Capítulo
28
La tarde del sábado había sido estupenda para ambos y les sirvió para distraerse de los deberes, Rick era un excelente guía y el haber llevado a Minerva a Sears Tower, Millennium Park, Field Museum, Magnificent Mile, Lincoln Park entre otros lugares fue una experiencia sumamente agradable y fue precisamente en Magnificent Mile donde aprovecharon comer y visitar las tiendas. Minerva había olvidado quien era y disfrutó el paseo como si se tratara de una niña que salía con el papá, se metieron a varias tiendas y pudo adquirir algunos recuerdos para llevar a Ontario. En una de las más prestigiosas tiendas se detuvieron para comprar la ropa que necesitaban, Rick quería hacerse cargo del gasto pero Minerva no lo permitió, no era su deber y antes de discutir con ella Rick prefirió ceder. Se separaron para hacer las compras él se fue a la sección de caballeros y ella a la de damas en donde se deleitó en la sección de ropa interior, no sabía porque estaba allí ni que la había impulsado a detenerse allí, pero al ver la provocativa lencería sólo pensó en alguien, en Rick y eso la hizo apretar las piernas, sonrió sin saber porqué lo había hecho pero se sintió aliviada, poco a poco el pasado quedaba atrás y el pensar en otro hombre era algo que ella jamás se imaginó hacer, pero también era algo que la hacía sentir viva, se sentía mujer, necesitaba hacerlo y era un progreso para ella después de tanto tiempo. Recordó las palabras de Ariadna cuando se despidió al decirle “Gózate a este cuero si puedes” y sin quererlo se sonrojó. Procedió a buscar un atuendo que pudiera estrenar y se decidió por uno negro de seda y encajes, muy sexy, con ligas y medias de encaje superior, sólo esperaba soportar todo el atuendo y que Rick no lo conociera. Después de decidirse por un vestido negro, de línea recta en el escote y hombros al descubierto, ceñido a su cintura y a sus caderas haciendo que las curvas que tenía le sobresalieran más, se sintió satisfecha, era corto, a centímetros de la rodilla por lo que buscó también unos zapatos negros, brillantes y muy altos que la estilizara más.
Al pasar por la perfumería se sintió atraída por los aromas y su marca favorita; Givenchy y sin poder contenerse se compró un perfume para estrenar, al pagarlo no sabía por qué lo había hecho aunque en el fondo sí, sólo que no lo quería reconocer, había sido por él también. Negó resignada y al momento sonó su móvil.
—¿No se ha perdido o sí? —preguntó Rick muy sonriente al otro lado.
—No, aquí estoy —contestó curvando los labios, parecía que lo llamaba con sus pensamientos.
—¿Ya terminó o desea más tiempo?
—Ya terminé.
—Oh bravo, eso lo aplaudo, generalmente las mujeres son una amenaza cuando están en una tienda.
—Pues yo no y ya estoy saliendo, ¿Dónde está?
—Sentado frente a usted.
Minerva lo miró y Rick sonrió, estaba sentado tranquilamente frente a la tienda, al parecer sus últimos movimientos dentro de ella los había visto muy bien, ambos colgaron.
—¿Lista?
—Si claro, podemos irnos.
—¿No va a ir a algún salón de belleza a perder el tiempo? —preguntó evitando reírse.
—No. —Minerva levantó una ceja.
—¿En serio?
—Puedo arreglarme el cabello yo misma señor Brighton, no se preocupe, no se asustará cuando me vea.
—Eso espero —bromeó.
Minerva quiso agárralo a golpes con las bolsas de la tienda pero eso estropearía sus compras y al menos sus zapatos eran sagrados, pero entendió la broma y sonrió también.
—Esto es para usted. —Rick le entregó una pequeña cajita.
—¿Para mí? ¿Por qué?
—Ábrala.
Minerva no entendía los juegos de Rick, pero la curiosidad le pudo más, tomó entre sus manos la caja y la abrió, su contenido la sorprendió.
