mono. En todo caso, bañarme en el Faro de
Navidad (Cartagena), lanzándome desde sus rocas, un baño fresquito
como el que más sin arena ni multitudes.
Así pues me descubro hoy ante ustedes: no me gusta Murcia en verano, en ninguna de sus vertientes. Es una tierra que pese a ser la mía evitaré en verano cuando tenga recursos.
El día siguiente al día de la Región de Murcia, el 10 de junio, llovió amigablemente en Murcia. Esa es la Murcia que yo, desde mí ser, quiero en verano. Poder estar en casa con ventanas abiertas, taparse con la "sabanica" por la noche, caminar por la ciudad sin sudar hasta por la entrepierna. Coger el coche y que no queme el volante o el sillón. Que el sol no me pique y pique en la cabeza castigándome no sé bien por qué. Supongo que por no gustarme Murcia en verano.
Apoyaré siempre toda campaña que se emprenda en favor de la Región de Murcia y la Costa Cálida, sin lugar a dudas. Pero hay algo que el organismo competente no debe olvidar y a la vista de la última campaña veo de manera muy clara: la Región de Murcia no es solo mar, playa, barco, caldero y jugar a las palas. Tenemos un riquísimo turismo de interior con casas rurales, con rutas senderistas. Ciudades santas como Caravaca, rutas del vino en Jumilla, un precioso balnerario en Archena y un sin fin de cosas más que se me quedan en el tintero. ¿Queremos diferenciarnos? Pues vendamos un valor añadido a sol y playa, pues eso lo tenemos desde Cataluña hasta el último pico de Andalucía. Díganme qué diferencia hay entre nuestras playas y las valencianas o almerienses.
Así pues, claro que Murcia es hermosa, pero cuando está lluviosa. Especialmente en verano. Discúlpenme y permítanme a la vez mis alargadas ausencias ahora en el periodo estival pero tengo que luchar, además de contra el calor, contra el hastío, la desgana y, en definitiva, contra mí misma.
Feliz verano, por si no nos vemos.