La Edad Media
La caída del Imperio romano dio paso a la Edad Media, una de las épocas más sombrías y oscuras de la humanidad. La suerte de los gatos cambió bruscamente y pasaron de la adoración y la vida apacible a ser perseguidos y exterminados por la santa Inquisición.
Cualquier mujer que tuviera un gato, o se la viera con uno cercano podía ser acusada de brujería; esta simple evidencia permitiría que, con gran probabilidad acabara siendo ejecutada por los tribunales eclesiásticos.
Este desproporcionado hecho y la relación que adquirió el gato con la brujería y con la representación de Stán provocaron que fuera rechazado, sacrificado y torturado por la práctica totalidad de la población.
Su comportamiento nocturno los relacionaba con el diablo, además, según la concepción cristiana, el hombre había sido creado a imagen y semejanza de Dios y los felinos osaban no obedecerle.
Su aspecto físico tampoco ayudaba: los ojos brillantes del felino se asociaban con las representaciones pictóricas del diablo. En Alsacia se llegó a representar al diablo en un carro tirado por cuatro gatos.
Las creencias populares llegaron a culpar a los felinos de las tormentas, los desastres climatológicos, la mala suerte, las enfermedades… Algunas de las leyendas de esta época se han extendido hasta nuestros días, como por ejemplo la absurda creencia de que si se te cruza un gato negro, es símbolo de mala suerte.
Un dato positivo… eran animales muy preciados en los monasterios para proteger los manuscritos de los roedores.