—Señor Brighton yo…
—¿Le gustan? —Sacó una de la caja.
—Están preciosas.
Se trataba de un dúo de plumas finas para escribir delicada caligrafía debido a su punta y tinta especial, estaban decoradas con plumas de verdad de pavo real, verde, turquesa, azul, tenían un precioso brillo tornasol que Minerva no dejaba de admirar.
—Están muy lindas y supongo que también costosas. —Logró decir cuando reaccionó
—Lo del precio es lo de menos. —La observó—. Me gustó el modelo.
—¿Le gustan los pavos reales?
Rick sonrió.
—Al ver este maravilloso verde sólo pensé en usted y en sus ojos, en su carácter y en su personalidad.
Minerva levantó una ceja.
—Creo que es tan hermosa y orgullosa como un pavo real. —Agregó mirándola fijamente.
—Bueno si piensa eso, supongo que debo de sentirme halagada y en ese caso quédese con una, así nos podremos recordar.
—¿Cree que soy hermoso? —preguntó con modestia muy sonriente.
—Creo que también es orgulloso. —La chica cerró la cajita y la guardó en su bolso. Rick soltó el aire y negó con la cabeza.
“Mujeres” —pensó—. “¿Por qué les es tan difícil decir lo que uno realmente quiere oír?”
—Tenemos el tiempo justo —dijo Rick mirando su reloj—. El Trump International Hotel and Tower nos espera a las ocho de la noche.
Cuando regresaron al apartamento Rick se mudó provisionalmente a la habitación de Anne para bañarse y vestirse, dándole el espacio que Minerva necesitaba también. Cuando estuvo listo salió a la sala para esperarla, reprodujo su equipo de sonido para escuchar a Eric Carmen y su “Hungry Eyes” mientras esperaba a Minerva, se acercaba a la ventana del comedor para ver las luces de la ciudad, intentaba soportar el corbatín y por ratos intentaba aflojarlo, se arregló su atuendo mirándose frente al espejo y supo que no se miraba mal, susurraba en voz baja la canción:
“I've been meaning to
tell you
I've got this feelin' that won't
subside
I look at you and I
fantasize
You're mine tonight
Now I've got you in my
sights
With these hungry eyes
One look at you and I can't
disguise
I've got hungry eyes
I feel the magic between you and
I”
Admirándose como un Adonis o un Narciso y muy concentrado en la canción estaba cuando el aroma de un perfume desvió su mirada, Minerva aparecía en la sala, vestida de un ceñido negro impecable, con un chal en su brazo y una cartera tipo sobre en la otra mano, con un maquillaje gris/negro en los parpados que acentuaba una seductora mirada y un leve brillo carmín en los labios, más un discreto moño a la altura de la nuca que dejaba caer unas ondas de cabello por su espalda, sumado a las delicadas medias negras que resaltaban sus piernas y esos zapatos de tacón alto, la hacían ver una verdadera modelo de revista. Sin duda Rick se había quedado sin habla, sería envidiado, las miradas masculinas estarían puestas en ella y eso no le hacía gracia, pero estaba realmente bella, la visión de Minerva superaba sus expectativas, realmente sus ojos estaban hambrientos.
—Espero no haberlo hecho esperar mucho señor Brighton —dijo al notar que la miraba sin parpadear.
—No, no, no para nada, ha valido la pena —contestó reaccionando y acercándose a ella, él también estaba de impecable esmoquin y con su cabello mojado y el embriagador perfume que usaba, Minerva evitaba morderse los labios, se veía casi igual a James Bond, un perfecto seductor—. De verdad que me ha hecho los honores señorita Warren —tomó su mano y la besó, por un momento se sintió igual a DiCaprio—. Estoy muy impresionado, se ve usted bellísima.
Minerva sonrió, le había gustado el gesto.
—Gracias, usted también se ve muy… bien, no tiene nada que envidiarle a Bond.
—Oh, gracias y por supuesto que no lo envidio, él debe de envidiarme a mí.
