Las siete hijas abandonadas
Este era uno que dejó abandonadas a sus siete hijas y se fue, y cada una tuvo que cuidar de sí misma. Un día, muchos años después, apareció el padre mendigando. Una de las hijas se asomó por la ventana, lo reconoció, se acercó a él y le dijo:
―Ven, ven conmigo, mendigo, que yo te voy a ayudar, te voy a dar de comer y un sitio para dormir.
Le hizo entrar en casa, y fue a avisar a sus hijos:
―Cuando por la noche estemos sentados con él, uno de vosotros tiene que decir: "Mamá, cuéntanos un cuento". Entonces yo os diré: "El cuento, hijos míos, lo llevo encima". Y vosotros tenéis que responder: "Vale, mamá, pues cuéntanoslo".
Después de decirles esto, se fue con el mendigo, lo ayudó a lavarse, lo vistió con ropas limpias, le dio de comer y entonces se sentaron todos juntos a charlar. Y dijo uno de los hijos:
―Mamá, cuéntanos un cuento.
Y dijo ella:
―Hijos míos, el cuento lo llevo encima.
―Por favor, mamá, cuéntanos el cuento que llevas encima.
―Hijos míos, éramos siete hermanas. Nuestra madre se murió. Nuestro padre nos abandonó. No teníamos a nadie.
Mientras contaba esto, el mendigo empezó a encogerse más y más y más, hasta que quedó sólo la barba. Y cuando sólo quedaba la barba, su hija cogió la barba y dijo:
―Fuera de aquí, barba de mi padre. Que Dios te convierta en alimento para los pobres o en esparto.
Y se convirtió en una mata de esparto.
Y después de andar por aquí y por allí, me puse el calzado y se me rompió.
Alhucemas, 15 de agosto de 2002