—16 —
AL separarnos, algo ha cambiado, lo siento en los huesos; flota algo entre nosotros, una bruma densa que se va espesando más y más a medida que nos miramos.
El ambiente está tan cargado que juraría que puedo sentir las moléculas del aire a mí alrededor. La garganta se me cierra por momentos; estoy a punto de empezar a hiperventilar.
En mi cabeza se encienden todas las alarmas. Por primera vez en mi vida, me fijo en la expresión que tiene la cara de Aarón al mirarme... me colapso. Mi mente sufre una especie de cortocircuito. Ante mis ojos empiezan a aparecer señales luminosas a las que me niego a hacer caso. Aún no estoy preparada y no sé si lo estaré alguna vez.
—Voy a cambiarme de ropa —digo apresuradamente.
Estoy huyendo, él lo sabe, y yo también. En estos momentos, no me importa parecer una cobarde; solamente me preocupa el poder respirar de nuevo correctamente.
En el santuario de mi habitación, por fin puedo relajarme y pensar con claridad.
Seguro que me lo he imaginado todo. Los cambios que he sufrido en tan poco tiempo estarán pasándome factura... Sí. Tiene que ser eso.
«Todo va bien, Cristina», me repito durante un rato. «Deja de imaginarte cosas raras.»
Suspiro aliviada. Logro convencerme de que ha sido mi mente la que me ha estado jugando una mala pasada. Y aunque tengo la certeza de que todo ha sido una equivocación, aún oigo una vocecita en mi cabeza que me dice que no voy a poder olvidarme del asunto en mucho tiempo; que, realmente, no estoy equivocada...
Cuando por fin salgo de mi habitación, mi madre ya ha llegado, y menos mal. Ya no estaré sola con Aarón y podré dejar de buscar una excusa lo suficientemente buena para pedirle que se vaya. Aunque me haya sentido rara con la situación de hace un momento, echarlo sin más me parece muy frío.
—He ido a una cafetería muy mona —está diciéndole ella cuando entro a la cocina—. Tenían muchos tés de sabores diferentes e incluso una zona donde fumar con una especie de pipa gigante... no recuerdo cómo se llama ahora mismo.
—Shisha —la interrumpe Aarón—. Se llama Shisha o pipa de agua. Espero que no hayas fumado de ahí... A saber lo que había dentro.
—Fumar, dice... Eso es muy moderno para mí. Solo me atreví a pedirme un té de fresas con nata que, por cierto, estaba muy bueno.
Decido interrumpirla antes de que empiece a elogiar al local, a los empleados y al té. Se nota que la pobre no sale mucho, porque cuando lo hace, da hasta el más mínimo de los detalles.
—Me alegro que hayas salido hoy. Hace mucho que no te ibas de paseo a otro sitio que no fuera el súper... —Entorno los ojos y le digo—. ¿Con quién has quedado? Espero que no me estés escondiendo algo importante. No sé, algo como un futuro padrastro...
—No tengo otra cosa que hacer que buscarme un novio... Deja de preocuparte por mi vida personal y céntrate en la tuya —dice en tono seco—. Yo ya fui amada una vez, tú no has tenido ni eso.
—¿Por qué me hablas de esa manera? —pregunto confusa—. Estaba haciéndome la simpática. No comprendo tu reacción... Creo que estás exagerando.
—Exagerando no. Te centras tanto en la vida de los demás, que no haces nada por arreglar la tuya. —Le cambia la cara, parece que va a llorar—. Hoy estuve con Daniela ojeando fotos de tu padre. Juntos éramos tan felices, nos queríamos tanto... Siento haberte hablado así, pero es que me da mucha pena que tú no hayas experimentado nunca esa felicidad. No quiero que te vuelvas una mujer triste, Cristina.
Tierra, trágame. ¿Va a seguir empeorando este día...? Le doy pena a mi madre, por Dios. Que bajo he caído.
Siento el peso de sus miradas puestas en mí. La de mi madre llena de tristeza y arrepentimiento, y la de Aarón no la puedo descifrar del todo; refleja calma, entendimiento y algo más que no logro identificar... sus ojos esconden un secreto.
—Tal vez desconozca lo que es ser amada, pero no te atrevas a sentir pena de mí. No cuando sabes que tengo personas que me quieren tanto como para que, «casi», no eche en falta el amor romántico.
Odio la compasión, y mucho más si va dirigida hacia mí.
—No me entrometeré en la vida de nadie, y mucho menos en la tuya, ya que veo que te molesta tanto. A partir de ahora, pensaré solo en Daniela y en mí; pero sobre todo, me preocuparé de mí como mujer. Me he descuidado durante mucho tiempo... pero ya estoy trabajando para ponerle remedio.
