por eso, la provocaba, ambos se provocaban y no sabía hasta cuando iba a resistir eso.

—Invita a la zorra de la recepcionista que te devora con los ojos, es obvio que no sólo querría comer contigo.

Rick levantó una ceja y sonrió ante eso, Minerva no sólo lo estaba tuteando sino que actuaba como una mujer celosa.

—Puede ser, podría aprovecharme, ¿No te parece?

Minerva forcejeó con él para soltarse pero él la sujetó con fuerza de la cintura.

—Minerva por favor… —Susurró casi pegando sus labios a los de ella—. ¿Acaso no puede ver más allá de tus narices?

Minerva podía sentir su ardiente aliento y su cuerpo comenzó a responder, estar en sus brazos le provocaba muchas cosas y su vientre comenzó a palpitar.

—¿Se le olvida que tenemos una relación de negocios señor Brighton?

Rick exhaló, Minerva lo colmaba y no sabía cómo explotar, se sentía frustrado.

—Prometo no molestarla señorita Warren. —La soltó con decepción—. Pero sólo vamos a alquilar una habitación, he dicho.

Se dirigió de nuevo a la recepción y la chica lo esperaba ansiosa.

—Una habitación dije —sentenció conteniendo su enojo.

La chica le fingió una molesta sonrisa, no le hizo gracia, sabía que la barbie Malibú de pelo castaño estaría con él e imaginarse una reconciliación entre ellos la hizo hacer los trámites de mala gana.

Al entrar a la habitación y al darle una propina al botones Rick colocó a un lado de la puerta el equipaje de ambos, Minerva miraba la habitación con un tanto de recelo y mientras se asomaba por la ventana para admirar la vista panorámica, Rick evitaba mirarla al concentrarse en lo suyo.

—Puede pedir el servicio a la habitación y luego descansar —le dijo sin mirarla—. Yo iré a desayunar algo y luego tengo que salir.

Minerva frunció el ceño, no quería quedarse sola y se odió por lo que dijo.

—¿Si gusta puedo acompañarlo? Digo, si no le molesta mi compañía.

Rick soltó el aire y dejó por un momento las maletas, volvía a tratarlo de usted.

“Si quieres jugar lo que me gustaría es tenerte en esa cama” —pensó torciendo la boca.

—Dijo que no quería ser molestada y la voy a complacer. —Se giró a ella y la miró seriamente—. Creo que fue muy clara conmigo, no entiendo su cambio de parecer.

Minerva bajó la cabeza y rozó su frente con los dedos, sabía que había hecho sentir mal a Rick varias veces.

—Puede pedir lo que quiera y cargarlo a la cuenta de la habitación —continuó Rick—. Que pase feliz mañana.

Y diciendo esto se dirigió a la puerta pero Minerva dijo la palabra clave para que él se detuviera.

—Rick espere… —Se acercó apresuradamente a él. Lo sujetó del brazo, él la miró manteniendo su seriedad—. Lo siento, por favor disculpe todo lo que le he hecho pasar, ¿Podríamos llevar la fiesta en paz?

Rick tensó la mandíbula y giró sus ojos hacia otro lado, no quería verla, sabía que si lo hacía lo dominaría, la suavidad de su voz comenzaba a tener efecto en él.

—Por favor —insistió aferrándose de su brazo y acercándose más a él, inconscientemente con ese mismo brazo él rodeo su cintura y ella lo permitió.

—Es usted una mujer desconcertante señorita Warren —le dijo seriamente—. Y no puedo permitir que intente jugar conmigo, creo que todo lo que he hecho hasta el momento es tratar de servirla y de complacerla.

Minerva bajó la cabeza, sabía que después del incidente en el hotel en Ontario a Rick le había quedado claro quién era ella y no había intentado volver a propasarse.

—Tiene razón señor Brighton. —Se limitó a decir.

—Minerva ¿Quién eres? —Preguntó tuteándola y levantando su barbilla con la punta de los dedos—. Puedes ser una mujer encantadora pero al momento te transformas y tu actitud hiere, si tan sólo me abrieras un poco tu corazón podría entenderte.

Minerva lo miró, el azul cristalino de esos ojos por poco la dominó, los asoció con otros y por un momento deseó acariciar esa cara, deseó sentir esos labios, el brazo de Rick que la sujetaba de la cintura le hacía palpitar más su vientre, el acercamiento que tenían estaba derribando sus muros. La voz de Rick comenzaba a derretirla.

—Soy una mujer como cualquier otra —contestó.

—Pero herida.

Minerva lo miró fijamente, eso no lo podía ocultar, tragó en seco, no quiso contestar.

—No sé qué ocultas, pero voy a respetar tu silencio y como dijiste, nos vamos a limitar al trato profesional si esa es la frialdad a la que estás acostumbrada. Come bien y descansa.

Rick intentaba salir de la habitación pero por alguna razón Minerva no quería.

—Rick… —pareció suplicar—. No quiero comer sola.

Él la miró y pudo ver en sus ojos una extraña tristeza que no alcanzaba a entender, Minerva era una mujer hermosa y lo sería más si tuviera esa chispa de vida que necesitaba, quería ver su alma a través de sus ojos, quería saber porqué ella era así, quería saber la causa de su tristeza y amargura, quería saber qué era lo que le impedía reír, hablar, gritar y todo lo demás que implicaba ser una mujer como el resto. Soltó el aire de nuevo y haciendo un gesto con la mano le indicó que saliera primero, Minerva curvó sus labios y buscando su bolso obedeció gustosa. Era una niña para Rick aunque la diferencia de edad no era mucha, para él ella intentaba encerrarse en su caparazón de mujer pero si lo seguía intentando sabía que podría descubrir a una Minerva opuesta a la que ella le mostraba.

—¿Sabía que es la primera vez en mucho tiempo que salgo sola con un hombre? —Le hizo saber al momento de salir de la habitación intentando sonreír.

—¿En serio? —Preguntó extrañado sin entender la pregunta—. Vaya privilegio entonces.

—Quiero decir con un desconocido, es algo que nunca acostumbro.

Ambos se dirigieron al ascensor y bajaron para desayunar juntos.