LA COLUMNA ENEMIGA, mandada por un conde, contaba con cerca de tres mil hombres mientras la columna rebelde tenía apenas quinientos fusileros. El combate -o mejor dicho: la masacre- tuvo lugar junto a un río que es ahora una zanja polvorienta. El resultado de la batalla de machetes contra cañones no se hizo esperar. «El ejército patriota tuvo que retirarse en el mayor desorden, y el español, aprovechando ese momento, enterró sus cadáveres con premura y continuó su marcha hacia Bayamo, sin encontrar obstáculo en ella.»
Pero los rebeldes decidieron quemar -la ciudad la primera que habían conquistado- antes que entregarla al enemigo y cuando el conde entró en ella no encontró más que ruinas todavía ardiendo y cenizas que volaban como polvo al viento de la sabana.