—9 —
NOS comemos los bocatas en silencio, disfrutando de la comida. No es un menú gourmet, pero las cosas sencillas, a veces, son las que mejor saben.
—Ahora que hemos comido, dime la verdad. ¿Qué piensas? —Tengo una bola en el estómago, quiero quitarme esto de encima ya. Pero hasta que él no le dé el visto bueno al contrato, no daré ninguna respuesta—. No te hagas de rogar, sé que ya te lo leíste entero, y varias veces, además.
¿He comentado ya que es una especie de superdotado? Tiene un 135 de CI. Él dice que no es mucho, por eso no lo tiene en cuenta. Dentro de sus súper-poderes, «como los llamo yo», está la hipermnesia (que consiste básicamente en no olvidar nada. Al principio le costó adaptarse, pero, gracias a Dios, pudo hacerlo), lee súper rápido y, lo más importante, es un hacha con los números. Ninguna fórmula se le resiste... y ya que los números eran fáciles para él, se decantó por las letras. Empezó a estudiar derecho, buscando un reto intelectual. Al final, le gustó tanto que acabó siendo abogado.
Demasiado perfecto para ser verdad, ¿no...? Pues las pijas de sus admiradoras no pensarían igual si vieran cómo, todos los años, sin falta, se disfraza para ir los festivales del comic en Madrid y Barcelona o a toda fiesta freak que se organice.
Pero no acaba ahí: Lo peor es verlo cantar al karaoke en japonés... y lo hace fatal. Es verdad que casi siempre estoy yo a su lado, pero eso no les interesa a sus conquistas. Además, yo no canto. Solo lo acompaño bailando, para que no se sienta solo en el escenario...
Bueno, a lo que iba, que siempre me pierdo por los laureles. Sé que ya ha analizado los pros y los contras del trabajo, así que espero que me diga algo.
—Cristina, pienso que si no lo firmas, eres tonta del culo. —Tanto esperar su opinión personal para esto...—. Es una oportunidad de las que no aparecen todos los días. Tendrás un buen sueldo, un horario cojonudo, no tienes que ponerte un uniforme, no tienes que aguantar a un salido... Yo firmaría corriendo.
—Tan solo con la última parte ya me ganaste... —Le quito los papeles de las manos y los firmo—. Por cierto, ¿te he dicho alguna vez que tienes una forma de hablar muy bonita...? Y por si no lo has notado, es sarcasmo puro y duro.
—Mi vocabulario y madurez dependen de con quién esté...
—No sé si sentirme ofendida o halagada por eso que has dicho, capullo.
—Halagada, por supuesto. No sé cómo hacerte entender que eres la única con la que me comporto como realmente soy. Puedo decir lo que me venga en gana. No tengo que fingir que mis pedos huelen a rosas o que una aburrida conversación sobre los Bonos del Estado me interesa.
—Vale, vale. Ya lo entiendo, soy como esa hermana que no tienes... Pero de todas formas, me esperaba más de ti, hermano mayor. Me das muy mal ejemplo... Obseso sexual. —No puedo evitar soltar una carcajada—. Si realmente fuera tu hermana, no sabría ni un cuarto de las cosas que sé de ti. Y ni pensar que me hables de esa forma.
—¡Aahgg! No digas eso ni en broma. Si fueras mi hermana, tendría que arrancarme las corneas y hacerme una lobotomía. Te he visto casi desnuda, joder. Además, fuiste el centro de mis fantasías eróticas en la adolescencia. Cada vez que me la cascaba, pensaba en Pamela Anderson o en ti...
—Demasiada información... ¡Qué asco, tío! Realmente eres un cerdo. Yo toda buena amiga, con pensamientos dulces, y tú, mientras, dándole que te pego pensando en mí... Mmm, no sabía que el peinado a lo Jennifer Aniston fuera tan atractivo... —Por una extraña razón me siento halagada. Me pregunto con quién fantaseará ahora... Pensándolo mejor, con todas las tías que tiene detrás, ya no le hace falta mover la mano de esa manera—. Si estaba todo el tiempo hablándote de Bon Jovi y su pecho peludo. Eso te tendría que haber quitado las ganas.
—Soy un hombre y siempre tengo ganas... En ese tiempo, las únicas tetas que veía de cerca eran las tuyas. Así que blanco y en botella, y no me refiero a la leche entera... Me salió con rima, hasta para esto soy bueno... —Y se empieza a descojonar.