Vale, tener pensamientos sobre sexo sudoroso no es planear una boda, pero por algo se empieza. ¿Qué mejor forma de cuidar de mí misma que dándome orgasmos rompedores?
Me suena el móvil y la imagen de Toni me viene a la mente, erizando todo el vello de mi cuerpo. Dijo que se pondría hoy en contacto para decirme cuándo quedar.
Preciosa, al final saldré bastante tarde de la reunión; además, tengo trabajo atrasado. Mañana intentaré hacer un hueco para quedar a almorzar. Dime si te viene bien.
Mejor lo dejamos para la tarde, ya he quedado para almorzar. Dime durante la mañana si puedes.
Ok. ¿Te pasa algo, o es que no te gusta hablar por mensajes? Te noto un poco seca...
Lo siento. No es por ti, me cogiste en medio de una deprimente discusión familiar. Pero con acordarte de avisarme, ya me has alegrado lo que queda del día.
Si no tuviera tanto trabajo, te relajaría de otra forma para que tuvieras dulces sueños...
Por tu culpa voy a tener que divertirme sola esta noche. Por lo menos, me has dejado buenos recuerdos que revivir cuando esté sola en mi cama...
Mientras sea en mí en quien pienses, ¡que te diviertas! Estoy seguro que cuando llegue a mi casa, ni el cansancio va a impedir que tenga mi propia diversión.
Eres un guarro, pero me gusta.
Si soy un guarro por decirte que te diviertas, entonces, no te voy a decir que con solo pensar en ti, se me pone como una piedra... Llevo toda la tarde intentando pensar en cosas deprimentes, pero no funciona muy bien.
Espero que estés sentado durante la reunión, no quiero ni pensar lo que se le pasará por la cabeza a tus acompañantes cuando vean el bulto en el frente de tus pantalones...
Por suerte para mi, mi ayudante es el que está haciendo la exposición. Tiene pensamientos depravados, señorita, solo por eso la castigaré cuando la tenga a mi merced.
¿Cómo lo harás?
Ahora no me puedo extender, porque acaba de terminar el descanso. Pero solo tienes que saber que estarás desnuda.
Si estás desnudo junto a mí, ya no será un castigo, lo siento. Busca otra cosa.
Espero un rato a que conteste, y cuando pienso que ya no lo hará, llega el mensaje.
Dejaremos el castigo para otra ocasión. No creo que aguante mucho con la ropa puesta si no tienes nada encima. Piensa en mí mientras te tocas esta noche.
Dejo el teléfono sobre la encimera de la cocina e intento enterarme de la conversación que están teniendo Aarón y mi madre, no lo consigo. Solo tengo ganas de ir a mi cuarto y hacer lo que Toni me pidió. Necesito masturbarme a la de ya; el deseo insatisfecho me está pasando factura, y como no tengo un hombre al lado, solo hay algo que me alivie: mi vibrador.
—Hija, ¿te encuentras bien? Estás roja. A lo mejor te va a subir la fiebre —me dice mi madre tocándome la frente—. Mejor vete a la cama, necesitas descansar.
—Es verdad, Cristina, estás roja. Deberías ponerle el termómetro, Ana —suelta de repente Aarón. Señala disimuladamente el teléfono y se toca los mofletes. Sabe lo que me pasa y se lo está pasando en grande.
Encojo los hombros, indiferente, no tengo nada de lo que avergonzarme. Cruzo un dedo por mi cuello para obligarlo a que se calle, porque si sigue, lo mato. Mi madre con poco va, y si encima se siente culpable por lo que me dijo antes, peor. Se pondrá en modo madre amorosa o, como le digo yo, madre acosadora.
—Estoy bien, de verdad. No me pasa nada. Solo estoy un poco cansada. —Finjo un bostezo para darle credibilidad a mis palabras—. Me voy a la cama.
Le doy un beso a mi madre y le pego un codazo a Aarón en el estómago. Se dobla sobre sí mismo, le debo de haber dado más fuerte de lo que creía... Eso le pasa por listo.
—Recuerda que mañana recojo yo a Dani y me la llevo a comer por ahí —le digo a mi madre—. No la esperes para almorzar.
Voy saliendo por la puerta hacia mi habitación, pero me detengo y le digo:
—Puede que mañana llegue tarde a casa. He quedado con un amigo.
Y salgo de la cocina sin dejar que me haga preguntas.
Entro en mi habitación, cierro la puerta con llave y me quito la ropa. Abro mi mesa de noche y saco a mi amigo con pilas. Me han dicho que me divierta y eso es lo que voy a hacer...
Una mujer triste... ¡Ja!