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¡¡Ya no aguanto más!!
Como comentábamos al principio, la desesperación de los propietarios ante los problemas de comportamiento de su gato se verían en gran medida reducidos o desaparecerían de forma completa si conociéramos realmente al gato.
No podemos pretender que una especie animal anule sus costumbres, sus comportamientos innatos… podemos actuar sobre algunos de ellos con socialización, educación, cariño, paciencia… e incluso, aunque suene drástico, en el caso de los comportamientos reproductivos, con la cirugía.
Está claro que los problemas deben conocerse desde su inicio, ser valorados por profesionales y poner los remedios oportunos para ser solucionados.
Dejémonos de comentarios o consejos de «expertos» del trabajo, de la familia, de la comunidad de vecinos… lo más posible es que no sólo no se solucione el problema… seguro que empeora.
Podríamos aportar muchas clasificaciones de los diversos problemas de comportamiento de los felinos domésticos, pero antes de comentar los casos concretos, nos quedamos con esta clasificación:
- Introducidos por estrés o frustración: es la categoría más
amplia de problemas de comportamiento, una categoría en la que en
los últimos tiempos, el uso de «psicofármacos», acompañados de las
adecuadas terapias, está proporcionando excelentes resultados. La
introducción de nuevos miembros (animales y/o personas) en la
familia, la hospitalización, cambios de rutinas, los castigos
injustos o innecesarios, cambios de lecho absorbente, cambios de
mobiliario o de entorno, pérdida de seres queridos… puede provocar
estrés o frustración. La presentación del problema varía en cada
individuo (subjetividad) y no puede ser «razonado» por el animal…
No entiende lo que sucede y se provoca el problema.
- Signos de estrés: convulsiones, epilepsia, despigmentación de la piel, miedo, excitación, depresión, agitación, cambios en los comportamientos alimentarios (anorexia, variaciones en la preferencia de sabores…), aversión a lugares, eliminación inadecuada, fiebre, vómitos, diarrea, pérdida de pelo, úlceras, excesivo o nulo acicalamiento, pasan más tiempo despiertos, aumento de la actividad exploratoria, disminución del juego, menor resistencia a la enfermedad.
- Control de estrés: mejorar el entorno proporcionando tranquilidad y seguridad al animal (habitación tranquila o lugar para refugiarse), fármacos específicos, rutinas de comportamiento adecuadas, feromonas.
- Problemas de desarrollo: la inadecuada alimentación de la madre da lugar a fuertes y negativas influencias en la capacidad de aprendizaje de los neonatos; los cachorros que no han sido bien criados, por la ausencia materna, tienen un peor desarrollo cerebral y su maduración física se retrasa; son muy reactivos a los estímulos externos, pero son menos reactivos a otros gatos; los machos juegan de forma más agresiva y las hembras son más trepadoras; también se da un aumento de la vocalización. La separación temprana de la madre, antes de las dos semanas, puede afectar a los gatitos, sus actividades no estarán bien orientadas, se desarrollarán al azar. Tendrán mayor dificultad en el juego, principalmente en la inhibición del mordisco.
- Inadecuada socialización: la socialización inadecuada en los primeros días, meses, de vida del animal provocará problemas con los seres vivos que comparten el hogar, personas y animales.
- Problemas genéticos: en este apartado podemos decir que los casos presentados son mínimos; la escasa selección genética ha permitido una gran diversidad, por lo que la aparición de problemas es realmente contenida; se considera que menos del 10 por ciento de los gatos que conviven en nuestros hogares tienen pedigrí (más de un 50 por ciento en el caso de los perros); otra ventaja es que la selección genética de los gatos ha tendido a la estética, a las características físicas, y no a las de función, carácter o comportamiento, como en el caso del perro. Las razas felinas con mayores problemas de comportamiento son las más endogámicas: «abisinio, azul ruso, siamés…» suelen mostrar excesiva agitación, nerviosismo… Los gatos persas suelen presentar problemas de comportamientos higiénicos inadecuados, pero es más difícil que muestren comportamientos agresivos.
- Problemas médicos: el comportamiento inadecuado de las mascotas suele ser en gran medida debido a problemas orgánicos; el propietario acude a la consulta porque el gato está «raro»: no corre, se comporta de forma distinta, no quiere jugar… Una correcta valoración del estado sanitario del animal puede ponernos en la pista del problema. Muchos comportamientos higiénicos inadecuados son por infecciones urinarias, cálculos… Muchas presentaciones de agresividad, por problemas tiroideos… Antes de pensar en problemas de comportamiento «puros», siempre se debe descartar el componente orgánico.