El rey y su hijo

Mahjouba

Esto era un rey que tenía un hijo al que desde muy pequeño le daba sólo la miga del pan, sin la corteza, y carne siempre sin hueso. Jamás le dejaba salir de palacio, así que el niño nunca había visto el sol ni cómo era el mundo. Siempre estaba dentro. Y así estuvo viviendo hasta que se hizo mayor.

Entonces, una vez, los padres tuvieron que irse de viaje. Y le dijeron a la esclava:

―No le des ni corteza de pan ni [carne con] huesos.

Y la esclava contestó que muy bien.

Pero cuando los padres se fueron, la esclava empezó a dar al príncipe pan con corteza y carne con huesos, y cuando el joven vio lo que le daban de comer se extrañó y dijo:

―¿Qué es esto que hay en el mundo que nunca lo había visto?

Y la esclava le contestó:

―Pues esto es sólo un poco, porqué más allá hay muchas cosas que tú nunca has visto. Pero las verás. Te voy a llevar a un sitio para que te asomes, y veas todos los palacios de tu padre.

Y lo llevó a un sitio desde el que podía asomarse afuera. Y le enseñó desde lo alto todos los palacios del padre.

Después de un mes, regresaron los padres del viaje y el príncipe le dijo a la madre:

―Madre, quiero irme de viaje.

Y la madre le preguntó:

―¿Por qué?

Y el príncipe contestó:

―Porque sí.

Y la madre rápidamente le dijo a la esclava:

―Ay, desobediente, le has dado pan con corteza y carne con hueso.

Y luego dijo al príncipe:

―Espérate que voy a hacerte un poco de pan.

Y le hizo pan, pero sin sal.

―Cuando estés de viaje, no dejes de compartir este pan con alguien, nunca te lo comas solo. Y si te encuentras a alguien que no acepte compartir contigo el pan, no te hagas amigo de él.

Archivo Central de Melilla.

Por el camino, se encontró con un agricultor. Después de saludarlo, lo invitó a compartir el pan. El agricultor dijo "bendito sea Dios por el alimento", se metió en la boca un pedazo, y dijo:

―¡Si está soso!

Así que el príncipe lo recogió todo y se fue. Y cuando iba por el camino se encontró con un pastor. Lo saludó y le dijo:

―Ven y comparte conmigo este pan.

El pastor cogió un trozo, se lo comió y dijo:

―¡Qué soso!

Así que el príncipe se puso otra vez a caminar, y se encontró con un cazador. Y el príncipe dijo al cazador:

―Vamos a compartir este pan.

Se sentaron y comieron, y el cazador no dijo si estaba salado o soso. Así que al príncipe le cayó muy bien. Y le dijo:

―Hoy tienes un invitado.

El cazador le contestó:

―Muy bien. Bienvenido seas a mi casa.

Llegaron a casa del cazador y al entrar éste dijo a su mujer:

―Hoy tenemos un invitado.

Y le pidió que cocinara una paloma con mucho caldo. Mientras tanto, ellos dos se pusieron a charlar, y el príncipe preguntó:

―Y tú, ¿a qué te dedicas?

Y el cazador le contestó:

―Soy un entendido en pájaros.

―¿Un entendido en pájaros? ―dijo el príncipe.

―Sí, un entendido en pájaros. Y un amigo mío es un raptanovias.

Se quedaron todo el día allí, y por la noche se fueron caminando, y llegaron hasta un río, y allí se durmieron. A media noche, el cazador despertó al príncipe diciendo:

―Levántate, levántate, que viene una tormenta.

Preguntó el príncipe:

―¿Cómo lo sabes?

Y le contestó:

―Porque soy un entendido en pájaros.

El caso es que se levantaron y se fueron caminando y caminando. Y así pasaron por delante de un palacio. Y en ese momento se estaba casando una princesa. Y el príncipe le pidió al entendido en pájaros que fuese a buscar al raptanovias porque quería que le raptase a aquella princesa para él.