Minerva sonrió ante su modestia y bajó la cabeza.
—Definitivamente debo de cuidarla señorita Warren. —Le ofreció su brazo para acompañarla—. No sea que se la quieran robar, ¿Nos vamos?
Minerva asintió en silencio y juntos avanzaron hacia la salida.
El Trump Tower Chicago es un rascacielos residencial y hotel que se encuentra en el centro de la ciudad, adyacente al curso del río Chicago, consta de 98 pisos, tiene una hermosa vista de la ciudad y de su desembocadura en el lago Michigan. Parte del restaurante Sixteen, que se encontraba en el piso del mismo número había sido alquilado para el evento el cual tenía una terraza con una preciosa vista de la ciudad en dirección al Navy Pier.
Al llegar subieron por el ascensor y al ver que algunos hombres no dejaban de ver a Minerva, Rick se pegó a ella haciendo que a su vez ella se pegara a la pared del ascensor, estaba decidido a que nadie más la mirara y así logró marcar un poco su territorio.
—¿Qué hace? —le susurró la chica ante su extrema cercanía.
—Nada —contestó tranquila pero seriamente.
Minerva sentía que se asfixiaba, el ascensor estaba lleno y Rick la había dejado sin espacio.
—Ya pronto llegaremos señorita Warren, no intente desmayarse o no me importara hacerla reaccionar con la respiración de boca a boca.
Minerva abrió los ojos y lo miró fijamente, vaya que era directo y cínico, no reparaba en pensar en voz alta, era condenadamente atrevido. Los ojos de Rick también se posaron en ella, ese escote de su vestido era insinuante y lo incitaba, el perfume de Minerva lo tenía loco y no sabía cuánto tiempo iba a poder aguantarse, deseaba tenerla como la noche anterior, besarla de nuevo, tocarla, recordar lo que su mano sintió e imaginar lo que llevaba debajo de ese vestido hacía que su amigo comenzara a saludar por lo que prefirió controlarse.
Al llegar al restaurante se sintió en parte aliviado.
El lugar estaba hermosamente decorado para la ocasión, preciosos arreglos florales en forma de cascada decoraban las mesas, Minerva pensó en Aurora y en lo mucho que hubiera disfrutado el evento. Derroche de bebidas y bocadillos suculentos hacían amena la reunión y en unas mesas especiales que publicitaban a las editoriales invitadas, había ediciones impresas de los libros que representaban, estaban catalogados por géneros así que había literatura para todos los gustos. Minerva se sentía como pez en el agua y sabía que eso era lo que ella quería, amaba las letras y a Rick, le gustaba verla entusiasmada.
Al comenzar el evento el maestro de ceremonias dio la bienvenida, las mesas para la cena estaban distribuidas según el personal de las editoriales invitadas y Minerva se sintió importante al darse cuenta que el grupo Baluarte que quería representarla era de las más prestigiosas e importantes entre las invitadas. Después de las aburridas palabras de los directores invitados y de presenciar los videos de cada editorial que asistió, se procedió a la presentación virtual de la obras lo que llevó más de una hora y media de tiempo. En la mesa en la que estaba con Rick también estaba su amigo Brandon y sin poder evitarlo tuvo que presentarlos, Minerva no pasó desapercibida para Brandon, él era de piel canela, pelo negro y ojos intensos, de la misma edad de Rick y con fama de mujeriego por lo que al suponer que la chica era sólo amiga de Rick podía intentar llegar a algo más con ella.
—Es un placer señorita Warren. —Brandon besó su mano—. Espero que Rick no se moleste y me permita sacarla a bailar.
Antes de contestar Rick reaccionó.
—No me molesta pero la señorita no baila, ¿No es así señorita Warren?
Minerva lo miró desconcertada y prefirió seguir la corriente.
—Si así es, no bailo, no quiero ser la culpable de pisarlo, tengo dos pies izquierdos.
—Por pisarme no se preocupe. —Sonrió—. En ese caso yo le enseño, estoy dispuesto a correr placenteramente el riesgo.
