... la historia comienza con la llegada de los primeros hombres blancos, cuyos hechos registra.
FERNANDO PORTUONDO
PERO ANTES QUE EL HOMBRE BLANCO estaban los indios. Los primeros en llegar —venían, como todos, del continente— fueron los siboneyes. Después llegaron los tainos, que trataban a los siboneyes como criados. Los siboneyes no sabían labrar la tierra ni hacer utensilios: estaban todavía en la etapa colectora cuando llegaron los tainos. A su vez los tainos y siboneyes estaban a merced de los caribes, feroces guerreros caníbales, que hacían incursiones por el este de la isla. Los caribes eran bravos y orgullosos y tenían un lema: «Ana carina roto» —Sólo nosotros somos gente.
Cuando llegaron los hombres blancos se maravillaron ante la visión de la isla: «Nunca tan hermosa cosa vido, lleno de árboles, todo cercado el río, fermosos y verdes...». Unos exploradores enviados a reconocer las inmediaciones regresaron elogiando la hospitalidad de los aborígenes, muchos de ellos «con un tizón en la mano, yerbas para tomar sus sahumerios» y también «aves de muchas maneras diversas» y «muchas maneras de árboles e yerbas e flores odoríferas» y «perros que no ladran». Los indígenas andaban semidesnudos hombres y mujeres y todos eran muy ingenuos. Tenían además la atroz costumbre de bañarse tanto que, informado el rey, originó una real cédula recomendándoles no bañarse demasiado, «pues somos de que eso les hace mucho daño».
Al llegar los descubridores había en la isla más de cien mil indios. Cien años después no llegaban a cinco mil, diezmados por el sarampión, la viruela, la influenza y los malos tratos, además del suicidio, que llegaban a cometer en masa. Hubo por otra parte encuentros entre los indios armados con arcos y flechas solamente y los visitantes, que montaban caballos y vestían armaduras, convirtiéndose en verdaderas máquinas acorazadas. Los indígenas a su vez regalaron a los conquistadores dos plagas: el vicio de fumar y la sífilis, que era endémica entre ellos.
Al principio los indígenas rebeldes tuvieron algún éxito, favorecidos por el terreno quebrado y conocido. Pero finalmente fueron vencidos por la espada y el caballo.