Capítulo
13
Minerva esperaba sentada en un sillón de la sala la llegada de Rick, tarareaba con sus dedos el borde del brazo del sillón a la vez que impacientemente miraba su reloj de puño de vez en cuando, había logrado despedirse por teléfono de Sarah y seguiría en contacto con ella vía email pero a su ex suegro no le había hecho gracia su inesperado viaje y que no se hubiera logrado despedir y eso, no la tenía muy bien de ánimos. Recordó las palabras de su amiga y comenzó a pensar seriamente en su situación, estaba más que consciente de que Leonardo ya no estaba con ella y que nunca volvería y debía de pensar en un futuro mejor para ella ya que estaba viva, en silencio pensaba y pensaba y volvía a pensar, sin duda un desgaste que ella ya estaba considerando en hacer a un lado.
Rick Brighton manejaba hacia la residencia de Minerva minutos antes de las cinco de la mañana con una sonrisa de oreja a oreja, en parte se sentía satisfecho, no sólo por la decisión de ella sino porque viajaría en buena compañía y eso lo entusiasmaba. Al llegar sonó la bocina y los portones se abrieron permitiéndole el paso, se estacionó frente al pórtico y a través de los ventanales de vitral que rodeaban la puerta principal, notó la claridad del interior y una silueta que se acercaba y que le hizo tragar en seco.
—Buenos días señor Brighton, muy puntual. —Minerva abrió la puerta para recibirlo.
—Buenos días señorita Warren, es un placer para mí.
—Señor Brighton, señorita Warren uy… tanta seriedad y formalidad… —Ariadna acompañaba a su hermana al pórtico muy sonriente, Minerva exhaló.
—Señor Brighton le presento a mi hermana Ariadna, Ariadna te presento al señor Rick Brighton —hizo las presentaciones resignada.
—Mucho gusto señor Brighton. —Ariadna le extendió la mano y Rick la sujetó con un apretón.
—Es un placer señorita Warren.
—Ay por favor dígame Ariadna, dejemos las formalidades. —Ariadna se mostraba un tanto coqueta, no le soltaba la mano, Minerva puso los ojos en blanco, evitaba torcer la boca.
Rick al notar su gesto no dudó en seguir el juego.
—En ese caso puede llamarme Rick.
—Con mucho gusto, Rick —contestó de lo más fresca—. Le recomiendo mucho a mi hermana, necesita distraerse mucho, mucho. ¿Cree que puedo confiar en usted?
—Intentaré complacerla —contestó sonriente, le agradaba lo desenvuelta de la chica.
—Mmmmmm…. —musitó carraspeando y levantando una ceja—. En ese caso voy a correr el riesgo.
El juego de palabras estaba fastidiando a Minerva y no sabía por qué se molestaba.
—Ariadna, no quiero que lo tomes a mal pero, ¿Qué no piensas soltar la mano del señor? Recuerda que va de viaje.
—Oh sí —sonrió apenada—. Perdón señor Brighton, Rick, no era mi intención quedarme con su mano.
Rick sonrió y Minerva la miró seriamente.
—Bueno creo que ya todo está listo —dijo Aurora apareciendo en escena—. ¿No se te olvida nada?
Rick la miró extrañado y volvió sus ojos a Ariadna, eran iguales y lo único que las diferenciaba era el color del cabello.
—No se asuste señor Brighton —dijo Minerva notándolo—. No está alucinando, le presento a Aurora, la gemela de Ariadna.
—Encantado señorita —extendió la mano fascinado con las gemelas.
—Mucho gusto señor Brighton —saludó cordialmente pero manteniendo la seriedad—. Le recomiendo mucho a mi hermana.
—No se preocupe, yo veré porque esté muy bien.
—Eso espero.
—Aurora querida, deja la seriedad ¿Qué va a pensar Rick de ti? —le dijo Ariadna.
Aurora la miró frunciendo el ceño, conocía muy bien el rumbo de su hermana.
—No tiene que pensar nada —contestó—. ¿No es así señor Brighton?
—Por supuesto, es sólo que no esperaba ver hermanas gemelas y muy diferentes, estoy asombrado nada más.
—Yo siempre he dicho que es mejor una promoción de dos por uno, ¿No le parece Rick? —Ariadna no dejaba de coquetearle muy sonriente, por lo que Aurora la pellizcó disimuladamente, Ariadna evitó retorcerse para disimular.
