El gato de casa
Los animales que viven de forma exclusiva de puertas adentro, podríamos pensar que tienen «su vida solucionada»: alimento sin esfuerzo, zona de eliminación (bandeja de arena) limpia y preparada, temperatura constante, ausencia de peligros…
Pues bien, todas estas ventajas de la segura vida de un gato de apartamento, también tiene sus inconvenientes.
Cuando un gato pasa largas horas solo sin suficientes estímulos y tiene poco contacto con los propietarios, disminuye progresivamente su actividad; esta situación produce una tendencia directa hacia la obesidad; si a ello le unimos la presencia de alimento a libre disposición y sin control de la cantidad diaria, el problema es imparable.
Aparte de la obesidad, los gatos de interior tienen muchas más posibilidades de forma bolas de pelo que los gatos que tienen acceso al exterior; el estado de malestar que produce en muchos animales su rutina (ansiedad) es compensada con un atusado (lamido de pelos) excesivo; con este proceder el animal ingiere una gran cantidad de pelo que puede provocar importantes problemas en su aparato digestivo.
Si además tenemos en cuenta que debido a la temperatura estable de las casas, se produce una muda casi continua, la ingestión de grandes cantidades de pelo muerto mediante el lamido es una peligrosa realidad.