A PESAR DE QUE ESTABA MUY ENFERMO lo llevaron hasta el cadalso no en un coche sino montado en un burro. Tuvieron que ayudarlo a bajar y estaba tan demacrado que apenas si se reconocía en él al animoso compositor de la marcha que un cuarto de siglo más tarde sería el himno nacional. Casi lo arrastraron hasta el paredón.