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6.30 p.m.
Jason se volvió hacia su compañero con una solemnidad en el semblante que anticipaba las emociones que se removían en su pecho. La conversación con el Secretario había sido breve y tajante.
—Nuestro objetivo ha cambiado —informó al otro Amigo—. Hemos de eliminar a Wess en cuanto hayamos conseguido toda la información que tenga.
Su interlocutor alzó una ceja, mas no dijo nada. Había invertido mucho tiempo y energía en seguirle la pista, y la joven parecía ir tras los pasos del Custodio. Matarla ahora era un giro sorprendente cuando menos. Se jugaban mucho en Washington, lo sabía, pero Wess podía conducirles hasta algo aún más grande, la mismísima biblioteca.
—La detendremos la próxima vez que esté sola —prosiguió Jason—. Nos han dicho que la interroguemos brevemente por si acaso sabe algo que aún no hemos averiguado. Tú te encargarás de quitarle el móvil y cualquier objeto personal que lleve encima. Hemos de asegurarnos por completo de que esa maldita lista se ha quedado en su teléfono. Acabaremos el trabajo en cuanto lo tengamos todo.
—Podemos ir a por ella ahora mismo —sugirió su compañero. Habían seguido a la norteamericana por un descenso abrupto que conducía hasta las puertas. Había decidido que Topkapi no era el palacio que buscaba, eso era obvio, y ahora se dirigía al palacio de Dolmabahçe. El Consejo había registrado ambos en muchas ocasiones a lo largo de los últimos años. El plan de los Amigos hasta hacía unos minutos se limitaba a seguirla en el ferri hasta el palacio, pero ahora eso había cambiado y debían eliminar al objetivo de inmediato—. En el siguiente sendero grande podemos retirarla de la circulación.
—No —replicó Jason—. El Secretario desea que se haga en silencio y sin testigos, fuera de la vista de todos. El cuerpo no debe ser descubierto durante un tiempo. No hace falta que una investigación policial estropee lo que está a punto de suceder.
El otro Amigo asintió, tal y como debía. Emily Wess moriría sola y sin testigos una vez que le hubieran sacado cualquier conocimiento que aún pudiera tener. Miró a Jason, en sus ojos brillaba una chispa inusual que ardía con más intensidad que cuando simplemente se trataba de una ejecución o una filtración. Ahí había algo más. Era… expectación. Y eso levantó en él una oleada de expectativas. A la luz de las nuevas órdenes y de la llamada taxativa del Secretario hacía unos instantes, aquel brillo en los ojos de Jason únicamente podía tener una interpretación.
El Secretario había localizado la biblioteca.