Frente a frente Virgen y Virgen. Los
cartageneros, con devoción y pasión especial cantan su salve:
“A ti suspiramos, gimiendo y
llorando, en este valle de lágrimas…“. Mi valle de lágrimas, Cartagena y su mar, su puerto,
donde mi refugio se hace mi hogar, pienso yo.
– Luna, ¿dónde estás? ¡No te veo! ¡Te dije que de mi mano no te debías soltar!
Pero, Luna, consciente de su única oportunidad, comienza a levitar y en forma de diente de león, se posa sobre el corazón apuñalado de la virgen. Continúa elevándose hasta posarse sobre las lágrimas saladas de nuestra Piedad, absorbiendo esa amargura de agua salada y haciéndolas secar.
Y cuando la salve finaliza y los cartageneros aplauden y vitorean sin cesar, un cohete se eleva al cielo y estalla. Nuestro himno nacional comienza a sonar. Y una luna más brillante que nunca en cielo observa sin más. En el cohete, en forma de diente de león, iba Luna satisfecha, de vuelta al cielo, su cielo cartagenero, sobre la mar.
Y es que por fin, Luna, movida por su fe de siglos y siglos eternizada, por fin pudo ver a La Piedad.
30 de marzo de 2015. 14:00 horas. Lunes Santo.