27

Odio y guerra:

Aporrean la puerta de Joe.

Lleva una semana sin salir de su cuarto:

Dos sietes:

1977.

Jueves, 9 de junio de 1977.

Espero ir al cielo:

—¡Abre la puta puerta!

—¿Quién es?

No soy quien quiero ser:

—Soy BJ. ¡Abre la puta puerta!

Se abren cerrojos y giran llaves. Más cerrojos y más llaves.

Me río de tus cerrojos:

Unos ojos grandes y blancos asoman por la ranura.

Miradas paranoicas a la izquierda, miradas paranoicas a la derecha.

Tiempos peligrosos:

BJ empuja la puerta y entra en ese infierno personal de Chapeltown; la única ventana tapiada con tablones, la puerta hecha trizas, un colchón destrozado en el suelo, cubierto de tabaco y de papel de fumar Rizla, botellas y pipas rotas, la habitación inundada de humo y de canciones, y todas las paredes, todas las superficies, la puta habitación entera, pintada con sietes de color rojo, dorado y verde.

—¿Ya lo has hecho?

—No —dice BJ—. Será esta noche.

—¿Tienes las llaves?

BJ las balancea delante de la cara del negro:

—¿Qué crees que es esto?

—Las llaves de mi corazón —dice, y se pone a liar otro porro.

BJ le pregunta, para asegurarse:

—¿Estás preparado?

Sin dejar de asentir con la cabeza, sonríe y enciende el porro.

—Muéstrame a mi enemigo —dice.

BJ coge el porro que le pasa Joe.

Lo coge porque lo necesita, se tumba en el sofá y se queda mirando los sietes en las paredes y los sietes en la puerta, los sietes en el techo y los sietes en el suelo.

Todos pequeños, muy bonitos, todos pintados de rojo, pintados de dorado y de verde: Dos sietes.

Joe empieza a bailar en el infierno, tropieza y canta con voz de trueno: «Guerra en el este, guerra en el oeste; guerra en el norte, guerra en el sur; Joe el Loco los sacará de…».

Dos sietes empiezan a moverse y a oscilar, a balancearse y a bailar el uno alrededor del otro, hasta que: Los dos sietes chocan[7].

Los dos sietes chocan y los corazones frágiles se estremecen.

Los corazones frágiles se derrumban.

Es de noche:

Las diez en punto.

Está sentado en un Austin Allegro robado, en Bradford Road, Batley.

Sentado en un coche robado, vigilando un apartamento que está encima de una tienda de prensa, bebidas, caramelos, etc.

Baja del coche, se acerca a la cabina de teléfono y marca el número del apartamento.

El teléfono suena y suena y suena.

No contestan.

Vuelve al coche y le dice a Joe:

—Luz verde.

Joe asiente con la cabeza, baja del coche y sigue a BJ por la acera; rodean la tienda y entran en un callejón hasta la verja roja del patio trasero de la tienda.

—Espera aquí —dice BJ. Abre la verja y cruza el patio para entrar por la puerta trasera.

Abre la puerta trasera con la llave y sube por unas escaleras a la derecha.

Se detiene al final de la escalera y pega el oído a una puerta de cristal: Nada.

Abre una puerta blanca al final de las escaleras y entra.

Las luces están apagadas.

Sigue por el pasillo hasta la sala de estar y se asoma a la ventana: Sólo ve el Austin Allegro en la acera de enfrente.

Empieza a sonar el teléfono.

Mierda.

Suena, suena y suena.

BJ lo deja sonar y sigue por el pasillo hasta una puerta a la izquierda.

El teléfono se calla cuando BJ entra en el dormitorio.

Abre el armario, aparta a un lado los flashes y las bolsas con cámaras de fotos y busca a oscuras las revistas amontonadas al fondo.

Las encuentra:

SPUNK.

Hojea el montón hasta que encuentra las que está buscando.

Las que ellos no quieren que nadie vea:

Número 3, enero de 1975.

Pasa las páginas a oscuras hasta que encuentra la que quiere.

La que ellos no quieren que nadie vea:

Una rubia teñida con las piernas abiertas, la boca abierta y los ojos cerrados, acariciándose el coño y el culo:

Clare.

Coge los tres ejemplares, deja los flashes y las cámaras donde estaban, cierra el armario, sale del dormitorio y cierra la puerta.

Cuando va por el pasillo vuelve a sonar el teléfono, suena, suena y suena sin parar, y BJ vuelve a sobresaltarse, pero cierra la puerta blanca con llave y baja las escaleras. Cuando cierra con llave la puerta del patio el teléfono sigue sonando.

Joe está esperando al otro lado de la verja.

—¿Las tienes? —pregunta.

BJ asiente y Joe responde con el mismo gesto.

En otra cabina de teléfono de Bradford Road, BJ marca el número que lleva escrito en un trozo de papel, y espera un rato hasta que:

—Hola.

—¿Jack Whitehead?

—Soy yo.

—Tengo información sobre uno de los crímenes del Destripador.

—Adelante.

—Por teléfono no.

—¿Dónde está?

—Eso no importa, pero podemos vernos el sábado por la noche.

—¿Qué clase de información?

—El sábado —dice BJ. Mira la calle y ve a Joe sentado en el coche, debajo de un cartel grande—: En el Variety Club.

—¿En Batley?

—Sí. De diez a once.

—Muy bien —dice Whitehead—, pero necesito un nombre.

—Nada de nombres.

—Supongo que querrá dinero.

—Nada de dinero.

—¿Qué quiere entonces?

—Ya lo sabrá.