Yo no soy una rata por tener fe y ser
devota de las procesiones. Y lo que, señores y señoras, les repugne
a ustedes, es proporcional a lo que se multiplica mi
devoción.
Ya cansa.”
Curiosamente, o no tanto, una periodista de gran trayectoria en nuestra Región hacía, al día siguiente, una manifestación algo similar a esta. Cierto es que en sus carnes más duro tuvo que ser aún el escuchar y soportar ciertas cosas, pues mientras las escuchaba estaba haciendo su trabajo, como cualquier trabajador, al que la crisis ha atizado fuertemente y con familia que sacar adelante. Pero es que, al margen de estar trabajando, si la periodista es devota nadie tiene que juzgarla por lo que cree y siente, nadie. Nadie tiene otorgado ese derecho. Opinar y libre expresión para todos y en todo momento, pero atacar el trabajo y las creencias de una persona sin argumentos y por el mero hecho de tener tintes religiosos no entra dentro del derecho a expresarse. Es más, para derechos los que siguen en la Constitución, que no se queda en el artículo 20. A ver si algunos se enteran que nuestra Carta Magna incluye el llamado Principio de Dignidad en su artículo 10 que dice que “la dignidad de la persona, los derechos inviolables que le son inherentes, el libre desarrollo de la personalidad, el respeto a la Ley y a LOS DERECHOS DE LOS DEMÁS son fundamento del orden político y la PAZ SOCIAL“. Más adelante el artículo 14 incluye el por todos conocido “Los españoles son iguales ante la Ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social”. Pero el culmen de todo lo que expongo aquí arriba y lo que quizá garantiza para este caso el derecho que evoco es lo que enuncia el artículo 16 de la Constitución: “se garantiza la libertad ideológica, religiosa y de culto de los individuos y las comunidades sin más limitación, en sus manifestaciones, que la necesaria para el mantenimiento del orden público protegido por la Ley“.
Y esta argumentación jurídica me sirve para relatar lo que viví el Viernes Santo de madrugada al paso por la Calle del Aire de la procesión del Encuentro en Cartagena. Y lo voy a relatar como lo sentí, sin adornos literarios que aumenten o disminuyan lo acontecido: caminaba por la Calle Cuatro Santos hacia la Calle del Aire con idea de bajar luego por la Calle del Cañón y ver bajar los tercios por ésta desde la esquina de la Mancomunidad de los Canales del Taibilla. La Calle Cuatro Santos estaba repleta de chavales de botelleo; mejor en esta calle que no impidiendo pasar la procesión como el