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Paula oye los gritos, los gruñidos, el arrastrar de piernas, golpes de sillas al ser derribadas, cosas que caen y se hacen añicos y pasos, muchos pasos. Se tapa la boca con las dos manos, intentando no hacer ni el menor ruido, ni siquiera al respirar. Al principio, todos esos sonidos los oye apagados, porque ocurren más allá del vestuario, en la sala de agentes y el vestíbulo, pero luego oye un golpe inconfundible y cercano, el de una puerta al golpear la pared. A ese sonido le sigue un rugido que cuesta creer que provenga de una garganta humana. Paula no puede evitar que se le escape un gemido. Y ese sonido ejerce de motor para que el muerto que acaba de entrar al vestuario se lance como un loco hacia las taquillas. Paula grita cuando el hombre empieza a golpear la taquilla, y sigue gritando cuando la zarandea. Paula se ve lanzada hacia delante y a los lados y se golpea contra todos los lados. El pantalón de Patrick Flanagan se le cae encima, y Paula sigue gritando porque está aterrorizada y sabe que va a morir. Y entonces la taquilla se inclina hacia delante y cae al suelo, boca abajo. El impacto hace que Paula quede inconsciente, al recibir un golpe en la frente.
Fuera, el muerto sigue golpeando una y otra vez la taquilla, tratando de alcanzar el cuerpo de la niña.