Miedo a las personas
El problema de miedo a las personas suele partir de una inadecuada socialización y de posibles malas experiencias en sus contactos con los seres humanos; un gato tendrá miedo de las personas que no conoce o de aquellas que en algún momento de su vida le hayan provocado una situación desagradable.
Ante estas personas y dependiendo de las conductas innatas y de las aprendidas, el gato podrá quedarse inmóvil, escaparse o enfrentarse al ser humano; lo más habitual es que el animal intente evitar el contacto con el estímulo (la persona) que le provoca el miedo; el animal intentará prioritariamente poner la mayor distancia posible entre él y el estímulo.
No todos los gatos reaccionan de la misma forma ante el miedo a las personas, unos pueden atacar mientras otros gatos ante la misma o similar situación huyen despavoridos; además de la huida o del enfrentamiento, el gato miedoso puede presentar dilatación de sus pupilas, orina y/o defeca, aumento de la salivación, temblor, vocalizaciones…
Y ¿cómo debemos actuar si apreciamos que nuestro felino tiene miedo a una o más personas? Es imprescindible que valoremos la situación concreta e individual de nuestro gato con el especialista; existen un gran número de técnicas, un gran número de sistemas de modificación de la conducta miedosa del gato hacia las personas, pero no todas son válidas para todos los casos.
Como regla general, los pasos a seguir para reconducir las conductas miedosas son:
- Identificar los estímulos que provocan el miedo; en el caso concreto de miedo a las personas, qué personas provocan el miedo y en qué circunstancias.
- Identificar el umbral de la respuesta de miedo: es importante conocer a partir de qué punto, a partir de qué momento de proximidad, acercamiento o presencia de las personas que provocan el miedo se desencadena el problema.
- Controlar el entorno del animal: se deberá evitar la exposición o el contacto del gato con la persona o personas que le provocan miedo; sólo se permitirá el contacto bajo la supervisión del profesional y durante las terapias de modificación de la conducta.
- Controlar la respuesta del animal: se debe intentar que el animal no huya, ni que se haga daño, ni que se lo haga a otras personas o animales; para ello existen métodos de manejo y control que deberá proponer el especialista.
- Modificar la conducta: el especialista nos recomendará que acariciemos al gato, que le ofrezcamos alimento ante un pequeño estímulo que provoca el miedo (presencia o acercamiento de la persona); ofreceremos el alimento y las caricias si el animal no presenta miedo ante ese estímulo de baja intensidad; de forma paulatina aumentaremos el estímulo (mayor acercamiento de la persona) y acariciaremos o daremos comida al animal si no presenta miedo.
- Evitar los refuerzos y los castigos de las conductas miedosas: ya lo comentábamos anteriormente: si acariciamos al animal tras el miedo, reforzamos esa conducta; de igual forma generamos más miedo, estrés y ansiedad si castigamos, reprendemos o pegamos al animal que siente miedo.
Todas estas situaciones podrían evitarse con una adecuada socialización; un gato joven debe ser expuesto al mayor número de personas; si éstas facilitan la interacción sin forzar la situación y administrando caricias y premios de forma lógica, el gato no tendrá muchas posibilidades de presentar en un futuro conductas miedosas hacia las personas.