5
Carrie se ha quedado dormida. Está soñando con Jason. Están en el Mirador, solos, y él le agarra la mano con firmeza, pero también con suavidad. Es de noche, pero es una noche cálida y se está a gusto. Carrie deja que su cabeza repose en el hombro de él, mientras miran hacia el pueblo. A Carrie le encanta la vista.
—Tenías tú mi goma del pelo. La estuve buscando, y todo el rato la tuviste tú.
Jason le besa en la cabeza y la abraza con fuerza. Ella siente que podría estar así toda su vida.
—Te quiero.
—Lo sé —responde él.
Carrie le da un puñetazo amistoso en las piernas y él se echa a reír. Le gusta contestar eso cuando ella le dice que le quiere porque es lo que contestaba Han Sólo cuando Leia le decía que le quería, al final de El imperio contraataca.
—Yo también te quiero —dice Jason entre risas, masajeándose la pierna.
—¡No te he dado tan fuerte, quejica!
En respuesta, Jason empieza a hacerle cosquillas. Ella grita y trata de zafarse, pero Jason se coloca sobre ella y sigue haciéndole cosquillas. Carrie ríe, y él la besa.
—No quiero que te separes de mí —le dice—. Nunca.
Jason la mira, como se mira al cachorrito que suplica que te lo lleves a casa y tú no puedes hacerlo. Esa expresión de lo siento, pero no puedo.
—Vas a tener que seguir adelante con tu vida.
Carrie niega con la cabeza y le abraza con fuerza, reteniéndole junto a ella.
—¡No!
—Carrie, voy a la cárcel. No vas a volver a verme.
—¡No! ¡Este es mi sueño y no puedes decirme lo que tengo que hacer en mi sueño!
Jason sigue mirándola con esa expresión, y Carrie rompe a llorar. Oye voces, alarmadas. Carrie sigue mirando a Jason. Sólo que sabe que Jason no está ahí de verdad, ella misma lo ha dicho, es un sueño y cuando despierte, Jason estará en la cárcel y ella seguirá sola. No quiere despertar, porque no quiere que Jason desaparezca, pero juraría que escucha pasos, y a una de las hermanas de Dolores —con esa voz de pito sólo puede ser Sandra— preguntando algo a voz en grito. ¿Qué demonios haces aquí?
Carrie abre los ojos. Y delante de ella ve el póster de Terminator 2. Se incorpora en la cama y mira hacia la puerta en el momento en que se abre. Y entonces Carrie sabe que sigue soñando, porque al otro lado está Jason.
—Carrie —dice él. ¿Se detecta alarma en su voz?—. Tienes que venir conmigo.
Carrie se incorpora. Sandra y Eliza alcanzan a Jason. Las dos parecen asustadas.
—¿Qué estás haciendo, Jason? —Sandra es la que parece más preocupada, y cuando eso ocurre, su voz se vuelve aún más aguda— ¿Te estás fugando? ¡Oh, dios mío, Jason! ¿Es que quieres matar a tu madre de un disgusto?
Carrie parpadea. Porque eso no parece un sueño. Porque el miedo que hay en la voz de Sandra parece absolutamente real. Y sobre todo porque cuando Jason mira a Sandra lo hace con una expresión de desafío que Carrie conoce perfectamente. Quiere decir más vale que no te pongas en medio.
—¡Cállate! —le grita— ¡Vamos, Carrie, no tenemos mucho tiempo!
Carrie corre hacia él. Su mente bulle de actividad. Piensa que Jason está allí, que debería estar en la cárcel, que si se fuga con él podrían acusarla de complicidad o cualquier cosa de esas, que sus padres se van a cabrear, que no puede fugarse porque toda su vida está en Castle Hill pero sabe que seguirá a Jason a donde él vaya, que no tienen de qué vivir, que todo eso es una locura.
Cualquier miedo o duda que aún pudiera albergar queda suprimido en el momento en que la mano de Jason se cierra sobre la suya.
Jason tira de Carrie y empuja con la otra mano la puerta de la habitación de su madre. Dolores, que sigue tumbada en la cama, abre un ojo adormecido por los calmantes. Su rostro tiene esa sonrisa que muestra la gente cuando se encuentra en un estado de tranquilidad imbuida por la medicación.
—¡Hijo!
—Jason, no puedes hacer esto, tienes que entregarte! —la voz de Sandra se ha vuelto tan aguda que Carrie teme que los cristales estallen en pedazos.
—Jason, estás muy guapo…
Dolores balbucea. Jason se agacha junto a ella, sin soltar a Carrie.
—Mamá, tienes que levantarte, por favor…
Jason tira de Dolores. Carrie le suelta la mano y se coloca al otro lado de Dolores, para ayudarle. Juntos, levantan a la mujer, que sigue sonriendo. Sandra está bloqueando la puerta con su cuerpo.
—¡No vais a ir a ningún sitio! —exclama— No sé cómo demonios has hecho para escaparte, pero esto es un delito, Jason. ¡Esta vez has ido demasiado lejos!
—Aparta, Sandra.
—¡No me voy a quitar!
—¡No tengo tiempo para esto! —grita Jason— ¡Si no te quitas voy a tener que empujarte!
Eliza observa la escena con miedo en los ojos. Entonces Jason avanza hacia Sandra, que se agarra a Dolores, pero el chico tiene más fuerza y Sandra cae al suelo de culo. Jason y Carrie corren hacia la puerta, prácticamente arrastrando a Dolores.
—¡Carrie! —grita Sandra— ¡Piensa en lo que estás haciendo! ¡Le estás ayudando a escapar!
—Aún estáis a tiempo de venir conmigo —le dice Jason, abriendo la puerta principal— Las dos. Y os recomiendo que lo hagáis.
Ninguna de las dos mujeres se mueve. Sandra está llorando, sentada en el suelo del pasillo. Jason no tiene tiempo para intentar convencerlas, así que echa a correr, arrastrando a su madre y Carrie con él.