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6.05 p.m.
Cuando el coche dobló una pronunciada curva en la calle Kabaskal, oyó dos avisos de móvil, seguidos enseguida de otros dos, procedentes del bolsillo de su chaqueta. Sacó el BlackBerry, cuya pantalla iluminada anunciaba la recepción de sendos mensajes de texto, y se puso a examinarlos. Al lado figuraba un código de país y un número de teléfono desconocidos.
Tuvo claro quién le había escrito nada más abrir el primero por un breve mensaje personal, que empezaba:
De Athanasius: Cuando esto llegue a ti, ya lo tienes todo en tus manos.
Emily pasó el pulgar por el ratón de bola a fin de ver el resto del mensaje, que contenía un listado de nombres de personas a quienes no conocía. Abrió el segundo mensaje, que también consistía en otra lista, pero esta vez de nombres destacados.
Al frente de la misma figuraba Jefferson Hines, vicepresidente de los Estados Unidos de América.
Cuando el vehículo se detuvo de forma brusca delante del palacio de Topkapi, Emily comprendió que lo que sostenía en las manos era la lista que había sentenciado a Arno Holmstrand.