97
Esa noche, en el transcurso de la cena en el restaurante Morecambe con los abogados de Rich, Conor preguntó a Edith por qué había limitado su interrogatorio de los testigos a la única pregunta que había formulado a Trux Landall, cuya respuesta, según Conor, había sido más perjudicial aún para la causa de Rich.
—No existe ninguna posibilidad de refutar los hechos básicos que el ministerio fiscal ha presentado hasta ahora. Hubo un asesinato, y fue horrible. Lo que yo quiero que los miembros del jurado retengan en su mente es la inmunda inhumanidad, la monstruosidad del acto en sí. Sólo un monstruo pudo haberlo hecho. Pero ese monstruo es Zarach, no Richard. Y muy pronto voy a tener la oportunidad de demostrarlo.
—¿Adonde cree que quiere ir a parar Tommie?
—Ahora mismo debe intentar establecer que Rich estaba sano cuando Karyn fue asesinada, que su hermano, en coherencia con su perfil psicoanalítico, reaccionó al deseo de la chica de romper la relación en un paroxismo de celos y rabia. Si Tommie es listo, de lo que no me queda duda alguna, hará todo lo que pueda, por mediación de testimonio psiquiátrico, por destruir nuestra credibilidad antes de que tengamos ocasión de presentar nuestro caso al jurado.
—Edith, todavía no ha probado la ensalada —dijo Lindsay—. De hecho, no la he visto probar ni un bocado durante los tres últimos días. Me tiene preocupada.
—No estoy enferma, querida. Si no como es por elección propia, y por necesidad. Debo ayunar para estar preparada, para mantener todos mis canales de percepción abiertos y despejados.
—Casi se desmayó esta mañana —dijo Adam.
—Fui atacada por sorpresa —admitió Edith.
—¿Por Zarach? —preguntó Conor.
—Sí. Pero no volverá a ocurrir.