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Mientras, don Vela se sumergía en su sueño, ignorando el mundo a su alrededor, Zoilo se adentró en la cueva rebuscando entre los vericuetos de sus galerías la zona más cálida en la que poder descansar. Al fondo, adivina un pozo en cuyo fondo debe de rugir el río, a juzgar por los ruidos que oye. Se acerca y se asoma curioso al borde. Apenas puede adivinar la corriente batiendo las paredes. Fija su mirada y finalmente...
Ahí en lo profundo, donde el sol no puede enviar sus rayos y nunca llegará la luz... Vi salir del mar una bestia, una gran serpiente roja con siete cabezas, y en sus cuernos diez diademas. El Leviatán dormitaba junto a su estirpe sobre un lecho de calaveras y huesos.