20
Brad ve caer a Carrie pero no se detiene. El miedo le bloquea la mente y le obliga a seguir corriendo, pero tampoco debemos pensar que se debe a eso. Si no hubiera tenido la mente paralizada por el miedo, Brad tampoco se habría parado. Es lo suficientemente egoísta como para pensar sólo en sí mismo.
Mueve las piernas todo lo deprisa que puede. El corazón ha empezado a latirle a más velocidad de lo que lo ha hecho jamás, un toctoctoc en el pecho continuo, bombeando sangre a toda velocidad. Pero no es suficiente, Brad lo sabe, sabe que jamás alcanzará el taller de Wayne porque oye detrás de él los gruñidos y pasos que corren recortando terreno a cada segundo.
Pero no es justo. Yo debería sobrevivir. Yo tengo que contar lo que ha ocurrido. Se suponía que esta era mi oportunidad.
—¡Corre, Dolores!
La voz de Zoe le llega desde la derecha, unos pasos por detrás. Brad gira la cabeza hacia allí y ve a Dolores y Zoe, casi a la par y corriendo con la misma desesperación que él. Están a punto de alcanzarle. Al igual que los muertos que están detrás de ellas.
Él morirá, ellas sobrevivirán.
La historia de su vida, podría decirse. Los demás triunfan y él se queda en Castle Hill, viendo como los que fueron sus compañeros consiguen trabajos bien pagados en periódicos de tirada nacional, en programas de prime time, en puestos superiores a los que tenían en el Journal.
Se suponía que era mi oportunidad.
Es como un mantra. O un llanto, rogado y suplicado.
Pero Dios sólo ayuda a los que se ayudan a sí mismos.
Esa era la frase preferida de su padre. La tenía grabada en el cinturón con el que atizaba a Brad cuando sacaba malas notas o hacía alguna trastada, el mismo cinturón que había dejado algunas cicatrices, no muchas, grabadas para siempre en su espalda.
—Perdón.
Susurra la palabra antes de embestir a las mujeres. Golpea con el hombro a Zoe, que se ve lanzada contra la pared y cae al suelo rodando, y después agarra el brazo de Dolores y tira de ella, arrastrándola hacia un callejón lateral que pasa entre dos edificios, uno de esos callejones que se utilizan para apartar los contenedores de basura de las calles principales. Dolores grita, pero la presión de Brad es tan fuerte que no consigue escapar de él y se ve obligada a seguirle por el callejón. Brad aparta un contenedor de basura de un empujón, derribando en el proceso un montón de bolsas que esparcen su contenido. Sigue corriendo hasta llegar al final del callejón y salir a Abbey Street. Brad gira a la izquierda sin pensarlo y tira de Dolores para que corra con él. En un momento dado se atreve a mirar hacia atrás.
Está a punto de lanzar un grito de júbilo al ver que nadie les persigue.