Entrevista con Mahjouba y Rahma
Pregunta: ¿Hay cuentos de brujería?
Mahjouba: Ni sabemos ni queremos saberlos, porque es pecado.
Rahma: No, no conocemos ningún cuento de esos. A las brujas, Dios las prohíbe. Esos cuentos existen, pero nosotras no sabemos.
P: Una vez me contaron un cuento en el que una mujer no podía quedarse embarazada así que fue a un brujo que le regaló un huevo que ella tenía que guardar durante nueve meses ["Munat"].
M y R: No, no sabemos cuentos de brujería.
P: ¿Conocéis algún cuento en el que se cuenten cuentos?
M: Sí. Escucha. {Y entonces nos cuenta el cuento titulado "Las siete hijas abandonadas"}.
P: ¿Veis alguna diferencia sobre a quién se dirigen los cuentos que contáis?, ¿hay algunos destinados a niños, otros a mayores...?
M: Todos los que sé son para niños, los pueden escuchar los niños. Además de estos cuentos, lo que nos contábamos mucho entre las amigas y a los niños eran las adivinanzas. (...).
P: ¿Desde hace cuánto no contaban cuentos?
R: Desde que mis hijos se hicieron mayores. Antes, cuando eran más pequeños, teníamos más paciencia y para dormirlos les contaba algún cuento.
M: Yo casi nunca le he contado cuentos a mis hijos. Tenía tanto trabajo que no me daba tiempo a contárselos. A quien más se los he contado ha sido a mis amigas. Cuando terminábamos las labores, nos contábamos cuentos. Y también, como de pequeña trabajé mucho en la paja, con las amigas, mientras trabajábamos, nos entreteníamos contándonos cuentos.
R: Yo sí les contaba cuentos a todos [los niños]. Era la única forma de entretenerlos. Y tú {a Mahjouba}, ¿por qué no le contabas cuentos a tus hijos?
M: Porque yo tengo muchos varones que me daban mucho que hacer.[28]
R: Yo tengo seis hijas, por eso contaba más [cuentos], siempre estaban conmigo y así es como las entretenía, no había otra forma.
M: Yo, sólo varones. No tenía a nadie que me ayudara y cuando llegaba la noche acababa tan rendida que le decía a rodo el mundo: "Hala, a dormir". La única niña que tenía era muy pequeña. Y todos [mis hijos] comían como puercos, ñam, ñam, ñam.
P: Y ¿os gusta, os divierte contar cuentos?
M: {Como diciendo, ¡vayapregunta!} ¡Claro que sí! Nos juntábamos[29] todas las amigas y era una forma de charlar y de estar en contacto.
R: Sí, nos juntábamos todas y si echábamos en falta a alguna amiga la íbamos a llamar para que se reuniera con nosotras. Ahora ya es todo diferente. Tenemos otro tipo de problemas, pensamos mucho, nos preocupan otras cosas. (...) Lo hemos pasado muy, muy mal.
P: Y el contarnos estos cuentos, ¿les trae algo a la memoria?, ¿sienten algo especial?
M: Sí, me acuerdo de toda mi vida hasta cuando me casé.
P: ¿Quién les contaba los cuentos?
M: Sobre todo mis amigas; de mi familia apenas me acuerdo. Mi madre murió cuando yo era muy joven y mi padre se volvió a casar. Éramos doce hermanos.
P: ¿Qué significaban para vosotras los cuentos, para qué servían?
M: Las películas de hoy en día son como los cuentos de antes. Son historias que les pasa a la gente. Y hay también otras historias inventadas, que no son reales. Como la gente no tenía de qué hablar ni en qué matar el tiempo, algunos se inventaban historias y otros contaban historias que les habían pasado de verdad.
Alhucemas, casa de Mahjouba, 15 de agosto de 2002