La huida
Este era uno y su mujer que tenían una esclava negra. Un día, la voz de Dios bajó y le dijo [al hombre]:
―Tienes que huir. Van a venir a matarte.
Así que fue, reunió a todos sus animales y huyó a otra tierra.
Y bajó la voz de Dios y le dijo:
―Estás pecando.
Y él dijo:
―¿Qué he hecho?
Y [la voz] le dijo:
―Te has llevado contigo a una esclava y eso es pecado.
Y él dijo:
―¿Por qué?
Y [la voz] dijo:
―Porque tienes que casarte con ella. No puedes huir llevándote a una esclava. Cásate con ella y hazla tu mujer, así estarás a bien con Dios.
Y él dijo:
―Conforme.
A los pocos días, [el hombre] dijo a su mujer:
―Haz un poco de pan.
La mujer hizo el pan, él degolló una oveja, trajo a los recitadores del Corán[25] y se casó con la esclava. Y se dirigió a su mujer diciéndole:
―¿Sabes lo que estoy haciendo hoy?
Contestó:
―¿Qué?
Él dijo:
―Me estoy casando con nuestra esclava.
Ella dijo:
―Entonces, ¿te casas con otra?
Y le dijo él:
―Es porque me ha bajado la voz de Dios y no puedo vivir en pecado.
Al tiempo, [la esclava] se quedó embarazada. Cuando llegó el último mes del embarazo, la esposa le dijo a su marido:
―Si da a luz en esta casa, o la mato a ella o te mato a ti. La tienes que echar.
Y el marido dijo:
―Pero mujer, cómo voy a echar a una mujer embarazada.

Archivo Central de Melilla
Ella dijo:
―Sí, échala.
Así que fue a por ella y se marcharon los dos, y echaron a andar, y andar, y andar, y así llegaron a un bosque, y allí la abandonó, y la pobre se quedó sólo con Dios. En aquel sitio había muchas, muchas palmeras, así que comía dátiles, se comía sólo los del suelo. Se caían y ella los recogía y se los comía. Cuando llegó el día del parto y le dio un dolor, se puso debajo de una palmera, clavó los tobillos en el árbol, y se dispuso para parir. Entonces sintió hambre. Y le salió de dentro la voz de su hijo que le dijo:
―Dale, dale al tronco y así caerán dátiles.
Empezó a darle y cayeron dátiles. Y al rato nació un niño, que se supone que es Ismael.[26] Le tapó con hojas y ella también se vistió con cosas del bosque. Luego sintió mucha sed. Empezó a buscar agua, pero no encontraba porque estaba en el desierto y allí no había agua. En esto se le apareció un shetan que le dijo:
―¡Se ha muerto tu niño!
Así que ella fue corriendo hasta donde estaba su hijo y vio que el hijo estaba vivo. Y se fue otra vez a por agua, y le volvió a salir el shetan y le dijo:
―¡Los animales se han comido a tu hijo!
Así que fue hasta donde estaba su hijo y vio que estaba vivo. Y se fue a por agua otra vez, y el shetan le volvió a decir:
―¡Mujer huida, los animales están despedazando a tu hijo!
Así que ella volvió al lado de su hijo y vio que estaba bien. Después de haber ido tres veces a buscar agua, se quedó sentada al lado del niño y vio cómo empezaba a moverse y a sonreír y comenzó a salir agua {señalándose primero debajo de una mano, luego de la otra, luego de un pie y luego del otro} por aquí, por aquí, por aquí y por aquí. Así que empezó a beber agua y se dio cuenta de que la saciaba tanto que no necesitaba más alimento.
[‹En un aparte›: A aquella fuente se le llamó "Fuente de Zam Zam"[27] y es donde nació Ismael].
Si pasaba por allí alguien y le decía:
―¿Me das agua?
Ella decía:
―No.
Y si [aun así] se acercaba a beber, ella decía:
―Desaparece, desaparece.
Y entonces el agua desaparecía. Y en cuanto se iba la gente, decía:
―Sube, sube, agua.
[Y entonces subía el agua]. Y ella hizo una señal para saber dónde estaba la fuente, y todo el mundo quería beber de ella.
Un día pasaron por allí unos comerciantes. Se les hizo de noche justo allí, y vieron a la huida, y la ayudaron dándole de comer y vistiéndola, [pues] se la encontraron casi desnuda a él y al hijo. A partir de entonces, cada vez que pasaban, [la mujer] comía y vestía de ellos.
Un día, por casualidad, uno de los comerciantes se encontró con el padre de Ismael y le contó del sitio tan bonito en el que habían estado. Y el padre de Ismael dijo:
―Pues mañana voy con vosotros.
Se fue con ellos, pasaron allí la noche, y al día siguiente vio al niño, y cuando vio a su mujer la reconoció. Pero ni él [el niño] ni ella le reconocieron. [El padre] se sentó con el niño y le empezó a preguntar:
―¿De dónde sois?
Y el niño le dijo:
―Mi madre fue la segunda mujer de mi padre. Cuando mi madre se quedó embarazada, la primera mujer no la quiso con ella y mi padre se fue de donde estaban con mi madre y luego la abandonó aquí. Y ella se estuvo alimentando de dátiles, y me alumbró aquí hasta que Dios nos dio esto. Y ahora vivimos bien.
Y el padre le dijo:
―Vamos a construir una mezquita. Vamos a limpiar un poco de bosque y vamos a construir una mezquita.
El hijo dijo: ―Muy bien.
Construyeron una mezquita y el padre le dijo:
―Yo soy tu padre ―y se quedó a vivir con ellos.
Y después de andar por aquí y por allí, me puse el calzado y se me rompió.
Alhucemas, 15 de agosto de 2002