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LLEGO a mi casa y no se oye nada. Me extraña, aún es temprano para que estén durmiendo. Voy directo a la habitación de Daniela. Me apoyo en el quicio de la puerta y la veo recostada sobre la espalda de Aarón, que está hacia los pies de la cama boca abajo. Están viendo algo que tiene que ser muy interesante, porque no hacen ni un sonido.

La luz de la pantalla les ilumina la cara, me quedo mirando sus rostros serios, pensando en la suerte que tengo... no todo el mundo tiene lo que yo, pero la mayoría sueña con tenerlo. Amor, familia. Eso es lo que estas dos personas significan para mí.

—Hola. ¿Qué est...?

—¡Shhhhh! —sisean los dos a la vez.

Esto es lo que pasa por tener un momento de debilidad romántica familiar... ¡Qué bonito! Llego de trabajar y no me dejan ni decir una frase... Así da gusto volver a casa.

Me acerco un poco más y al notar los ojos llorosos de mi hija, fijo mi atención en la pantalla. Están viendo La vida es bella; me quito los zapatos y me acurruco junto a Aarón, colocando mi brazo en su espalda para poder acariciar a Dani.

Esta película siempre me da ganas de llorar, es tan trágica. Pero, al mismo tiempo, es un ejemplo de lo que un hombre puede llegar a hacer por su hijo y su mujer. Es un drama, pero también trata sobre el amor.

No existe mujer en el mundo que no sueñe con ser amada así.

Casi hacia el final, me meto bajo el brazo de Aarón. Sé que todo es ficción, pero necesito un apoyo físico. Él ya me conoce cuando estoy así, con esta sensación de dolor en el pecho que me da cuando intento no llorar... Me pega a su cuerpo y me da un beso en la sien. ¡Qué bueno es tener a alguien que te conozca mejor que tú misma!

Cuando aparecen los créditos, me siento y veo que Daniela está dormida. Ha hecho un pequeño charco de saliva en la espalda de Aarón y él no se ha quejado ni una vez... es mejor persona que yo, que me habría movido disimuladamente dejándola caer hacia un lado.

La coloco en su almohada, la tapo con la sábana y le doy un beso en la frente. Le hago una seña a Aarón para que salga y nos vamos a la cocina.

—¿Cómo le pones a Dani esa película, Aarón? No tiene edad para verla... Además, es súper triste. No quiero que tenga pesadillas.

—¿Qué querías que hiciera? Se la dejó una amiga del cole y estaba loca por verla. Ya sabes cómo es, puede ser muy persuasiva cuando quiere algo. En eso se parece mucho a ti.

—Sí, vale. Lo que tú digas... ¿dónde está mi madre? —A él no le pregunto por qué está en casa. Lleva entrando y saliendo por tanto tiempo, que es como si viviera aquí. Incluso cuando se fue a vivir solo, estaba fijo en mi casa.

—Ha salido con una amiga. No sé con quién ni a dónde, así que no me lo preguntes. Acababa de entrar por la puerta cuando recibió una llamada y me preguntó si me podía quedar con la niña. —Abre la nevera y saca un plato—. Le hice una tortilla de patatas a Dani para la cena y también otra para ti. Con mucha cebolla.

Le robo el plato de las manos y me sonríe sin decir nada. Sabe muy bien que por una de esas tortillas soy capaz de cualquier cosa.

—Muchas gracias. Tengo tanta hambre que me comería una ballena, y tus tortillas son taaan ricas. —La caliento en el microondas un minuto para quitarle el frio y empiezo a comer—. No la voy a llamar. Por una vez que sale, no la voy a atosigar con llamaditas. Además, así te puedo contar las novedades...

—¿Qué hizo la loca de tu jefa ahora? —pregunta.

—Lo de Lola es otra historia, lo que te voy a contar ahora te va a dejar muerto... ¡He ligado! —exclamo.

Dejo la tortilla de lado y hago el baile de la victoria. Los puños en alto, haciendo movimientos circulares con manos y caderas al mismo tiempo.

—No dices nada... Te he dejado sin palabras, ¿eh? —le digo mientras doy vueltas a su alrededor—. ¿No te lo esperabas? Pues que sepas que tu tímida vecina es toda una femme fatale.

—No me digas que ya has follado... ¿Con quién? ¿Te gustó la experiencia? —interroga.

Espera ansioso mi respuesta, pero me hago la interesante. Por una vez que soy yo la que tiene algo que contar, me haré de rogar un poco.

—No sé si decírtelo, no te veo lo suficientemente entusiasmado...

—Suéltalo ya, anda. Te mueres por contarlo —afirma—. Me extraña que no lo hayas publicado en Facebook...

Sí que lo publicaría, sí. Me encantaría saber cuántos “me gusta” tendría...

—Cuéntalo ya y deja de morderte la lengua imaginando cosas raras... —De repente, se pone serio—. Solo no profundices en los detalles sexuales... Espera, antes de empezar, respóndeme a esto. ¿Ya has saciado tu sed de aventura?

¿Qué si lo estoy? Ni mucho menos... Estoy más hambrienta que nunca. Solo pensar en Toni hace que mi sangre hierva.

—Antes de nada, no sé qué es lo que te estás imaginando, pero conociendo tu mente calenturienta, será lo peor. Solo te he dicho que he ligado, no que haya hecho nada.

Noto que relaja los hombros.

—Bien, mucho mejor así. Ya te he dicho que no eres material de relaciones esporádicas. Además, seguro que el tío ese no vale ni un duro... —Cierra la boca tan fuerte que se transforma en una fina línea—. No quiero que te hagan daño o que después te sientas mal contigo misma.

—Me encantaría saber por qué estás tan tenso. Si me hubiera acostado con un tío, deberías alegrarte. Yo siempre lo hago por ti, o por lo menos lo hacía al principio cuando era una novedad; la noticia ahora es que no te hallas tirado a alguna...

No sé por qué le digo esto último. Soy consciente de que no soy justa, Aarón puede hacer con su vida lo que quiera; pero es que cuando entra en modo fraternal, no lo aguanto.

—He conocido a un chico. Se llama Toni y es el arquitecto de la obra en casa de Lola —digo a regañadientes, sin ganas de contarle nada.

Aunque pensándolo mejor. ¿Por qué no decírselo? A lo mejor, de esta forma, deja de comportarse como mi protector.

—Es guapísimo y tan sexy que hace que lo desee con solo mirarlo. Me hace reír... sabes que eso es muy importante para mí —le digo sin poder contener una tonta sonrisa—. Me habla de manera directa y eso me gusta. Es un seductor, un cachondo... ¡Mira!, en eso se parece a ti.

—Pues si se parece a mí, ya te digo que te alejes de él. No te conviene. Ese te la quiere meter y largarse.

—Pero si eso es lo que yo quiero. Aunque si lo hace, no me vendría mal que, durante un tiempo, lo hiciera regularmente. Estaría encantada; no estoy preparada para tener varios amantes al mismo tiempo, pero sé que abierta la compuerta del sexo, no me conformaría solo con una vez... —Me recorre un escalofrío—. Si me lo hace como me besa y toca, me tiene a su absoluta merced.

—¿Que ya lo has besado? Si lo acabas de conocer hoy... Joder, Cristina, no te vuelvas loca. No te quieras comer el mundo en tres días. ¿Por qué no te limitas a conocer a algunos chicos agradables al principio? Lo del sexo, vendrá después.

—No. Sé que intentas protegerme, pero quedamos en que me hacía falta sexo. No quiero conocer a chicos agradables, quiero follar —le contesto enfadada. No necesito un puto hermano, solo un amigo que se alegre por mí—. No soy tan tímida como crees, por lo menos, no con Toni. Hemos hablado de cosas muy fuertes y no todas las conversaciones las comenzó él... Ten por seguro que a este me lo voy a tirar.

Lo digo con rabia. Me da mucho coraje que el rey de los rompe-bragas quiera darme lecciones.

