4
El velocímetro marca casi doscientos kilómetros por hora, pero Jason no afloja el acelerador. El coche patrulla sale del túnel como una bala.
—¡Le han acribillado, joder! —grita Jason.
—Parece que si están tratando de hacer algo —murmura Kurt.
—¡Ese tío no estaba infectado, joder! —grita Jason— ¡Los muertos no conducen!
—Supongo que no quieren arriesgarse.
—¿Y qué hacemos ahora? —pregunta Carrie.
—¿Van a matar a todo el pueblo?
Kurt supone que sí. Pero también duda, porque de querer hacer eso, habrían lanzado una bomba. O tal vez les de miedo la repercusión mediática que podría tener el lanzamiento de una bomba. No está seguro.
Jason gira el volante para entrar en una curva ligeramente cerrada y aprieta el freno con suavidad. Una camioneta desvencijada se dirige hacia ellos, y Jason rectifica con un volantazo. El coche patrulla derrapa y pierde el control, pasando a centímetro y medio del parachoques de la furgoneta. Ambos vehículos se detienen en la carretera. Jason tiene el volante agarrado con fuerza y los nudillos están blancos por la presión.
—Joder —murmura.
—Chico, ya me he estrellado una vez hoy, y no me gustaría repetir la experiencia —murmura Kurt desde el asiento trasero.
Jason le dedica una mirada de perplejidad a través del espejo y después abre la puerta de un golpe para salir al exterior.
—¿Estáis bien? —les pregunta, abriendo la puerta trasera.
Carrie asiente y sale del coche, prácticamente de un salto. Se lanza a los brazos de Jason y le da un beso en los labios. Kurt mira a Dolores. La mujer le sonríe.
—Estamos bien —dice.
—Cojonudo —responde Jason, y se da la vuelta para mirar hacia la furgoneta de Erik Killian con la que Ken Jackson llegó hasta la plaza de la Constitución y de la que en ese momento se baja Brad Blueman.
Jason se queda quieto al verle. Brad también. Sólo que Brad, además, tiene miedo del chico.
—Tú, —murmura Jason.
—Yo, eh…
Brad traga saliva. Mira a Carrie, que sigue abrazada a Jason, en sujetador, mirándole con casi más odio que el que ve en la cara de Jason.
—Tú —repite Jason.
—Sólo hacía mi trabajo —contesta Brad, con un hilo de voz apenas audible.
Jason suelta a Carrie y avanza hacia Brad. El reportero retrocede hasta que su culo se choca contra la furgoneta. Jason se detiene a un metro del hombre, que le mira ligeramente aterrorizado, a la espera del primer golpe. Carrie se acerca a ellos y coge a Jason con suavidad, del codo.
—Lo siento —murmura Brad.
—No lo sientes —asegura Carrie—, porque disfrutas haciendo lo que haces.
—Eres escoria, Blueman.
Brad quiere contestar, pero no le salen las palabras. Jason levanta el brazo y apoya la mano sobre el pecho de Brad.
—Jason Fletcher!
Dolores sigue dentro del coche patrulla, pero su grito se escucha perfectamente. Jason se gira para mirarla.
—¡Ni se te ocurra pegar a ese hombre! —ordena la mujer— ¡No te eduqué para que fueras un matón!
—Mamá, es Brad Blueman, el tipo que hizo las fotos…
—¡Ni mamá ni leches!
Jason suspira y suelta a Brad. Se gira hacia el coche patrulla. Carrie se queda de pie un momento más, delante del reportero. El tiempo suficiente para escupirle en la cara. Brad pone gesto de asco y se limpia con la manga de su camisa, que ya está empapada con la lluvia.
—¿Qué hacemos? —pregunta Jason, agachándose delante de la puerta trasera y mirando a Kurt, que sigue sentado junto a Dolores. Kurt está pálido y tiene el rostro contraído por un gesto de dolor, pero aguanta.
—No lo sé —responde—. Ahora mismo, ambos lados me parecen una mala idea.
—¿Por qué no podemos ir hacia allá? —pregunta Brad Blueman, señalando hacia el túnel.
—Los militares lo han cortado y han disparado a un hombre. Juraría que era el fiscal King.
—¿Los militares? ¿Por qué?
—Cállate, Blueman —Jason es tajante, y Brad se calla. Jason está tratando de pensar— ¿Cómo te encuentras?
—Me encontraría mejor si pudiera tomarme algo. Me conformaría con una aspirina. Pero no voy a desmayarme.
—Mejor.
Jason mira a Carrie. Ella le sonríe, como lo hace siempre que él la mira. Esa sonrisa es perfecta para Jason. Se quita la camiseta, que está completamente empapada, y se la entrega a Carrie. Ella se la pone. Jason tiene ganas de besarla. Menos de una hora atrás estaba convencido de que no volvería a tocar a Carrie Spencer y pensaba que ese era el peor castigo que podrían imponerle, mucho peor que la cárcel.
—Es de suponer que habrán bloqueado todas las carreteras, ¿verdad?
—Sí. Y estarán vigilando vía satélite toda la zona alrededor de Castle Hill para impedir que nada salga.
Jason alza la vista al cielo. Siente que la lluvia golpea su cara.