26

DIARIO DE UN TOC

UNA BUENA PERSONA

«No conozco la clave del éxito, pero sé que la clave del fracaso es tratar de complacer a todo el mundo.»

WOODY ALLEN

Estas últimas semanas he estado trabajando en mi concepto sobre lo que significa ser una buena persona y las creencias (erróneas) que tengo al respecto.

He descubierto que mi noción de lo que supone ser una buena persona es imposible de alcanzar (al menos, sin causarme daño a mí mismo) y que poseo (como poco) un par de creencias erróneas, sostenidas a su vez por ese concepto, en las que mi trastorno obsesivo-compulsivo se justifica para actuar en la mayoría de las ocasiones. Así que conocer esta información, cuestionarla y reformularla es primordial en mi caso.

Una de esas «creencias erróneas» es que, para considerarme buena persona y que la culpa (y la ansiedad que la sigue) no me devore por dentro, «tengo que hacer feliz siempre a mis seres queridos» (entiéndase por «seres queridos» principalmente a mi familia).

La segunda creencia es que «tengo que evitarles siempre cualquier dolor o malestar».

No creo que haya nada patológico en estas creencias en sí mismas. Es normal que queramos hacer felices a nuestros seres queridos y evitarles malestar, disgusto o dolor.

El problema viene con el enfoque, en este caso reflejado por la palabra «siempre». No es posible hacer siempre felices a los demás. No es posible evitarles el dolor con el que, por suerte o por desgracia, todos nos topamos en algún momento de nuestra existencia. O, al menos, no es posible evitárselo siempre.

Me he dado cuenta de que esto es una fuente de gran frustración para mí. Y uno de los pilares más fuertes de mi TOC. Mi concepto de lo que supone ser una buena persona. Pues a veces, para agradar a los demás y así alcanzar mis estándares de «buena persona», siento que tengo que traicionarme a mí mismo. En mi día a día, no haciendo cosas que realmente deseo, no diciendo lo que realmente siento o haciendo algo que realmente no me apetece hacer. Y en la intimidad de mi TOC, cediendo una y otra vez a mis compulsiones para no sentir la insoportable ansiedad y culpa resultantes de esas creencias.


Esto me ha llevado a investigar sobre qué supone ser una buena persona en realidad. Si pienso en buenas personas «míticas», como la Madre Teresa o Gandhi, me doy cuenta ahora de que para ser quienes fueron y hacer lo que creían que debían hacer, desagradaron y confrontaron a mucha gente. Se escucharon a sí mismos y fueron lo suficientemente valientes como para obrar en consecuencia.

Cuando pienso en gente que considero buenas personas en mi vida, me doy cuenta ahora de que no son perfectas, no agradan constantemente a los demás ni dicen siempre la palabra correcta.

En definitiva, son humanas. Y no por ello dejan de ser «buenas personas».

En mi investigación sobre lo que supone ser una «buena persona» me topé con una definición en la web (cuya autoría desconozco) que me pareció acertadísima y que quiero compartir con todos vosotros: «Si uno tiene el coraje de ser quien es, con sus virtudes y defectos; si uno se decide a ser honesto con sus deseos más profundos, vivirlos y defenderlos, entendiendo que uno es uno más en un mundo lleno de gente; si uno tiene la humildad de decir “no lo sé” cuando no sabe, entendiendo que nadie nace sabiéndolo todo y que hay mucho por aprender, eso es ser bueno (al menos con uno mismo)».

Y yo estoy seguro de que eso es ser bueno también con los demás. Al menos, eso creo.

P.D.: como regalito a mis seguidores, os invito a que veáis un maravilloso vídeo. Id a YouTube y escribid en la barra de búsqueda «the Kindness Boomerang-One day». Tiene que ver con mi entrada de hoy. Y espero que, como mínimo, os saque una sonrisa.

Publicado por Adrián a las 03:57. No hay comentarios: