El Renacimiento
Una vez más la suerte de los felinos vuelve a sufrir un cambio en esta época de esplendor. El Renacimiento supone el fin del periodo más sombrío de la humanidad y la vuelta a la razón.
En la Italia de la época todas las familias, desde las reales a las de los grandes pensadores o las de los campesinos, vivían con un gato al que cuidaban, mimaban y protegían. En este periodo histórico la sabiduría y el conocimiento vuelven a estar muy valorados, y, curiosamente, el felino siempre ha estado ligado con el «mundo de la inteligencia».
En Europa la moda de tener un gato como mascota se extiende rápidamente y en Londres era poco probable encontrar familias sin gatos. Al mismo tiempo, en Francia los felinos llegaron a la corte de la mano del cardenal Richelieu.
Otro personaje de la época muy ligado al mundo felino fue el ministro de Guerra del rey Luis XIII, que dormía con catorce gatos; fueron los animales los principales receptores de su herencia.
Los felinos se consideraron tan necesarios que el propio Napoleón Bonaparte, que les tenía miedo y ninguna simpatía, tuvo que dar un gran discurso advirtiendo al pueblo de la importancia de cuidarlos, alimentarlos y tratarlos adecuadamente para que pudieran vivir y acabar con los roedores que amenazaban las cosechas francesas.