Kilish

Mahjouba

Este era un hombre casado con siete mujeres que no podían tener hijos, y que también tenía siete yeguas, y ninguna de ellas podía parir. Así que fue a buscar a un viejo sabio para ver si le podía ayudar. Y el sabio le regaló siete manzanas y siete fustas.

Cuando el hombre volvía a casa y pasaba por delante de una aldea, le salió un perro, y le pegó con una fusta, que se le rompió. Así que se quedó con seis fustas y media. Y a medio camino le entró mucha sed y se comió media manzana, así que se quedó con seis manzanas y media.

Luego llegó a su casa y dio una manzana a cada una de las mujeres, y a la séptima le dio media. Y pasó una fusta por encima a cada caballo, y al séptimo le acarició pero con la media fusta.

Las mujeres entonces dieron todas a luz una criatura, salvo la séptima, que tuvo media.[13] Y nacieron también siete potros, pero el séptimo era medio.

El niño del defecto se llamaba Kilish y sus hermanos se pasaban todo el tiempo riéndose de él y siempre lo dejaban cuidando el rebaño. Un día, Kilish se montó en un caballo, empezó a galopar como si fuera un avión, y se perdió. Y se lo encontró Zusra quien dejó que se quedara a vivir en su casa. Mientras tanto, los otros hermanos no hicieron nada por buscarlo. Kilish vivió una temporada con Zusra, hasta que un día él mismo se fue a casa de sus hermanos, y les contó con quién había estado viviendo, y los hermanos, que seguían queriendo quitárselo de encima, le dijeron que no le iban a dejar entrar en casa a no ser que volviera trayendo a Zusra.

Kilish [llegó a casa de Zusra y] cogió una gallina y con una vara la empezó a arrear camino de su casa. Y la gallina se puso a gritar:

―¡Que Kilish me roba, que me roba Kilish!

Pero Zusra se dijo:

―No puede ser, si Kilish no está aquí.

Kilish llegó de vuelta a casa y les dijo a sus hermanos:

―Aquí os traigo la gallina de Zusra.

Pero ellos contestaron:

―No, nosotros la queremos a ella.

Y Kilish les dijo:

―Entonces tenéis que darme un burro y una caja.

Y Kilish enseñó al burro a arrear cuando le dijera "so", y se volvió a casa de Zusra gritando, para llamar la atención:

―¡Yo soy alguien capaz de hacer pequeño lo grande, y grande lo pequeño!

Zusra oyó aquellos gritos, salió de casa y pidió:

―A mí, hazme pequeña.

Vivienda rifeña -Zona de Axdir- 1932. Villa Sanjurjo (Alhucemas). Clásica casa de las cábilas rifeñas, solitaria, con los hornos junto a la vivienda y ésta rodeada de pitas, chumberas y de algún que otro árbol o arbusto autóctono. (Archivo Plácido Rubio Alfaro, Málaga).

La hizo pequeña, la metió en la caja, puso la caja en el burro, y echaron a trotar, y cuando pasaron por delante de un río y Zusra escuchó a las ranas croar, le pidió a Kilish que la dejara salir para rezar. Kilish le dijo:

―Sí, pero primero tengo que frenar al burro ―y gritó―: "So".

Y entonces el burro empezó a correr muy rápido, y Zusra también iba gritando "so", y el burro no frenaba y no frenó hasta llegar a sus establos en casa de los hermanos de Kilish.

―Aquí tenéis lo que queríais, aquí tenéis a Zusra.

Y uno de los hermanos le contestó:

―Pues ahora tienes que pasar una noche con ella en la misma casa.

Kilish puso como condición que le dieran jabón y una estera para dormir y un sitio con escaleras para pasar la noche. Se lo proporcionaron todo y Kilish se fue a dormir al piso de arriba y Zusra se quedó en el de abajo. Pero antes de dormirse, Kilish embadurnó las escaleras con jabón. En plena noche, Zusra fue a por él, pero cuando llegaba arriba, Kilish le daba un empujón, y una vez y otra vez, Zusra intentaba subir y cuando llegaba arriba, Kilish la empujaba y ella volvía abajo. Así hasta que Kilish la empujó tan fuerte que Zusra se dio un golpe y murió.

Al día siguiente, los hermanos, muy contentos, creyeron que Kilish estaría muerto. Peto se llevaron una gran sorpresa al ver que la muerta era Zusra, no su hermano.

Y después de andar por aquí y por allí, me puse el calzado y se me rompió.

Alhucemas, 29 de julio de 2002

Cuentos populares del Rif
titlepage.xhtml
sec_0001.xhtml
sec_0002.xhtml
sec_0003.xhtml
sec_0004.xhtml
sec_0005.xhtml
sec_0006.xhtml
sec_0007.xhtml
sec_0008.xhtml
sec_0009.xhtml
sec_0010.xhtml
sec_0011.xhtml
sec_0012.xhtml
sec_0013.xhtml
sec_0014.xhtml
sec_0015.xhtml
sec_0016.xhtml
sec_0017.xhtml
sec_0018.xhtml
sec_0019.xhtml
sec_0020.xhtml
sec_0021.xhtml
sec_0022.xhtml
sec_0023.xhtml
sec_0024.xhtml
sec_0025.xhtml
sec_0026.xhtml
sec_0027.xhtml
sec_0028.xhtml
sec_0029.xhtml
sec_0030.xhtml
sec_0031.xhtml
sec_0032.xhtml
sec_0033.xhtml
sec_0034.xhtml
sec_0035.xhtml
sec_0036.xhtml
sec_0037.xhtml
sec_0038.xhtml
sec_0039.xhtml
sec_0040.xhtml
sec_0041.xhtml
sec_0042.xhtml
sec_0043.xhtml
sec_0044.xhtml
sec_0045.xhtml
sec_0046.xhtml
sec_0047.xhtml
sec_0048.xhtml
sec_0049.xhtml
sec_0050.xhtml
sec_0051.xhtml
sec_0052.xhtml
sec_0053.xhtml
sec_0054.xhtml
sec_0055.xhtml
sec_0056.xhtml
sec_0057.xhtml
sec_0058.xhtml
sec_0059.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_000.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_001.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_002.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_003.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_004.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_005.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_006.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_007.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_008.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_009.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_010.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_011.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_012.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_013.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_014.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_015.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_016.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_017.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_018.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_019.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_020.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_021.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_022.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_023.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_024.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_025.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_026.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_027.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_028.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_029.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_030.xhtml