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La muerte se extiende por Castle Hill. La sangre se vierte en casas, calles, plazas, tiendas y bares. Mueren hombres, mujeres y niños. Ricos, pobres, jóvenes y viejos. Todos caen a medida que son alcanzados. Los que tienen suerte acaban con su cerebro esparcido por el suelo. El resto, vuelve a levantarse en busca de más. Son un ejército incansable y ansioso que desea la carne y la sangre de los vivos y no se detiene ante nada para conseguirlo.
Sólo en la primera oleada muere más del setenta por ciento de la gente.
Así es como ocurre. Así se desintegra un pueblo. Rápido, mortal y efectivo. El Cuarto Jinete es el arma definitiva.
Si pudiera ser controlado.