Capítulo

23

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—Señorita Warren ¿qué pasó? —Rick estaba preocupado.

—Nada, quiero irme ya.

—Pero, ¿Por qué?

—Señor Brighton no quiero hablar, me duele un poco la cabeza. —Se dirigió a la puerta.

—La acompañaré al vestíbulo del edificio.

Cuando bajaron Rick le pidió a uno de los guardias que le buscara un taxi.

—Señorita Warren no sé que habrá pasado, pero sólo le pido una cosa, por favor no se vaya de mi apartamento, espéreme al menos, yo salgo a las cinco, necesitamos hablar, estoy seguro que la junta no es para nada bueno y usted debe de saber.

En ese momento sonó el móvil de Rick y aunque intentaba ignorarlo sabiendo de quien era la llamada, al final lo sacó de su pantalón y vio que la llamada perdida era de Anne.

—¿Pasa algo? —preguntó Minerva sobándose la sien.

—Era Anne, ¿Se sentirá mal?

Al momento volvió a sonar y cuando Rick se dispuso a contestar la sangre se le enfrió al notar a la mujer que se acercaba justo detrás de Minerva.

—¿Anne? —Rick contestó con la mirada fija y seriamente en la mujer que se acercaba, Minerva lo notó.

—Rick, ¿Por qué diablos no contestabas? La loca de tu ex llamó aquí y al saber que ya estás en la ciudad fue a buscarte.

—Gracias por avisar, ya llegó, adiós.

Colgó el teléfono e hizo a un lado a Minerva para protegerla.

—Rick mi amor ya llegaste. —Una mujer de pelo rubio rojizo y vestido negro ajustado y muy provocativo lo abrazó, por poco lo besa pero él la esquivó quitándole los brazos.

Minerva la miró seriamente sin entender su actitud y se decepcionó más, sin duda era una “amiguita” de Rick.

—¿Qué demonios haces aquí? —Rick contenía su furia, sus ojos parecían puñales.

—Mi amor vine a buscarte, supe que ya habías regresado, Rick por favor tenemos que hablar. —La mujer intentaba abrazarlo y él se lo impedía.

—¡Señor Brighton! —Le gritó el guardia—. ¡Su taxi está aquí!

—Me voy —dijo Minerva encaminándose a los escalones.

—Espera por favor. —Rick la sujetó del brazo al notar su molestia.

—¿Así que esta es tu nueva conquista? —inquirió molesta la mujer mirando fijamente a Minerva.

—¡Basta! —sentenció Rick.

—Dímelo, ¿es por ella que no contestas mis llamadas?

—Suélteme señor Brighton. —Minerva forcejeaba con él.

—Minerva no te vayas así.

—Rick por favor, yo aún te quiero. —La mujer lo sujetó del hombro y Rick se enfureció más.

—¡Scarlett basta ya! —Le gritó a la vez que Minerva lograba soltarse para dirigirse al taxi—. ¡Déjame en paz de una maldita vez!

Se dirigió apresuradamente a seguirla y logró alcanzarla antes de entrar al taxi.

—Por favor —insistió sujetándola de la cintura—. Dime que al menos vas a esperar que yo llegue.

—Suélteme. —Minerva evitaba golpearlo—. Recuerde lo que le dije si me volvía a tocar.

—Y tú recuerda lo que yo te dije también.

—Dígaselo a ella que lo conoce muy bien. —Sonaba celosa.

—Si quieres saberlo te lo diré, yo no tengo nada que ocultar. —Metió la mano en la bolsa del pantalón y le entregó un pequeño llavero con una sola llave—. Esta es una copia de la llave del apartamento para que puedas entrar sin problemas, espérame allí, tendremos mucho de qué hablar cuando llegue.

Minerva lo miró y sin querer aceptó la llave, Rick la soltó. Le abrió la puerta del taxi y ella entró, él le pagó al taxista a la vez que añadía:

—Lleve a la señorita al edificio Springfield en el área metropolitana por favor. —Luego se dirigió a Minerva—: ¿Puedo confiar en ti? ¿Me vas a esperar?

Minerva evitaba verlo, pero al girar la cabeza notó a la mujer que a lo lejos lo esperaba.

—No repares en esa loca que me cansado de poner en su lugar y mandarla al diablo —le dijo Rick mirándola fijamente—. ¿Lo harás?

