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Excelencia:
Hemos hecho bien en actuar con premura. La magnitud de la conspiración sigue sin dilucidarse después de casi cuatro días de intensas pesquisas, pero creo poder afirmar con seguridad que se trata de una enorme red de peligrosas intrigas políticas. Por eso hoy me sirvo del código cifrado Petri Salvat, puesto que no estoy seguro de que no hayan surgido puntos débiles en nuestras propias filas.
La situación en el lugar de los hechos es muy compleja. En la estafeta de Núremberg tenemos a un hombre de confianza, que ha examinado de manera intachable la correspondencia de los últimos meses y ha hallado diversas evidencias de las intrigas de los iluminados. No obstante, no se ha dilucidado si Alldorf tenía relación con ellos y en qué consistía ésta.
Suponemos que la considerable suma de dinero ha ido a parar por caminos tortuosos a la caja para la soldadesca de ese peligrosísimo grupo. Sin embargo, no hemos encontrado pruebas de ello, pues todo el dinero se ha transferido seguramente mediante letras de cambio al extranjero y ha escapado a nuestro control. Parece ser que está implicada una casa comercial de Ámsterdam, aunque no puedo decir si conocían el destino del dinero. Seguimos la pista.
Lo que nos continúa preocupando es la enorme suma.
Tanto dinero sólo puede haberse reunido para un plan terrible. Y ese plan permanece totalmente oculto a nuestros ojos. Tomamos posiciones para golpear de inmediato tan pronto como se muestre una de las cabezas de esa Hidra, pero de momento hemos de actuar con serenidad para que se crean seguros.
En lo tocante a Alldorf, hemos detectado varios personajes sospechosos. Algunos han huido, pero los encontraremos. Uno ha intentado retirarse del asunto, y lo ha pagado con la vida. Aún no dispongo de información precisa respecto a cuántos sujetos están implicados, pero mencionaré algunos nombres que pueden serle de utilidad.
El administrador Kalkbrenner, el ayuda de cámara Selling y el boticario Zinnlechner eran los únicos empleados de rango que el conde mantenía en el castillo. El resto del personal son lacayos, criados y otros canallas que de poco pueden servirnos en nuestra investigación.
El boticario Zinnlechner ha huido y es sospechoso de haber asesinado al ayuda de cámara Selling. Adjunto la descripción física del fugitivo. Al administrador Kalkbrenner lo capturaron en plena huida y se le ha sometido a interrogatorio. Adjunto copia del protocolo. Como ya he comentado, el ayuda de cámara Selling fue hallado muerto en el bosque, y todo indica que el responsable de ese horrible crimen es el boticario Zinnlechner, junto con dos o tres personas más cuyas huellas también encontramos en el bosque. El estado del cadáver permite concluir que con el ayuda de cámara Selling practicaron un horrible ritual cuyo sentido y significado desconocemos hasta el momento. Adjunto descripción del cadáver.
Hemos seguido los rastros y hemos proporcionado una descripción de Zinnlechner a todas las estafetas. El resultado no es satisfactorio, puesto que, desgraciadamente, se ha perdido el rastro de los criminales. La única certeza es que los criminales se separaron en el bosque de Laurenti. Los rastros, hasta donde pudimos seguirlos, conducían en tres direcciones distintas. Uno de los hombres cabalgó campo a través hasta la carretera de Bamberg, donde se le perdió la pista. Pudimos seguir un segundo rastro hasta los alrededores de Sulzbach, y mis hombres creen que el hombre seguramente huía a Praga. Llegaron a esa conclusión porque varias personas se encontraron con un jinete solitario que preguntó por el camino a Praga. Según su descripción, probablemente se trate de Zinnlechner. Un tercer rastro de dos caballos conducía hacia el suroeste, pero también tuvimos que abandonar la persecución enseguida. Poco antes de llegar a Ansbach, sus huellas se confundían con muchas otras. Nadie sabe si siguieron cabalgando hacia Stuttgart o hacia Ulm.
En lo concerniente al difunto Selling, es una lástima que no hayamos podido adelantarnos a su asesino para interrogarlo a nuestra manera, puesto que debía de estar bien informado de ciertas cosas que ocurrían en el castillo. Una testigo del crimen, una joven campesina de la región, aún no es capaz de declarar, puesto que todavía está conmocionada. Pero la trata un médico joven y con talento que hará que se restablezca.
No obstante, ese médico no es un hombre sin antecedentes, y por eso aún no sé si puedo fiarme de él. Hace un año, cayó en desgracia y fue expulsado de Fulda por sus actividades ilustradas. Ahora se ha instalado en Núremberg, lo cual puede ser casual, pero quizá también esté relacionado con la influencia de Alldorf. Tiene veintiún años y es alto y delgado. Su modesto cargo sólo le permite llevar ropa sencilla y una peluca no menos vulgar, pero sus ojos marrones, algo soberbios y en donde brilla la curiosidad, y su rostro masculino, pero juvenil, despiertan mucho interés entre las criadas del castillo. Se vuelven para mirarlo y lo siguen con la mirada cuando va por los pasillos. El ni las mira, y ése es el motivo por el que menciono esa circunstancia. Por lo que he podido observar, su atención se centra exclusivamente en cosas que le estimulan la mente, no el corazón o los sentidos. En pocas palabras: su capacidad intelectual es notable.
No obstante, Hagelganz insinuó que, precisamente por eso, podría tratarse de un espía. Sus sospechas en esa dirección se han confirmado hoy. El médico predijo con tal exactitud el lugar del siguiente ataque de la banda del correo que me veo obligado a suponer que probablemente es un compinche de esa gente. Lo observo con atención porque, en cualquier caso, aún nos será útil.
En ese último asalto, cayó en nuestras redes un salteador de caminos a sueldo que probablemente podrá llevarnos a uno de los que lo contrataron. Informaré tan pronto hayamos comprobado esa pista.
Le ruego que instruya a todas las casas de posta del distrito a reforzar el control del correo. Necesito aquí todos los documentos de envíos sospechosos para ordenarlos y revisarlos con mis hombres. La biblioteca de Alldorf todavía nos oculta algunos secretos, pero los desvelaremos y avenaremos esta ciénaga pestilente.
Estoy seguro de que las considerables sumas de dinero se apartaron con cautela durante mucho tiempo y se entregaron para una violenta ofensiva planeada con mucha antelación. Por desgracia, todavía desconozco el objetivo que persiguen esos conspiradores y qué relación tienen con los insólitos asaltos. Pero pronto lo descubriremos.
Quedo expresando de todo corazón mi dicha por poder tenerme por su más rendido servidor y moriré por ello,
Giancarlo Di Tassi