Respiramos profundamente mientras nos retamos con la mirada; somos igual de orgullosos y ninguno quiere dar su brazo a torcer. Por suerte, es Aarón el que se da por vencido. Si por mí fuera, estaríamos así toda la noche.

—Perdóname. Tengo que acostumbrarme a que tengas vida por debajo de tu cintura —se disculpa—. Cuéntamelo todo, por favor, incluso los detalles más guarros. No te interrumpiré.

Eso suena más como a mi amigo. Es la reacción que estaba esperando cuando le dije lo de mi ligue; así que se lo cuento todo, empezando por la estúpida apuesta de Lola hasta el momento Calippo tropical.

Me escucha casi sin parpadear, tensándose en algunas partes de mi historia, «las sexuales», pero sin decir una palabra.

En el momento en que termino, me veo esperando ansiosa su reacción. Pero él se toma unos minutos para meditar su respuesta.

—El tío es bueno. En un día ha conseguido meterte mano y que le hables de cosas guarras; es todo un logro con una chica como tú.

—Qué pesado que eres con lo de una chica como yo —replico—. A lo mejor, siempre he sido así, lo que pasa es que no tenía nadie con quien serlo.

—Tal vez sea cierto y siempre lo has tenido dentro, pero en tu subconsciente estabas esperando a tener pareja para dejar libre esa parte de ti. La pega es que Toni no es tu novio... —dice—, por mucho que me digas que te gustaría estar con varios hombres, estoy convencido de que eres una chica de uno solo. —Hace una pausa, y sé que se está pensando si continuar o no—. Has conocido a este chico tras mucho tiempo de soledad, es normal que te ilusiones, pero intenta quedar con otros a ver qué pasa. Conocerás al hombre con el que puedas ser tú misma algún día. O tal vez ya lo conoces y no le has dado la oportunidad de demostrártelo.

—Tienes razón, si tuviera una relación, me gustaría que fuera así. Estar con alguien con quien poder ser yo misma, sin barreras de algún tipo... pero mientras no la tenga, esto es lo que toca; quiero divertirme un rato y con Toni sé que lo conseguiré. No quiero nada serio.

—Mientras tengas claro que no es permanente, vas bien. Es la primera vez que experimentas algo como esto y puedes entusiasmarte demasiado; además, no creo que este chico esté interesado en algo más que en tus, ¿cómo dijo?, perfectas tetas.

—Me estás bajando la moral. Me haces sentir como un trozo de carne —digo—, no me voy a ilusionar y si lo hago, es asunto mío. Por ahora no quiero nada serio, pero si las cosas cambian, apechugaré con las consecuencias.

—No te lo tomes a mal. Solo digo que no parece ser un hombre de correr largas distancias. —Me coge de las manos y entrelazamos los dedos—. No tengas prisa por enamorarte. Te he dicho muchas veces que mires a tu alrededor y encontrarás lo que buscas. Pero mira con calma, porque si vas rápido, se te pasarán las cosas más obvias.

Odio cuando se pone en plan profundo. Lo odio porque tiene razón. En el fondo, lo único que quiero es encontrar el amor y dejar de sentirme tan sola.

—Te preocupas por mí y lo comprendo, pero déjame cometer mis propios errores. Si no, nunca aprenderé.

Le suelto las manos y vuelvo a la tortilla. Hablar con Aarón sobre el amor siempre me deprime.

—Vale, te dejaré en paz. Pero solo porque vas a estar muy ocupada preparando tu inminente boda... ya sabes que si te falla el novio, puedes contar conmigo.

Me dedica una de sus sonrisas derrite bragas y le doy un golpe en la cabeza.

—Señor Hernández, vaya devolviendo el chaqué, la boda se ha suspendido —bromeo.

Nos miramos a los ojos y siento que algo cambia en mi interior. No consigo identificar lo que es, pero tengo la certeza de que es importante para mí.

Abrazo a Aarón con desesperación.

—No te vayas nunca de mi lado, por favor. No sé qué haría sin ti.

—Cariño —dice a mi oído—, ¿cuándo te darás cuenta que estamos unidos por toda la eternidad?