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Poco después de la histórica decisión de Knox Winford de autorizar a la defensa a alegar posesión demoníaca en el caso de «Vermont contra Devon», Tommie Harkrider se trasladó a Vermont con el propósito de reunirse con Gary Cleves.
El célebre abogado criminalista invirtió un día entero en pulir al fiscal como si Gary fuese una navaja de afeitar comprada en un mercadillo. Más tarde, Gary y Tommie ya estaban preparados para enfrentarse a la prensa.
La luz de los focos hacían que las manos de Gary temblasen mientras Tommie se mostraba sereno, buscando antiguos amigos entre las filas de periodistas y corresponsales de televisión. Gary leyó la declaración que habían redactado en un tono de voz que, en ocasiones, resultaba demasiado solemne. Tommie se esforzaba por no parpadear.
—Si bien entiendo que la decisión de admitir un alegato de no culpabilidad por razón de posesión demoníaca establece un peligroso precedente en los anales del derecho criminal de los Estados Unidos de América, no tengo intención alguna de recusar esta decisión mediante la solicitud de una revocación del fallo por parte de un tribunal de rango superior. Tal acción sólo implicaría una serie de retrasos indeseables a la hora de presentar el caso ante un jurado. Confío que disponemos de pruebas suficientes para demostrar que este denominado caso de posesión es, en realidad, un ejemplo clásico de comportamiento por personalidad múltiple, lo cual no es considerado, a la luz de las leyes que rigen en este Estado, una condición psicopática. Probaremos, por encima de cualquier duda razonable, que Richard Devon es culpable de homicidio en primer grado, y tengo la seguridad de que el jurado emitirá el veredicto apropiado.