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Rock’ n’ Roll.

El disco se atasca en la máquina. BJ no está bailando.

Eddie Dunford le está apuntando con una pistola en el pecho.

—¿Por qué yo? —pregunta Eddie.

—Tus credenciales eran excelentes —contesta BJ.

Eddie tira el arma, da media vuelta, baja las escaleras del Strafford y se va.

Eddie se va, pero BJ sigue allí.

Allí.

En el Strafford, en Wakefield.

Ahora.

Martes, 24 de diciembre de 1974.

Pensar, pensar, pensar.

El corazón desbocado, jadeando, los ojos muy abiertos, mirando alrededor: Grace gritando y temblando detrás de la barra. El cabrón está al lado de la ventana, en estado de shock, sin moverse, con las manos en alto.

Craven de pie en el centro de la sala, sangrando por un oído; su amigo Dougie arrastrándose hacia el retrete en un charco de su propia sangre.

Paul en el suelo, boca arriba, abriendo y cerrando los ojos, agonizando.

El dueño, Derek Box…

Muerto.

—¡Joder! —dice BJ, y piensa:

Piensa, piensa cagando leches.

Se acerca a Derek, le abre la chaqueta y le quita la cartera, el reloj y los anillos, ya de paso.

Paul sigue soltando aire por la boca cuando BJ le quita el dinero y el reloj.

—Hijo de puta —gruñe.

—Chsss —dice BJ con desprecio.

Y entonces, sirenas. BJ oye sirenas.

Joder.

No se molesta en llevarse los peniques.

—Vamos a salir de aquí, cielo —le dice a Grace.

Pero Grace sigue histérica, no para de gritar; tiene sangre en la blusa y sangre en el pelo.

—¡Vamos! —vocifera BJ—. Llegarán en un segundo.

Grace no se mueve.

—No puedes quedarte aquí.

BJ entra detrás de la barra y la zarandea, pero Grace no reacciona, así que vacía la caja registradora y le grita:

—¡Nos van a matar a todos!

Nada.

Le da una bofetada.

Ruedas, frenos y portazos fuera.

Joder, joder.

Salta por encima de la barra.

Joder, joder, joder.

No puede salir por la puerta principal. Tiene que salir por detrás.

—¡Grace! —grita por última vez—. ¡Vamos!

Pero ella no se mueve.

Joder, joder, joder, joder.

Que le den.

Enfila el pasillo y abre la puerta trasera. Ya ha salido a la noche y está bajando a toda hostia las escaleras de piedra cuando oye: ¡BANG!

El sonido de otro disparo.

Joder, joder, joder, joder.

Sigue corriendo llega al pie de la escalera y oye otro: ¡BANG!

Otro disparo.

Joder, joder, joder, joder, joder, joder.

Cruza el aparcamiento vacío, agazapado, entre charcos de lluvia y aceite de motor, sale por detrás y se pega a una puerta cuando el coche patrulla rodea la esquina, sigue por la carretera sorteando charcos y pasa por delante de la estación de autobuses, pensando…

Joder, joder, joder, joder, joder, joder, joder.

¿Qué cojones va a hacer?

Entre las sombras de la estación de autobuses desierta, entra en la estación y…

Joder, joder, joder, joder, joder, joder, joder, joder.

Lo ve.

Lo ve envuelto en luz de plata y luz de oro: Un autobús.

Jadeando, se acerca al conductor:

—¿Está de servicio?

—Desde hace seis puñeteras horas.

—¿Adónde va?

—A Preston, por Bradford y Manchester.

—¿Cuándo sale?

—Ya.

—¿Cuánto cuesta?

—La taquilla está cerrada —dice, guiñando un ojo.

—¿Cuánto quiere? —sonríe BJ.

—¿Diez?

—Hecho —dice BJ. Y le da un billete robado—. Feliz Navidad.

Recorre el pasillo para sentarse en la última fila.

Hay otras dos personas; una está dormida y la otra jodida.

Se sienta en la última fila y agacha la cabeza.

El autobús sale de la estación pero vuelve hacia el Bullring.

Hacia el Strafford.

BJ quiere mirar, pero no se atreve.

El autobús aminora la marcha.

Joder, joder, joder, joder, joder, joder, joder, joder, joder.

El conductor abre la puerta.

Joder, joder, joder, joder, joder, joder, joder, joder, joder, joder.

—¿Qué pasa?

Joder, joder, joder, joder, joder, joder, joder, joder, joder, joder, joder.

—Ha habido un tiroteo —dice un poli.

—¿Un tiroteo?

—En el Strafford Arms.

—¿Está de coña?

—Parece un atraco.

—¿Un atraco? —repite el conductor, con su billete de diez robado en el bolsillo sucio, ardiendo, perforándole la tela y el corazón de gelatina.

Joder, joder, joder, joder, joder, joder, joder, joder, joder, joder, joder, joder.

—Tendrá que bajar por Springs —dice el poli.

—Eso haré —dice el conductor.

—Vaya Navidad de mierda —dice el poli.

—Sí —dice el conductor—. Espero que cojan a ese cabrón.

—Lo cogeremos —dice el poli—. Nunca fallamos.

El conductor cierra la puerta y el autobús gira a la izquierda y baja por Springs; sale de Wakefield y serpentea por Deswbury y Batley, hasta Bradford.

BJ, en la última fila, de pronto se pone a temblar y a llorar, no puede dejar de temblar y de llorar por todas las cosas que ha visto, por todas las cosas que ha hecho, por las que le han hecho ver y las que le han hecho hacer, por todas las putas cosas que le han hecho hacer; piensa en Grace y tiembla, y llora, porque sabe lo que le han hecho a ella y lo que le harán a él, a cuánta gente han matado y a cuánta gente tendrán que matar todavía, sabe que tendría que haberlo cortado de cuajo hace tiempo, que tendría que haberse cargado a un montón de gente porque ahora sí que está…

Joder, joder, joder, joder, joder, joder, joder, joder, joder, joder, joder, joder, joder.

Definitivamente jodido.

Cuando llegan a la estación de autobuses de Bradford el conductor se acerca a su asiento.

BJ cierra los ojos.

—Baja —susurra el conductor.

BJ abre los ojos.

—Voy a Manchester.

—Me importa un carajo adónde quieras ir. Lo están diciendo en todas las emisoras de radio y lo llevas escrito en la frente.

—Yo…

—No quiero saber nada —dice, y le devuelve el billete de diez libras que BJ le había robado a Derek Box.

BJ coge el billete. Pasa al lado del conductor por el pasillo.

Baja del autobús y se queda parado en el andén, tiritando de frío.

Ve alejarse el autobús.

Son las tres de la madrugada.

Víspera de Navidad. 1974.

Las tres de la madrugada, víspera de Navidad de 1974, cuando BJ se acuerda de Clare…

Clare, la escocesa.

Joder, joder, joder, joder, joder, joder, joder, joder, joder, joder, joder, joder, joder, joder.

Hostia puta.