Agradecimientos
Por difícil, gratificante, frustrante, placentero, obsesivo o agotador que pueda resultar el proceso de creación de una novela, la escritura es siempre tarea exclusiva del autor. La transformación de esa novela en una obra pulida, en cambio, requiere un gran esfuerzo conjunto de muchas personas. Agradezco muchísimo a todos quienes han hecho posible que La hermandad llegue a las librerías. Todos y cada uno de ellos han otorgado tanto a esta novela como a su autora el privilegio de su espléndida atención y de su experiencia profesional.
En primer lugar, quisiera dar las gracias a mi agente literaria, Jane Dystel, de Dystel & Goderich, por haber sido una fuente constante de apoyo, siempre generosa con su tiempo y sus sugerencias, cuyas experiencia y profesionalidad han facilitado el proceso de revisión del original a todos los implicados. Además, dado mi planteamiento peligrosamente optimista de los plazos, nos ha venido de maravilla que Jane tuviera una idea más clara del tiempo que lleva, en realidad, completar una obra. Agradezco a Jane y a su socia, Miriam Goderich, el tiempo que han invertido en mi novela y sus sensatos consejos editoriales, siempre tan acertados.
Un buen editor suele comprender la obra incluso mejor que su autor y posee una especie de sexto sentido para lograr la mejor versión posible de aquella. Eso es lo que ha sucedido con la correctora de estilo Charlotte Herscher. Aparte del placer que ha supuesto trabajar con ella, su enfoque, su visión profesional y su claridad han obrado maravillas en un original largo y complejo. Desde sus primeros atinados comentarios, supe que podía confiar en sus propuestas. La edición de La hermandad ha supuesto una tarea colosal para ambas y le agradezco la transformación que ha forjado en mi novela.
Como de costumbre, ha sido una delicia trabajar con Amazon Publishing, siempre tan entregada a sus autores. Para un escritor, con esta editorial todo va como una seda, sin un solo sobresalto. Terry Goodman, el editor, ha empleado todo su encanto profesional en sus correos electrónicos, ha mantenido el programa de publicación previsto y se ha asegurado de que lo que debía suceder sucedía. Jessica Poore y Nikki Sprinkle, del equipo de autores de Amazon, no han podido ser más útiles y siempre han estado disponibles para cualquier consulta. Además, debo dar las gracias a la correctora Katie Parker, encargada de pulir la versión definitiva y de atar algunos cabos sueltos.
Por último, quisiera dar las gracias a mi familia, que tanto me apoya siempre: Roger, Cass, Michelle, Niels, Bo y Poppy, que, no sé si acertadamente o no, se profesan devotos de mi trabajo. Me siento especialmente agradecida a mi esposo, Roger Low, que, cuando escribo, comprende mi necesidad de tranquilidad y privacidad, que, según él, más que la «habitación propia» de Virginia Woolf es una «reclusión». En nuestra casa, esto solo se consigue porque, aparte de todo lo que hace, Roger es capaz de mantener el fuerte en pie cuando se producen crisis domésticas. Lo mejor de todo es que, cada día, cuando termino de escribir, puedo abandonar mi mundo imaginario, con sus habitantes de ficción, y regresar a mi vida real, cargado de afecto y vida.