ERA UN POETA METIDO A REVOLUCIONARIO y estuvo en varias expediciones que fracasaron en naufragios. Convencido de que había que hacer la paz y no la guerra, regresó a la isla con un salvoconducto del gobernador general. Pero cuando llegó al cuartel general de los insurrectos no dijo ni palabra. «No dio paso alguno», comentó después el jefe insurrecto.
Cuando volvió a la ciudad fue puesto preso a pesar del salvoconducto y encerrado en una bartolina de una fortaleza. Estuvo varios meses en prisión, acusado en silencio por los patriotas de ser un traidor y en alta voz por el enemigo de ser un sedicioso.
Encerrado en su calabozo escribió estos versos:
No busques volando inquieta
mi tumba oscura y secreta,
golondrina, ¿no lo ves?
¡En la tumba del poeta
no hay un sauce ni un ciprés!
Finalmente lo fusilaron en el Foso de los Laureles.