62
JULIA ESTABA SENTADA en su sillón. Adrián se encontraba de pie, explicándole todo lo ocurrido en los últimos días con grandes gestos y un incontenible entusiasmo.
—Y me subieron muy alto… Estaba como a ocho metros de altura y tuve que decir mi texto suspendido en el aire. Tenía que haberme visto. Fue increíble.
Julia sonrió, se levantó muy tranquila, sacó del cajón su libro y se lo dio a Adrián.
—Y ¿esto? —dijo él cogiendo el volumen de Tú tienes la llave que Julia se había guardado en aquella primera sesión.
—El libro. Ya estás listo —dijo ella muy sosegada.
Adrián entendió lo que eso significaba y de repente no parecía muy contento. Bajó la mirada y asumió su nueva situación, y todo lo que esta implicaba, con resignada aceptación. Su semblante se había puesto súbitamente muy serio.
—Me voy a Canadá la semana que viene. El espectáculo se va a montar allí. Y luego estará de gira dos años. Mañana me van a hacer una fiesta de despedida en el restaurante. Me gustaría mucho que viniera —le dijo Adrián.
Julia no contestó.
—¿Vendrá? —preguntó él con una tímida ilusión.
—No creo que sea una buena…
—Prométame que lo pensará —la interrumpió.
Julia asintió y le regaló una amorosa sonrisa.
—Felicidades, Adrián.
—Gracias, Julia.