Y al día siguiente, cuando llevaban a la princesa a la casa del novio,[14] apareció el raptanovias y la raptó. Pero se la llevó muy, muy lejos, a su propia casa. Luego se lo pensó mejor y, como sabía que los otros conocían dónde estaba su casa, la trasladó a una isla en medio del mar. Al príncipe le entró tanta, tanta tristeza, que se retiró a una casa abandonada en la costa, y allí lo único que hacía era cuidar un rebaño. Hasta que un día pasó un pastor y le preguntó:

―Pero, ¿por qué está aquí, así de solo, siempre con el rebaño?, ¿por qué no vive en su casa?

Y el príncipe le contestó:

―Estoy aquí para ver al raptanovias. Se ha llevado a mi mujer.

Y el pastor le contestó:

―¿El raptanovias? ¡Si precisamente yo trabajo para él! Este rebaño que yo llevo es suyo. Tiene raptadas a tres mujeres.

Y el príncipe se preguntó:

―Entonces, ¿qué puedo hacer?

Y a continuación dijo al pastor:

―Hazme un favor. Toma este huevo de paloma y dáselo a la princesa. Y dile: "te lo manda tu marido para que se lo des al raptanovias".

Y ella le dio el huevo, él se lo comió y se murió; y así es cómo ella pudo escapar. Pero en mitad del mar se la comió un pez.

El príncipe acudió entonces a su amigo el entendido en pájaros y le contó lo que había pasado. Y le dijo:

―No te preocupes, porque uno de mis amigos es buceador y él la puede salvar.

Fueron a llamar [al buceador], y el buceador se sumergió a salvarla, y con una sierra cortó al pez en dos y así pudo salir la princesa, y se la llevó a su marido.

Y después de andar por aquí y por allí, me puse el calzado y se me rompió.

Alhucemas, 6 de agosto de 2002

Cuentos populares del Rif
titlepage.xhtml
sec_0001.xhtml
sec_0002.xhtml
sec_0003.xhtml
sec_0004.xhtml
sec_0005.xhtml
sec_0006.xhtml
sec_0007.xhtml
sec_0008.xhtml
sec_0009.xhtml
sec_0010.xhtml
sec_0011.xhtml
sec_0012.xhtml
sec_0013.xhtml
sec_0014.xhtml
sec_0015.xhtml
sec_0016.xhtml
sec_0017.xhtml
sec_0018.xhtml
sec_0019.xhtml
sec_0020.xhtml
sec_0021.xhtml
sec_0022.xhtml
sec_0023.xhtml
sec_0024.xhtml
sec_0025.xhtml
sec_0026.xhtml
sec_0027.xhtml
sec_0028.xhtml
sec_0029.xhtml
sec_0030.xhtml
sec_0031.xhtml
sec_0032.xhtml
sec_0033.xhtml
sec_0034.xhtml
sec_0035.xhtml
sec_0036.xhtml
sec_0037.xhtml
sec_0038.xhtml
sec_0039.xhtml
sec_0040.xhtml
sec_0041.xhtml
sec_0042.xhtml
sec_0043.xhtml
sec_0044.xhtml
sec_0045.xhtml
sec_0046.xhtml
sec_0047.xhtml
sec_0048.xhtml
sec_0049.xhtml
sec_0050.xhtml
sec_0051.xhtml
sec_0052.xhtml
sec_0053.xhtml
sec_0054.xhtml
sec_0055.xhtml
sec_0056.xhtml
sec_0057.xhtml
sec_0058.xhtml
sec_0059.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_000.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_001.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_002.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_003.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_004.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_005.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_006.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_007.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_008.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_009.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_010.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_011.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_012.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_013.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_014.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_015.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_016.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_017.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_018.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_019.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_020.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_021.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_022.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_023.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_024.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_025.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_026.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_027.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_028.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_029.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_030.xhtml