Uno de sus muchos defectos, tiene el sentido del humor de un niño de 13 años. Cuando se pone en ese plan, me vuelvo homicida...
Intento cambiar de tema. Para asegurarme de que mantenga la boca cerrada, pido un par de cervezas más. Quiero que me escuche y que me dé algunos consejos.
—Escúchame un momento, que voy a decir algo muy en serio... —Dejo que mi cara refleje la seriedad del asunto—. Como sabes, mi vida íntima es nula. Y como la tuya, inexplicablemente, va viento en popa, me preguntaba si me darías algunos consejos de cómo tratar con los hombres... —Lo acabo de coger desprevenido. Lo veo tragar la cerveza poco a poco. Me tiro a matar—. Te lo voy a decir tan claro como tú me hablas a mí: necesito follar.
Y ahí sí que se atraganta. No se esperaba para nada que Cristina, la buenecita, le diga algo como esto.
—Necesito un hombre, Aarón. Voy tan cachonda que me despierto en medio de la noche, toda sudorosa, después de un sueño guarro, «en los que últimamente tú eres el protagonista». Ayúdame —le imploro—. Explícame cómo te entran las tías, yo cojo lo que más me guste y lo pongo en práctica en cuanto pueda.
Parece que vaya a desmayarse... Lo he sorprendido de verdad. No sé por qué le extraña tanto, algún día tenía que pasar. Él es el primero que siempre me está animando y diciéndome lo que me estoy perdiendo.
—Di algo, hombre. No te quedes parado como un pasmarote. No te estoy pidiendo que me des tus claves secretas del banco... solo algunos consejillos.
—Me acabas de dejar pasmado, Cris. —Como si el que se atragantara o el que se quedara con la boca abierta mientras hablaba... no fuera demasiado evidente. El rey de lo obvio en todo su esplendor—. Pero la verdad es que no sé qué decirte...
—Pues empieza por el principio, chico. Muy difícil no tiene que ser.
Tanta labia y descaro que tiene para algunas cosas, y por una vez que necesito que las use conmigo, se queda callado.
—Es que tú no eres como las chicas que me ligo normalmente... No sé, no te veo teniendo una aventura sexual pasajera o un follamigo. No es tu estilo.
«¿Tan horrorosa soy?»
—¿Estás insinuando que a primera vista nadie se fijaría en mí? ¿Que ningún hombre se querría acostar conmigo si no me conoce primero...? Porque, joder, no soy ninguna modelo de Victoria´s Secret, pero de ahí a que no me vayan a tocar ni con un palo hay un mundo... —Tengo ganas de llorar—. Gracias por abrirme los ojos.
—No estoy diciendo que seas fea.
—No. Solo dices que nadie deseará acostarse conmigo solo con verme, porque soy horrorosa. No te preocupes por eso —le digo—. He encontrado la solución: Primero los emborracharé, así tendré la oportunidad de encandilarlos con mi maravillosa personalidad sin que mi físico nada agraciado se interponga...
—Que no, joder. Solo digo que eres tú, óyeme bien, tú, la que no está preparada para ese tipo de relación. Cuando decidas retomar el mundo de las citas, será porque hayas encontrado a un hombre con el que compartir todo, no solo tu cuerpo. Sentirás que son compatibles en todos los aspectos... Abre los ojos, Cristina, ese hombre está ahí para ti.
—Lo siento, pero esa respuesta no me vale, es muy idealista. ¿Y qué hago mientras aparece ese hombre perfecto? —le pregunto—. No me vendría mal una aventura, a lo mejor, así, incluso, conozco al hombre de mi vida. Necesito que me den un orgasmo, no dármelos yo sola. Además, me gustaría que por una vez en la vida me lo hicieran bien, porque mis escasos encuentros sexuales fueron un gran fracaso. Entiéndelo, por favor. ¿O prefieres que me lance al mundo yo sola? A saber con quién acabaría... Ayúdame.
Tiene que haber visto mi determinación porque me dice:
—De acuerdo. Pero primero, me tienes que decir el porqué de este cambio de actitud. Y dime la verdad.
—Es muy sencillo —digo con calma, omitiendo decir que estoy tan desesperada que me dan ganas de lamerlo cada vez que lo veo—. He pensado que si mi vida está cambiando, por qué no lo puedo hacer yo también. Ya sabes, renovar el pack completo. Tengo 28 años y no he disfrutado de la vida. Me lo merezco.