Rick exhaló.
—Brandon, te advierto que la señorita no es una chica cualquiera.
—Ya lo sé, se le nota la fineza.
—Con su permiso, voy al tocador —dijo Minerva poniéndose de pie.
—¿Quiere que la acompañe? —Rick se puso de pie también. Minerva lo miró asombrada—. Quiero decir, mostrarle el camino.
—No se preocupe señor Brighton, no me voy a perder, ya regreso.
Rick la miró alejarse y no le gustó para nada esa sensación, deseaba estar con ella sin dejarla sola ni un solo instante, demasiados viejos lujuriosos habían en todo el salón y notó como algunos la miraban al salir, tensó la mandíbula y se sentó de nuevo.
—Calma Rick. —Brandon le dio palmadas en la espalda—. Ya volverá la paloma ¿Oye tienes algún interés en ella? Digo, está preciosa, ¿Te interesa para llevártela a la cama?
Rick exhaló de nuevo.
—¿Quieres saber la verdad?
—Claro.
—Si me interesa y mucho.
—Ah… ¿Celos? —sonrió pícaramente mientras bebía un trago.
—La señorita Warren en una autora que pronto va a publicar con Eleganza y yo la estoy asesorando.
Brandon escupió la bebida, eso no lo esperaba, creyó que la chica era “una más”
—¿De verdad? —buscó la servilleta para limpiarse.
—Así que más te vale que la respetes.
—Ok, ok, no vas a tener que repetirlo, vaya sorpresa ¿Y tú porque la asesoras?
—Por un favor que Louisa me pidió, el libro tiene algunas cositas que hay que cambiar y yo la estoy ayudando en eso.
—¿Tú? —Brandon soltó la carcajada.
Rick lo miró frunciendo el ceño.
—Quiero decir ¿Y tú por qué? —Intentó calmarse—. No trabajas para Eleganza ¿Qué sabes de novelas románticas?
—¿Quieres burlarte?
Brandon levantó las manos en señal de paz.
—Amanda regresa hasta dentro de dos meses —continuó—. Y las demás encargadas están full de cosas, fue sólo un favor, se necesita hacer unas ediciones y unas pequeñas correcciones nada más, no es cosa del otro mundo, no me enfoco en el romance sino en mi trabajo, editar, corregir y asesorar.
—Bueno, si tú lo dices, al menos tienes con qué calentarte, en cambio yo, ya estoy chino con un manuscrito sobre los caballeros templarios, entre más lo leo más me aburro.
—Suena interesante…
—Para ti que te gustan esas cosas, oye si quieres cambiamos de lugar, no me molestaría ayudar a tu amiga, es más creo que disfrutaría hacerlo.
—No gracias, yo llegué primero, suerte con los templarios. —Ahora fue Rick el que le dio palmadas a su amigo.
—¿Sabías que tallas de autores como Brown y King iban a venir?
—¿En serio? —Rick bebió su Martini.
—Fue una lástima que cancelaran, igual sus libros están aquí, me hubiera encantado tener una foto y un autógrafo de ellos.
—A mí también, ya será en otra ocasión. —Rick miraba su reloj.
—Calma, ya regresará, ya sabes cómo son las mujeres cuando están frente al espejo.
—Yo creo que mejor la voy a buscar. —Se levantó.
—Calma mira, allí viene.
Rick respiró tranquilo cuando la miró venir, sintió que el alma le volvió al cuerpo.
—Ya iba ir a buscarla señorita Warren. —Le acomodó la silla para que se sentara.
—¿Me tardé tanto? Perdón el baño estaba un poco lleno.
—No importa, me alegra que ya esté aquí.
—Y justo a tiempo. —Brandon se saboreó—. Ya van a servir la cena.
Minerva y Rick se miraron y sonrieron, él estaba tranquilo por tenerla a su lado y ella, se sentía halagada por el interés que Rick le demostraba al querer cuidarla.