Feromonas
El término feromona fue definido por primera vez por Karison y Luscher en 1959; el término procede de dos raíces griegas: pherein (transportar) y hormán (excitación).
Estamos ante unas sustancias que tras ser emitidas son capaces de modificar ciertos aspectos fisiológicos y comportamentales del animal que las percibe; principalmente actúan sobre el comportamiento sexual y sobre el control del territorio.
Podemos decir que las secreciones más «ricas» en feromonas son la orina, las heces, el flujo vaginal y la secreción de las glándulas de la cara.
La percepción de las feromonas no se realiza por el canal olfativo habitual; para la percepción de estas singulares estructuras químicas el gato utiliza su órgano vomeronasa; el gato levanta la cabeza, abre parcialmente la boca y se queda inmóvil unos segundos, el tiempo necesario para que la información contenido en las feromonas sea «paladeada» por tan singular órgano.
Estamos ante unas sustancias químicas imposibles de identificar por el olfato humano… Nosotros podemos percibir el olor de la orina de un macho felino, de sus heces, pero no somos capaces de percibir la «rica información» que contienen esas estructuras químicas en su interior; las feromonas son una especie de «canal privado» de información de la especie que las emite.
Hace aproximadamente diez años que se consiguió aislar las feromonas presentes en las secreciones faciales del felino, y con ellas se dio con la solución para los problemas del comportamiento más frecuentes.
En la actualidad se han sintetizado algunas de estas feromonas en el laboratorio para su uso en el control, tratamiento y prevención de los problemas de comportamiento felino.
Entre otros usos, las feromonas de síntesis reducen las manifestaciones de estrés (tendencia a marcar en casa con orina y arañazos), pero también han demostrado su utilidad en el control de alteraciones emocionales como desplazamientos en coche, en la caja de transporte, en las estancias en residencias felinas o durante periodos de hospitalización.
El análisis de la secreción facial permite diferenciar hasta cuarenta componentes químicos distintos. De los cuarenta, sólo trece son comunes a todos los gatos. De hecho, podemos distinguir con estos trece elementos cinco combinaciones diferentes que parecen corresponder a cinco mensajes distintos, que los investigadores denominaron F1, F2, F3, F4 y F5.
Actualmente, tres de estas asociaciones se han podido relacionar con una situación funcional precisa, la F2 es la secreción depositada en estados de excitación sexual; la F3, sobre objetos inanimados conocidos; y la F4, la secreción que se deposita sobre gatos «de confianza» y sobre otras especies que les resulten familiares.
Las dos feromonas que más nos interesan son la F3 y la F4, a las que se ha denominado también como feromonas de identificación o familiarización, porque son secreciones cuyo olor a a hacer que el gato se sienta cómodo y tranquilo; la F3 le hará sentirse «como en casa», en un espacio protegido, relajante, y la F4 le hará sentirse «entre amigos» con otros seres que le van a resultar muy familiares.