—Bueno, no quiero ser aguafiestas —dijo Rick al notar una Minerva callada—. Pero debemos irnos, recuerden que vamos hasta Los Ángeles ¿Su equipaje señorita Warren?
Minerva le señaló la sala y ambos se encaminaron para sacar todo.
—¿Se puede saber qué te pasa? —Aurora regaño a Ariadna en voz baja—. ¿Cómo te atreves a coquetearle a ese hombre que no conocemos?
—Sh…. —musitó sobándose el brazo—. Ni pienses que no me voy a desquitar el pellizco ¿eh? Estoy probando a Minerva y estoy más que segura que siente algo por él, míralo, está bien guapo, sería una completa tonta si no lo aprovecha.
Aurora giró la cabeza para lograr una mejor vista y asintiendo con la cabeza secundó a su hermana, Rick le parecía muy bien en cualquier posición, “bien bueno” su pensamiento la hizo sacudir la cabeza.
—¿Lo ves? —Sonrió Ariadna pícaramente mordiéndose el labio—. Un excelente espécimen, ¿No lo crees? Estoy considerando seriamente escribir un libro.
Aurora sonrió ante eso, Ariadna era única.
—Disimula, disimula. —Aurora codeó a su hermana. Minerva y Rick salían y mientras él metía la enorme maleta de Minerva en la cajuela, ella con su neceser y bolso de mano se despedía de sus hermanas.
—Cuídate mucho Minerva —le dijo Aurora—. Disfruta tus días, estamos en contacto, me llamas en cuanto llegues ¿Ok?
—Claro. —Minerva evitaba llorar, era muy sentimental en cuanto a separarse de sus hermanas.
—No pienses en nada más que no sea tu felicidad —le dijo Ariadna cuando la abrazaba.
—Lo intentaré. —Minerva sonrió—. Por favor cuídate tú también, voy a estarlas llamando, quiero despedirme de ti antes de que te vayas a Francia.
Ariadna sonrió y Minerva evitaba llorar, odiaba las despedidas.
—Tranquila —Ariadna la abrazó de nuevo—. Claro que nos vamos a despedir ¿Y te doy un consejo? Gózate a este cuero si puedes.
Minerva abrió los ojos al máximo y tragó en seco, Ariadna se limitó a sonreír levantando una ceja.
—Aprovecha… —Insistió con esa sonrisita que también hizo sonreír a Minerva, Ariadna era la oveja negra y divertida de la familia. Rick se acercó a Minerva, al notar la unidad de las hermanas deseaba estrechar a Minerva entre sus brazos para darle valor.
—Me despiden de Diana por favor —dijo intentando parecer fuerte.
—¿Quién es Diana? —preguntó Rick.
—Nuestra hermana menor —contestó Aurora—. Está profundamente dormida, anoche se acostó tarde llorando a Clowndy.
—¿A quién?
—A nuestro pez payaso —contestó Minerva—. No sabemos cómo paso ni cuánto tiempo tenía de estar muerto, de casualidad ella misma se fijó cuando le iba a dar de comer y lo encontró flotando en la pecera.
Rick tragó en seco, sabía que el pobre pez no iba a sobrevivir, se sentía un asesino de seres inocentes, frunció el ceño y sacudió la cabeza.
—No se preocupen, pronto se le pasará, todas lo sentimos pero ni modo —dijo Ariadna.
—Usted tuvo que haberlo visto —le dijo Minerva a Rick—. La pecera está en el pasillo que conduce al baño.
—Oh si —intentó disimular—. Me pareció notarlo.
—Si era el único payaso en la pecera, pero bueno, ya nada se hace con lamentarse, seguramente hubo algún bajón de energía cuando yo salí, no sé. ¿Nos vamos?
—Sí claro —reaccionó rápidamente apretando las manos de las gemelas para despedirse—. Señoritas un placer, prometo cuidar de su hermana con mi vida.
—Que galante —dijo Ariadna.
—Se lo agradecemos —dijo Aurora.
Y como un caballero le abrió la puerta de la camioneta a Minerva y luego subió él. Se despidieron de nuevo a través del vidrio y rápidamente salieron de la propiedad con rumbo hacia Los Ángeles.