—Está bien. —Se limitó a decir seria y secamente.

—Gracias.

Dejó que el taxi avanzara.

Mientras se alejaban Minerva obedeció a su curiosidad y aprovechando el tráfico y el que el taxi se detuviera, miró hacia atrás, Rick apenas y se detuvo a intercambiar alguna palabra con la mujer a la cual dejó ignorándola mientras él entraba al edificio. Sin quererlo una leve sonrisa se dibujó en su cara.

—¡Vete al infierno de una vez! —Le había gritado Rick, mientras avanzaba con paso firme hacia el vestíbulo.

—Pero Rick no me dejes así…

—¡Déjame en paz!

 

Cuando Minerva llegó al apartamento, Anne ya había pedido comida china para almorzar, la chica estaba en la cocina y al ver a Minerva se asustó.

—Perdón por entrar así —le dijo para tranquilizarla—. Su hermano me prestó una llave.

—No se preocupe señorita Warren —dijo encontrando  el aliento—. Me alegra que lo haya hecho.

—Por favor dime Minerva.

—Está bien Minerva, ya le tengo la lista de algunos hoteles. —Sacó una libreta de un cajón de la cocina—. Hay habitaciones desde $35.00 y no es que sean malos hoteles, pero puede revisarlos, incluso buscarlos en la red y…

—Muchas gracias Anne. —Minerva miró la lista—. Para mi desgracia soy una completa turista y no conozco la ciudad, además su hermano me pidió esperarlo, tiene una junta después del almuerzo, ya veré…

—Si es así me parece muy bien, pero dígame, ¿Cómo le fue con la editorial?

Minerva se sentó en uno de los bancos de la barra y suspiró, evitó torcer la boca.

—Minerva no me asuste, ¿Le dijeron algo malo? —insistió la chica mirándola fijamente.

—Anne… ¿Realmente te gustó lo que escribí? —contestó Minerva con otra pregunta.

—Claro que sí, yo soy una romántica empedernida, me gustan mucho las novelas históricas de damiselas y caballeros, ah… ese gesto de los besos en la mano me derriten, me hacen desear tener un abanico a mano para refrescarme también, me sonrojo como tonta al leer.

Minerva sonrió.

—Pero mi obra no es histórica.

—No, pero su protagonista parece que sí, me encanta, ya quisiera encontrar a alguien así.

—Y eso es lo que quieren que cambie. —Minerva suspiró de nuevo.

—¡¿Qué?!

—Así es.

—¿Pero qué le pasa a todo el mundo?

—Lo mismo me he preguntado…

—No me parece justo, en lo personal fue su manera de ser lo que me enamoró de él, ¿Qué es lo que le tiene que cambiar?

—Eso precisamente, su esencia, quieren que lo asemeje a… —Minerva exhaló molestándose—. Quieren que sea más dominante, atrevido, lujurioso, que se limite sólo al sexo y a ser un macho en la cama, quieren que especifique más las escenas sexuales con pelos y señales.

—Pero es absurdo, entonces no quieren una novela romántica sino erótica, creo que entonces Eleganza no está ubicada, creo que con estos auges han confundido las cosas, todavía una novela romántica/erótica tiene su límite pero si van a convertir la suya en una película porno de baja categoría…

—Lo mismo pienso. —Minerva torció la boca.

—¿Y se podrá llegar a un acuerdo?

—No lo sé.

—Me decepciona este asunto, demasiados libros hay con lo mismo, ¿Qué no piensan en algo nuevo?

Minerva se encogió de hombros.

—Lo siento. —Anne tomó su mano—. Nunca creí que le fueran a poner límites, perdón, todo este asunto es culpa mía.

—No tienes que disculparte Anne, agradezco lo que has hecho, ya veré que decisión tomo.

Se levantó de la barra para dirigirse a la habitación.

—¿Desea comer algo? —preguntó Anne. Minerva recordó que sólo había tomado jugo.

—Ahora no gracias, voy a darme un baño y a descansar un poco, necesito pensar, luego comeré algo.

—Como quiera —la chica notó el desánimo en la expresión de Minerva.

“Quiero regresar a Ontario” —pensaba Minerva con decepción al entrar a la habitación—. “Leonardo…”